8 septiembre, 2024
Salud

Una actualización sobre el Alzheimer

 Por Cristina S. Gozzi
(Especial para La Gaceta del Retiro)

La enfermedad de Alzheimer (EA) es la más frecuente de las demencias. Debe su nombre al psiquiatra alemán Alois Alzheimer, quien la describió en 1906,  y se caracteriza por un deterioro neurológico gradual y progresivo y trastornos de conducta. Se calcula que alrededor de 20 millones de personas la padecen en el mundo y se estima que la cifra crecerá con el aumento de la expectativa de vida. 
Entre los factores de riesgo que tiene la EA, la edad ocupa un primer lugar. “La incidencia es del 5% en la población mayor de 65 años, pero se duplica cada cinco años”, sostuvo el neurólogo Edgardo Reich en oportunidad de una disertación abierta a la comunidad realizada en el auditorio de la Universidad Maimónides el pasado 17 de septiembre, en vísperas del día internacional del Alzheimer que se celebró el lunes 21. 
Además de la edad, también tienen influencia la predisposición heredada, los antecedentes de Síndrome de Down y el bajo nivel intelectual. “Cuanto más utilizamos el cerebro, menos riesgo corremos”, aseguró Reich, quien aconseja el desarrollo de actividades cognitivas, como estudiar idiomas o jugar al ajedrez, para mantener activos los circuitos neuronales y poder desarrollar otros. “Cuanto más rica sea nuestra reserva cognitiva, más vamos a demorar la aparición de la enfermedad y menos daño nos va a causar”, agregó. 
A pesar de que se desconoce la etiología de la EA, una hipótesis moderna la relaciona con la anómala acumulación de las  proteínas  beta-amiloide y tau en el cerebro, lo que conduce a la muerte de las neuronas. En una minoría de pacientes, dicha acumulación está asociada a mutaciones en los  genes  PSEN1,  PSEN2 y en el gen de la  APP, localizado en el  cromosoma 21. En este último caso, la enfermedad aparece en personas con el  síndrome de Down ( trisomía en el cromosoma 21), casi alrededor de los 40 años y se transmite de padres a hijos. 
Entre los síntomas que presenta la Enfermedad de Alzheimer, pueden citarse: la pérdida de memoria, que se manifiesta con olvidos frecuentes; la  confusión, las dificultades en el lenguaje, el razonamiento y el pensamiento, la desorientación en tiempo y espacio, los problemas para realizar actividades habituales y los cambios de comportamiento. 
Respecto de los olvidos, Reich diferenció los benignos de los patológicos. “El benigno se recupera si se dan ciertos indicios; el segundo, no. El paciente no se da cuenta y la familia afirma que se olvida de todo”, aseveró.
Por su parte, la psiquiatra  Alicia Kabanchik, docente de la carrera de Psicogerontología, sostuvo que sólo con un estudio exhaustivo, minucioso  e interdisciplinario se puede llegar a diagnosticar la EA. Y acotó que al interrogatorio debe sumarse un examen clínico y neurológico, una evaluación psicológica e imágenes cerebrales. 
“Hoy, mediante una  tomografía con emisión de positrones (TEP) es posible hacer un diagnóstico precoz, ya que puede distinguirse una acumulación de la  proteína  beta-amiloide con 20 años de anticipación a la aparición de la sintomatología clínica”, advirtió Reich. Y recalcó que cuanto antes sea diagnosticada la EA, más eficaz será el tratamiento. También informó que un estudio reciente para la detección de la EA es el análisis del  líquido cefalorraquídeo en busca de amiloides beta o proteínas tau.
Si bien la EA no se cura, es posible tratarla. Hoy se utilizan tres drogas que retrasan la evolución y brindan una mejor calidad de vida tanto al paciente como al cuidador. Y se están investigando otras con menos efectos adversos. 
A pesar de que los pacientes pueden estar muchos años perdidos y demanden, además de una estructura de apoyo familiar, la presencia de un/a cuidador/a, siempre conservan la capacidad de recibir y enviar señales emocionales. “La última función que pierde el cerebro es la musicalidad”, señaló Kabanchik. Y agregó que los pacientes disfrutan mucho de la música, que pueden participar en coros y leer las letras de las canciones aun cuando no entiendan el concepto de las palabras que cantan. Y también sienten los mimos y los besos. 
La evolución de esta enfermedad difiere de persona a persona. “En promedio, los pacientes tienen una supervivencia de 12 años”, señaló Reich. Aunque algunos fallecen a los 3 años posteriores al diagnóstico, otros viven 20 años más. Y en general, mueren por infecciones secundarias. 
Para todos los interesados en indagar sobre el tema, se formó ALMA-Asociación de Lucha contra el Mal de Alzheimer y enfermedades afines- ( www.alma-alzheimer.org.ar ), informó su vicepresidenta, Noemí Medina.