Las esculturas que ya no están: Sagunto.
Por Josefina del Solar
En esta serie de notas que publicamos en la Gaceta nos ocupamos especialmente de un aspecto del patrimonio urbano del barrio de Retiro, el de las esculturas en la vía pública.
Podemos observar actualmente menos esculturas en espacios públicos si comparamos con otras épocas. Pueden existir varias causas para esto, como serían las diversas reformas que se han hecho en calles y plazas a lo largo de los años, los cambios en los conceptos urbanísticos actuales que apuntan más a lo funcional y llevan a que ya no se consideren las obras de arte –al menos las esculturas clásicas- como parte inseparable del mobiliario de nuestras ciudades, también los cambios tecnológicos que van requiriendo ocupar mayores espacios. Y sobre todo no hay que olvidar el hecho de la depredación, tema sobre el que nos referimos a menudo y que ha aumentado en forma considerable, sobre todo en las dos últimas décadas. Las esculturas u otras piezas artísticas son dañadas o mutiladas, la mayoría de las veces para obtener algún beneficio material. Entonces, para preservar a algunas de ellas se las ha trasladado. Claro que a veces ese traslado se realizó por alguna otra razón, como es el caso de la escultura a la que nos referimos en esta oportunidad.
Sagunto
En la fotografía que ilustra esta página vemos un grupo escultórico, el denominado Sagunto, que según los datos oficiales existentes fue adquirido en 1908 Europa por el artista, escultor y diplomático Eduardo Schiaffino para ser traído a Buenos Aires y ubicado en la Plaza San Martín. Es obra del escultor catalán Agustín Querol quien también diseñó y comenzó a realizar el Monumento de los Españoles, que no concluyó él mismo ya que falleció al tiempo de iniciados los trabajos.
La escultura refiere a la ciudad ibérica de Sagunto, que en el marco de las Guerras Púnicas en las que se enfrentaron Roma y Cartago fue sitiada por las tropas del jefe cartaginés Aníbal; y representa a una mujer que ha matado a su hijo y luego se ha suicidado, como parte del relato legendario que dice que los habitantes de Sagunto optaron por la muerte antes de ser dominados por los cartagineses. La escena de la escultura es ciertamente muy fuerte, lo que sumado a las modificaciones que se hicieron en la Plaza San Martín en 1950, llevó a que se considerara su traslado, primero a un depósito municipal, para ser luego ubicada en otros espacios públicos: la Plaza España de Barracas primero, y posteriormente en el Jardín Botánico, donde se encuentra en la actualidad.
La foto muestra hacia atrás de la escultura un edificio que permite precisar cuál era su ubicación dentro de la Plaza: el Palacio Ortiz Basualdo, de Arenales entre Maipú y Basavilbaso. Este tampoco ha llegado hasta nuestros días, ya que fue demolido en la década del ’60 del siglo pasado.