La Plaza Libertad y su entorno: una rica historia
– Por Laura Brosio
En una soleada tarde asistimos a la visita denominada “Arte en torno a la Plaza Libertad, su historia”, perteneciente al ciclo Los barrios porteños abren sus puertas, que organiza la Dirección de Patrimonio, Museos y Casco Histórico de la Ciudad de Buenos Aires. El paseo fue coordinado por la guía Sandra Cafarelli.
El primer punto del recorrido fue la Plaza Libertad, que ocupa la manzana de Cerrito, Paraguay, Libertad y Marcelo T. de Alvear. Esta hermosa y elegante plaza, que asombra por sus desniveles y sus vistosos jardines, tiene cuatro entradas diagonales que desembocan en el centro, donde se emplaza el monumento de Adolfo Alsina. Allí comenzó la visita guiada.
La plaza es una de las más antiguas de la ciudad. A fines del siglo XVIII el paraje era conocido como el “Hueco de Doña Engracia”, en referencia a una anciana mendiga que se instaló allí en un rancho. Los huecos eran baldíos con enormes yuyos y pajonales, en estado de abandono, que no tenían propietario.
En 1809 los vecinos se unieron y reclamaron que el solar se transformara en plaza pública. Las gestiones avanzaron mientras se desarrollaba la Revolución de Mayo. A pesar de que Buenos Aires dejaba de reconocer estar bajo la autoridad de Fernando VII, la Primera Junta firmó un decreto en julio de 1810 por el cual se inauguraba la plaza bautizándola con el nombre del citado monarca. Recién en 1822, a partir de un decreto de Rivadavia, pasó a llamarse como se la conoce actualmente: Plaza de la Libertad primero, luego Plaza Libertad.
En ese período el lugar era peligroso ya que era frecuentado por malvivientes. Las crónicas de la época señalaban que los robos y los incidentes eran permanentes, sobre todo durante la noche. El perfil cambió a fines del siglo XIX con el traslado de las familias ricas del sur al norte porteño a raíz de la terrible epidemia de fiebre amarilla. En 1882 se instaló en el centro de la plaza un monumento hecho en bronce que homenajea a Adolfo Alsina, una obra del escultor francés Aimé Millet. Alsina fue gobernador de la provincia de Buenos Aires y vicepresidente de la Nación cuando Sarmiento ejercía la más alta magistratura.
A principios del siglo XX la plaza estaba rodeada de lujosas residencias y mansiones de estilo francés e italiano que fueron demolidas entre las décadas del 50 y 70 y reemplazadas por torres y edificios modernos. En 1971 el costado este de la plaza cambió drásticamente al ser extendida la Avenida 9 de Julio, lo que provocó la demolición de todos los edificios sobre esa manzana.
El siguiente paso en la visita fue observar la fachada del Teatro Coliseo, uno de los teatros más relevantes de la ciudad. El Teatro Coliseo, que vemos en la actualidad con las flameantes banderas argentina e italiana y su marquesina electrónica, es poseedor de una rica historia. El antecedente más lejano del edificio se ubica a fines del siglo XIX cuando funcionaba allí una pista de patinaje llamada Columbia Skating Ring. En 1905 se decidió construir un teatro para espectáculos circenses. La obra quedó a cargo del arquitecto de origen alemán Carlos Nordmann. Así se conformó el Teatro Circo Coliseo Argentino, apreciado por su original y extraordinaria estructura. Pronto, en 1907, el teatro sería destinado a la lírica, dado el auge del género. Si bien su acústica no era la apropiada, se alternaban ópera y opereta. A partir de entonces fue bautizado “Teatro Coliseo”, tal como lo conocemos en la actualidad.
El 27 de agosto de 1920 la terraza del teatro fue el escenario de un hito en la historia de la comunicación. Ese día Enrique Telémaco Susini y sus amigos, denominados “los locos de la azotea”, llevaron a cabo la primera transmisión radiofónica argentina y una de las primeras a nivel mundial. Se escuchó la ópera Parsifal, de Richard Wagner, interpretada por la soprano argentina Sara César.
En 1937 el gobierno italiano adquirió el edificio con el fin de instalar allí el Consulado Italiano y la Casa de Italia. De esta manera, se decidió demoler el antiguo edificio, del cual sólo se conservaron los cimientos, para construir uno nuevo de nueve pisos, tarea que fue asignada a la empresa Buldrini & Marsilli.
En 1961 se inauguró el Teatro Coliseo con su estructura actual, obra del arquitecto Mario Bigongiari, en colaboración con los arquitectos e ingenieros Mauricio Mazzocchi, Luis Morea , Alberto Morea, y Federico Malvarez.
Otro hito en la historia del teatro fue el estreno en su escenario, en junio de 1969, del célebre y emblemático tema Muchacha ojos de papel del grupo Almendra. El hecho tuvo lugar en el marco del ciclo denominado Beat Baires, en el cual grupos fundacionales del rock nacional brindaban recitales que eran organizados por el sello discográfico Mandioca.
Con el transcurso de los años el Teatro Coliseo se transformó en uno de los teatros más tradicionales de Buenos Aires, destinado a la realización de espectáculos musicales, dramáticos y humorísticos y, en algunas ocasiones, actos políticos. De todas formas, su actividad central fue y sigue siendo la música clásica y la ópera.
Continuando con la visita, después fue el turno de contemplar una bella pieza artística denominada Mater Gallaeciae, realizada por Luis Seoane en 1953. Se trata de tres figuras femeninas, aisladas, en hierro y bronce sobre una base de mosaico veneciano de color amarillo. Las figuras están distribuidas en un equilibrio simétrico con la combinación de rectángulos. Esta obra –compuesta en honor a Galicia- se encuentra sobre un lateral del pasillo izquierdo en la Galería Las Victorias, situada en Libertad 948. En la galería también se observan otros murales de diferentes técnicas. Si bien no están firmados, es probable que algunos hayan sido pintados por Seoane.
Recordemos que Seoane fue un reconocido artista. Su actividad fue muy abarcativa, ya que se desarrolló en varias facetas. Fue dibujante, grabador, ilustrador, muralista, pintor y diseñador de libros y objetos cerámicos. Nacido en Buenos Aires en 1910, era hijo de inmigrantes gallegos. A los seis años se trasladó con su familia a Galicia donde pasó su infancia y juventud. En 1936, a causa de la Guerra Civil Española, decidió exiliarse en Buenos Aires, donde desarrolló su mayor producción artística, en la que se destacan los grabados y los murales. Entre los años 30 y 70 Seoane pintó varios murales en diversos salones de entrada de edificios de la ciudad, particularmente en el centro y en el barrio de Belgrano. Entre los más conocidos se encuentran los del Teatro San Martín en 1955 y el de la bóveda de Galerías Santa Fe. Seoane falleció en Galicia en 1979.
Desde la mencionada galería nos dirigimos a apreciar otra exquisita obra de arte. Nos referimos a Escenas pastoriles (1911), que se hallan sobre los dos pisos superiores de la fachada de la denominada “Casa de los Azulejos”, ubicada en Paraguay 1330. La construcción de estilo art-nouveau fue proyectada por el arquitecto Benjamín Trivelloni. El frente se encuentra decorado con murales cerámicos, compuestos por azulejos realizados en Milán por Pío Pinzauti. Las escenas representan a una mujer armando manojos de heno y a un campesino sosteniendo a un toro por las astas. Estas figuras junto a las rejas de los balcones, unidos por esbeltas columnas de hierro, dan por resultado un conjunto armónico y uno de los edificios más pintorescos de la ciudad. Todos los asistentes nos quedamos varios minutos observando esos preciosos trazos de una delicadeza única. Una verdadera joya en pleno centro de Buenos Aires.