Manuel Belgrano y la educación artística
Por Josefina del Solar
El 20 de junio es en Argentina el Día de la Bandera Nacional, en homenaje y
conmemoración de la fecha en que falleció su creador, Manuel Belgrano, el 20 de junio de
1820.
Sin duda, en el país se recuerda a Belgrano por su participación en los hechos fundacionales
de la que es hoy la Argentina, y en especial por haber sido el creador de la bandera. Pero
además de esas importantísimas razones, también el prócer ha sido una figura muy rica e
interesante en otros aspectos.
Recordemos que fue abogado, periodista, economista, político, diplomático, militar.
Creemos que difícilmente pueda hallarse otra figura que haya tenido una presencia y un
papel tan relevante en todos los hechos que sentaron las bases de lo que iba a ser la
Argentina, y con el nivel de entrega, de patriotismo y desinterés que lo caracterizaron, al
punto que podemos decir que dio su vida por la causa del país.
Es muchísimo lo que puede decirse entonces sobre Belgrano, para encarar su figura desde
tantos aspectos como tuvo su vida. Pero en estas líneas queremos recordarlo en una faceta
en particular: como impulsor de la educación artística.
Cabe destacar que Belgrano tuvo una excelente educación. Hizo sus estudios universitarios
en la España borbónica, hacia finales del siglo XVIII. Fue a los 16 años, y allí se puso en
contacto con autores que eran lo más avanzado de la época. Se llenó de ideas que soñó para
impulsar la vida en su tierra natal. Se orientó mucho hacia los estudios económicos, por lo
que a su vuelta a Buenos Aires va a fomentar determinadas actividades productivas y el
comercio. Pero lo destacable en este caso es que Belgrano comprende la importancia de la
educación como un mecanismo indispensable en lo que hoy llamaríamos desarrollo. Incluso
comprende muy claramente, en un concepto que nos suena muy moderno, la relación entre
educación y economía. En el Correo de Comercio, periódico que se funda en 1809 y cuya
redacción estaba a su cargo, hace una dedicatoria a los labradores, a los comerciantes, y a
los artistas. Dice sobre estos: “Artistas, vosotros que dando una nueva fuerza a las
producciones de la naturaleza, sabéis acomodarlas para los usos diferentes a que
corresponden, y les añadís un nuevo valor con que enriquecéis al Estado, y aumentáis su
prosperidad”. Es notable lo avanzado de este concepto.
En varios de los informes anuales del Consulado, del que fue secretario, se refiere a la
necesidad de que la educación llegue a todos, a la gente del campo, por ejemplo, y dice
cómo debería hacerse. Es largo para extenderse aquí, pero una frase simplemente dice:
“… debemos tratar de atender a una necesidad tan urgente, como es la que estamos de
establecimientos de enseñanza, para cooperar con (…) la propagación de los
conocimientos, y formar al hombre moral, (…) que en adelante pueda ser útil al Estado, y
seguir con mayores fomentos en ramos tan precisos”.
Así es como en 1799 se funda la Escuela de Geometría, Arquitectura, Perspectiva y Dibujo, es
decir la primera escuela de Dibujo local. La actual escuela de Bellas Artes de primer ciclo
se llama precisamente Escuela Nacional de Bellas Artes Plásticas Manuel Belgrano, y se
considera heredera de aquella que se fundó por impulso de Belgrano, de allí su nombre, que
quedó asociado a la enseñanza de las artes plásticas.
También desde hace bastantes años se realiza el Salón de Artes Plásticas Manuel Belgrano,
con el que también se homenajea al prócer por su tarea como impulsor de la creación de la
primera Escuela de Dibujo.
FOTO: Manuel Belgrano, retrato atribuido a François-Casimir Carbonnier.