16 septiembre, 2024
En Retiro

Los palacios que ya no están

Por Josefina del Solar

Muchas veces nos ocupamos desde esta publicación del rico patrimonio arquitectónico del barrio de Retiro. Pero además de los palacios de esta zona que afortunadamente todavía forman parte de ese patrimonio, se da el caso de otros edificios de similares características que por diferentes razones fueron demolidos, es decir que se han perdido definitivamente, en detrimento del conjunto edilicio del barrio y de la ciudad toda. No nos será posible referirnos a todas las edificaciones de importancia que se han perdido, por lo que tomaremos aquí solamente algunas por considerarlas muy representativas.

Residencia de la familia Pereyra Iraola, en la calle Esmeralda, en una foto de fines del siglo diecinueve.

Comenzaremos mencionando a la que fuera residencia de la familia Pereyra Iraola, que estuvo en Esmeralda 1212 entre Arenales y Juncal, en el predio en el que actualmente se encuentra el moderno edificio de oficinas de la Cancillería Argentina. La propiedad había sido originalmente una quinta que en 1839 pasó a manos de Simón Pereyra -un rico comerciante de Buenos Aires y pariente de la esposa de Rosas- quien la adquirió por la suma de setenta mil pesos, importante para la época. Años después, hacia finales de la década del ‘80 del siglo XIX, el arquitecto Ernesto Bunge construyó en ese terreno una gran casa de estilo italiano, dotada de dos plantas, con un buen número de habitaciones para residencia de toda la familia Pereyra Iraola. Esta casa estaba dotada del máximo confort disponible para aquellos años. Poseía además lujosos ambientes destinados a biblioteca, sala de música, pinacoteca, sala de juegos, y hasta un laboratorio para fotografía. Varias generaciones de la familia vivieron allí, hasta que ya a finales de la década del ’60 del siglo XX la casa debió ser vendida. Con posterioridad se demolió, quedando solo de ella parte del muro exterior y un imponente árbol sobre la calle Esmeralda, que se conservaron cuando se construyó el nuevo edificio de la Cancillería.

Edificio que fue sede de la Embajada del imperio Austro-Húngaro hacia 1914.

Siguiendo con esta recorrida podemos mencionar también al edificio que estaba en la esquina de Esmeralda y Arroyo, y que fue sede de la Embajada del Imperio Austro-Húngaro. Fue construido por el arquitecto húngaro Jozsef Marcovich. A modo de anécdota recordamos que este arquitecto también construyó el que fue regalo de la comunidad austro-húngara a la Argentina con motivo del Centenario de la Revolución de Mayo: una Columna Meteorológica dotada de diversos instrumentos y un reloj solar, que fue instalada en Perú y Alsina. Con posterioridad los instrumentos fueron robados, nunca se encontraron, y la Columna fue trasladada en 1923 al Jardín Botánico, donde aún está. En cuanto al edificio que nos ocupa, la desaparición del Imperio Austro-Húngaro como unidad política luego de la Primera Guerra Mundial, lógicamente hizo que dejara de funcionar esta representación diplomática. El edificio posteriormente fue demolido y reemplazado por uno de departamentos, que posee un local comercial en su planta baja.

Y no podemos cerrar esta breve reseña sin hacer mención del que es sin duda uno de los más reconocidos e incluso más recordados de los importantes edificios que han sido parte del patrimonio de este barrio de Retiro y ya no están: el Palacio Ortiz Basualdo, que estuvo ubicado en la calle Arenales entre Basavilbaso y Maipú. En ese solar funcionó una conocida carpintería metálica en el siglo XIX, cuando la zona tenía una fisonomía muy diferente. Allí se construyó el Palacio por iniciativa de Nicolás de Anchorena y su esposa Mercedes Castellanos para ser obsequiado a su hija Matilde en ocasión de su casamiento con Carlos Ortiz Basualdo. Fue obra del prestigioso arquitecto belga Julio Dormal y se inauguró en 1904. Constaba de tres pisos, con una superficie de alrededor de 3000 metros cuadrados, entre la edificación propiamente dicha y el jardín, en el que resaltaba una magnífica fuente de mármol. En sus salones podían admirarse además finos tapices y otras obras de arte y antigüedades. Este palacio recibió además un premio municipal a la mejor fachada. Sus últimos moradores fueron los miembros de la familia Verstraeten Anchorena, hijos de un segundo matrimonio de Matilde Anchorena, que residieron allí hasta que el Palacio fue vendido y luego demolido en la década del ’60. Durante cierto tiempo el terreno permaneció baldío, hasta que fue construido el edificio de American Express que lo reemplazó.

Por otra parte y más allá de cualquier otra consideración, lamentamos particularmente la desaparición de este edificio, ya que conformaba un todo armónico con los restantes que rodean a la Plaza San Martín. Con posterioridad a esta penosa demolición fue dictada una Ordenanza Municipal destinada precisamente a resguardar ese excepcional entorno.

Foto de arriba:

  • El Palacio Ortiz Basualdo destacaba su imponente presencia en Arenales y Maipú.