8 septiembre, 2024
Cultura

Los cielos de Gainza

Por Marcela Davidson   (Para La Gaceta del Retiro)

La subjetividad siempre sensible, alcanza intensidades al capturar el cielo. El artista Jorge Gainza lo registra con su cámara, seguramente sabiendo que ese instante vivido solo le pertenece a sí mismo. Intento referirme al Augenblick, el Instante, que menciona Nietzsche en su obra Así hablaba Zaratustra. El Instante es la puerta que se abre entre el pasado y el futuro, el instante eterno, ya que la eternidad no tiene duración. Los Atardeceres de Gainza -cielos espesos de colores cambiantes, variaciones del poniente- sujetan su mirada interior, sus ojos y su máquina fotográfica se unen para dejar testimonio del instante eterno. Mientras los seres urbanos vamos perdiendo la eternidad de cada ocaso, es el artista quien con sus palabras nos menciona que muchos de nosotros estamos ajenos a “oír el sonido del atardecer”. En la gran ciudad, construida de edificios, es donde ni el horizonte ni los cielos se logran percibir. Así no advertimos cómo nos empobrecemos, ya que cada día perdemos un instante de eternidad. Virgilio escribió: “El tiempo huye imparablemente”. 
Sin embargo hoy existe el fotógrafo, también artista, que comparte su expresión para alertarnos y transmitirnos el mensaje debido. Gainza, a través de sus fotografías nos comunica y recuerda que el tiempo tiene, como lo advirtieron los griegos, su matiz cualitativo. Los griegos se referían al Kairós, la posibilidad de percibir el tiempo con la propia presencia. Hay intensidad en ese instante en el que solo percibimos la fuerza de la vida. Cuando Homero se refirió al Aión, condensaba la noción de juventud y de tiempo de vida, entonces es el instante, en el que el ciclo cósmico se hace presente.                                               Los cotidianos presentes de Gainza quedan registrados en casi todos los atardeceres y algunos amaneceres también, y son desde su casa, en un rango de 360 grados, territorio en el que él vive en tiempo cualitativo. Dice Jorge: “…y ahora que estoy lejos de todo, en La Cumbre, más precisamente camino a Cuchi Corral, descubrí ver lo que antes no apreciaba, cielos y paisajes que cambian todos los días; me encanta hacerlo…”. 
Trabajó en distintas revistas y agencias deportivas, su trabajo y viajes por el mundo le impedían focalizar como lo hace en esta etapa de su vida, en la que es soberano del tiempo contemplativo. Gainza abre cada día la puerta que separa al pasado del futuro para vivir el instante de eternidad. 

“Los atardeceres de Gainza dejan testimonio del instante eterno”.