8 septiembre, 2024
Salud

Los beneficios de la actividad física

Por Cristina Gozzi

Si de acuerdo con las estadísticas somos tan sedentarios, hay mucho que hacer para modificar esa actitud. La actividad física, en sus múltiples variantes, personalizada y dosificada, es sinónimo de bienestar y de prevención y hasta de tratamiento de enfermedades, incluida la depresión.

  El bajo nivel de actividad física o sedentarismo constituye uno de los mayores desafíos en el ámbito de la salud para este siglo.  Por ese motivo, resulta importante reconocer cuál es su impacto a nivel global, cómo se relaciona con ciertos factores de riesgo cardiovascular prevenibles, cuáles son los potenciales beneficios de mantenerse físicamente activo/a y de qué manera puede alcanzarse un estado de actividad física saludable y sustentable.
  “Se considera que la baja actividad física sería la causa del 10% de todas las muertes que se producen por año en el mundo. En la Argentina, según una encuesta nacional reciente, 54.7% de las personas son inactivas físicamente y esta baja actividad se presenta con mayor frecuencia en mujeres, en personas de mayor edad y en aquellas de menores recursos.  En nuestro país, como en el resto del mundo, los factores que favorecerían el sedentarismo son múltiples e incluyen cambios en el estilo de vida propiciados por la urbanización, los medios de transporte y el uso masivo de dispositivos que proponen formas de entretenimiento que eluden la actividad física”, sostiene  el doctor Claudio González (M.N. 60424), coordinador de la Sección Rehabilitación Respiratoria de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR).
   Asimismo, González destaca que el sobrepeso y la obesidad suelen asociarse a bajos niveles de actividad física, lo que aumenta la posibilidad de desarrollar diabetes, hipertensión arterial y finalmente, enfermedad coronaria, que es la primera causa de muerte a nivel mundial.  “En nuestro país, el 37% de las personas tienen sobrepeso y peor aún, el 20.8% tienen obesidad, por lo que casi 6 de 10 argentinos pesan más de lo recomendable”, acota.
  Siendo los humanos seres con capacidad de deambular, los beneficios de mantener un nivel adecuado de actividad física son múltiples. Y González señala por qué: “En las personas con sobrepeso u obesidad, los ejercicios físicos prescriptos por un médico capacitado u otro profesional idóneo en la materia, mejoran el trabajo cardíaco y respiratorio, disminuyen la posibilidad de desarrollar diabetes o hipertensión por el exceso de peso, fortalecen músculos y huesos, disminuyen el riesgo de padecer algunos cánceres y en los casos en que se cursa una depresión, generan una sensación de bienestar”. Y agrega que en la rehabilitación cardiovascular de aquellos pacientes que tienen hipertensión y/o enfermedad coronaria, un programa de ejercicios supervisado es aconsejable y mejora las condiciones del paciente.
  Respecto de las enfermedades respiratorias más frecuentes, su especialidad, González
destaca que la relación entre fumar tabaco y el riesgo de desarrollar EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) según los pacientes sean o no físicamente activos, es un tema por demás interesante.  Cabe mencionar que la EPOC causa tos con o sin flema, fatiga, dificultad para respirar y sibilancias. “En prolongados estudios europeos con personas que fuman, pero mantienen un nivel moderado a alto de actividad física, se ha observado que  tienen menor riesgo de desarrollar EPOC que aquellas que se mantienen sedentarias a lo largo de los años. “En aquellos pacientes que ya tienen EPOC, los programas de rehabilitación respiratoria, mediante un entrenamiento muscular supervisado y otras intervenciones, consiguen mejorar la sensación de disnea (falta de aire) y la calidad de vida, al reducir la frecuencia de internaciones y mejorar la expectativa de vida de los pacientes”, señala.
  En lo que concierne a otra patología respiratoria muy frecuente, el asma bronquial, González reconoce que salvo en casos puntuales de pacientes con asma grave de difícil control, los ejercicios físicos o incluso la competencia deportiva no suelen tener limitaciones bajo un tratamiento adecuado.  Si bien el entrevistado admite que entre el 40 al 90% de los pacientes con asma desarrollan el fenómeno del asma inducida por el ejercicio, aclara que es factible tomar recaudos para evitarlo o controlar dicho trastorno. “Las medidas incluyen un buen precalentamiento antes de competir, un simple aerosol o incluso un entrenamiento aeróbico, específicamente dirigido para evitar la aparición del mismo”, sostiene González
  El entrevistado agrega que poder alcanzar un nivel de actividad física saludable es tarea sencilla, sólo depende de la propia voluntad y de contar con el buen consejo de un profesional. Y agrega: “Según recomendaciones internacionales, toda persona sana requeriría realizar al menos 150 minutos de actividad leve-moderada por semana (caminatas, ciclismo, etc.) repartida en 5 días de 30 minutos o en 3 de 50 minutos.  Para patologías como la obesidad, la prescripción semanal debería duplicarse, pero siempre debe tenerse en cuenta la actividad física en la que el paciente se siente más cómodo, la finalidad por la que busca hacer actividad física y el acompañamiento familiar, grupal y profesional en la toma de sus decisiones”. Y destaca que los casos en los que se desaconseja practicar actividad física son excepcionales.   
 Como se ve, la práctica regular de ejercicios físicos es la consigna para mantenerse saludable y con buen ánimo.