La Línea C del subte: un aniversario de su inauguración
Se cumplen 89 años de la inauguración de la Línea C de Subterráneos de Buenos Aires, que une Constitución con Retiro. Ambas estaciones se encuentran junto a las terminales ferroviarias de los barrios homónimos. El acto de inauguración de esta línea tuvo lugar el 9 de noviembre de 1934 y fue encabezado por quien era entonces presidente de la Nación, Agustín P. Justo.
La Línea C se convirtió en la tercera de la red en brindar servicio al público. Ya se habían construido la Línea A en 1913 y la Línea B en 1930. La que nos ocupa fue la primera línea en contar con un trazado transversal, lo cual permitió mejorar el transporte urbano. Se estima que en la actualidad transporta unos 200.000 pasajeros por día hábil.
Circula principalmente bajo la avenida Ramos Mejía y las calles Esmeralda, Sarmiento, Carlos Pellegrini, Bernardo de Irigoyen y Lima Oeste. Tiene una extensión de 4,4 km y un total de nueve estaciones: Retiro, Gral. San Martín, Lavalle, Diagonal Norte, Av. De Mayo, Moreno, Independencia, San Juan y Constitución. Combina con la Línea A en la estación Av. de Mayo, con la Línea E en las estaciones Independencia y Retiro, y con las Líneas B y D en la estación Diagonal Norte.
La Línea C es un trazado de vital importancia para el subte de la Ciudad de Buenos Aires. Cumple funciones como distribuidor de pasajeros hacia las demás líneas del sistema y hacia los ferrocarriles Roca, Mitre, Belgrano y San Martín. Esto no es sorpresa, pues fue pensada para ello.
En la fecha citada se puso en servicio el primer tramo de la línea, desde la estación Constitución –cabecera del Ferrocarril General Roca- hasta Diagonal Norte, con una longitud de 2,8 km. En tanto, el 6 de febrero de 1936 la línea se extendió hasta la estación Retiro –cabecera del Ferrocarril Bartolomé Mitre-, llegando así a los 4,4 km actuales.
La Línea C, que se identifica con el color azul, es conocida como la línea de los españoles por las mayólicas y los murales de gran belleza presentes en sus estaciones, que representan paisajes de diversas regiones españolas. Los responsables de la ornamentación fueron dos argentinos: el arquitecto Martín S. Noel y el ingeniero Manuel Escasany, quienes trabajaron el estilo neocolonial.
A principios de la década del 30 la Compañía de Tranvías Anglo Argentina (CTAA) comenzó las obras, pero por diferentes motivos se paralizaron. La Anglo-Argentina era propietaria de la actual Línea A de subterráneo, y una empresa de peso en el rubro de las líneas de tranvías ya que manejaba el 80% de la red, pero se vio afectada por la Gran Depresión y la crisis mundial.
En ese contexto, el 30 de julio de 1930 el Concejo Deliberante aprobó el proyecto de la empresa española CHADOPyF (Compañía Hispano Argentina de Obras Públicas y Finanzas), mediante la ordenanza 4070, para construir la Línea C. En tanto, el proyecto que la CTAA tenía desde hacía décadas fue cancelado. La CHADOPyF estaba presidida por el ingeniero Rafael de Benjumea y Burín, Conde de Guadalhorce, Ministro de Fomento de España entre 1925 y 1930, bajo la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Las simpatías del noble hacia los regímenes totalitarios que en ese entonces florecían en Europa eran inocultables.
En febrero de 1939 se creó, en el marco del Tratado Roca-Runciman, la Corporación de Transportes de la Ciudad de Buenos Aires (CTCBA), órgano único de composición mixta (estatal y privada) que se quedó con el control de los tranvías, subterráneos y las primeras líneas de colectivos. La parte privada fue representada por la Anglo Argentina, que pasaba a tener el monopolio del transporte.
La CTCBA otorgó al subte de los españoles, siguiendo un criterio cronológico, la letra “C” con la que se la conoce desde entonces. En 1952 la CTCBA quebró y fue sustituida por la Administración General de Transportes de Buenos Aires (AGTBA), que dependía directamente del Ministerio de Transporte de la Nación. Posteriormente, AGTBA comenzó a desprenderse de todos los sistemas de transporte, salvo del subterráneo.
Al liquidarse, en 1963, el Estado la reemplazó por otra empresa de origen público, Subterráneos de Buenos Aires, que en 1977 adquirió plena autonomía al convertirse en una Sociedad del Estado, siendo el paquete accionario transferido a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires en 1979, situación que se mantiene hasta hoy, ya que Subterráneos de Buenos Aires (SBASE) es una Sociedad del Estado del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Dicha empresa es la propietaria legal de toda la red de subterráneos de Buenos Aires, incluyendo instalaciones fijas y material rodante, así como operadora natural y órgano de control en caso de concesión. La empresa operadora de la red es Emova.
Los coches Siemens-Orenstein & Kruppel fueron el material rodante de la línea desde su inauguración hasta que fueron retirados en 2007, siendo reemplazados por coches japoneses Hitachi-Nippon Sharyo, denominados “Nagoya” por proceder del metro de dicha ciudad, mientras que los trenes de los años 30 fueron transferidos a la Línea H. Los coches Nagoya pertenecen a las series 250, 300 y 1200.
En 2015 se sumaron 18 coches Nagoya Serie 5000 reacondicionados, con una capacidad para 115 pasajeros, un sistema que anuncia automáticamente las estaciones y aire acondicionado, frenos regenerativos que devuelven la energía no utilizada ahorrando energía y sistema de cierre automático de puertas con detector de velocidad. Los coches Serie 5000 representan el 50% de toda la flota.
En enero de 2020 se instaló un nuevo sistema de señales digital que reemplazó al antiguo, que era mecánico y se utilizaba desde 1934. Los sistemas de señales son los que permiten visualizar la posición y la velocidad en tiempo real de los coches, para de tal modo indicar si un tramo de vía está libre o no y así avanzar.
El sistema de la Línea C se denomina CBTC (Communications Based Train Control) y sustituye al ATS (Automatic Train Stop), en la que los encargados de operarlo dirigían los trenes maniobrando palancas metálicas instaladas en tableros de madera, con la ayuda de un reloj de aguja. Este modelo se cambió por tres monitores de computadora y un software de control de tráfico que proporciona mayor seguridad, y reduce notablemente la tasa de fallas así como las demoras y las interrupciones.
El otro gran beneficio fue la mejora en la frecuencia, brindando un servicio más regular a los miles de pasajeros que lo utilizan a diario. El sistema tiene el potencial para controlar una mayor cantidad de trenes de la flota actual, ya que permite que los coches circulen hasta a 30 metros de distancia entre sí, sin riesgo de impacto. Las reformas que se llevaron a cabo implicaron, además, el reemplazo de los paratrenes y los reguladores de velocidad electromecánicos por electromagnéticos.
El CBTC funciona desde el Puesto Central de Operaciones (PCO), ubicado debajo de la estación Moreno de la Línea C. Se encarga de operarlo una sola persona, un trabajo que con el anterior sistema demandaba nueve empleados repartidos en las estaciones cabeceras y otros dos en Moreno.
El plan de modernización contempló un cambio de cara en la estación de Retiro: la puesta en valor consistió en la colocación de lámparas LED, la pintura del cielorraso, el pulido de las paredes, la renovación del piso, la instalación de un ascensor para personas con movilidad reducida y la ampliación de la escalera que da salida a la avenida Ramos Mejía, lo cual favorece una circulación más fluida. Asimismo, se instalaron los carteles electrónicos del programa “Próximo Tren”, que indica el tiempo restante para la llegada de la siguiente formación. Los mismos se incorporaron en todas las estaciones.
Laura Brosio
Foto de Arriba: La Línea C es un trazado de vital importancia para el subte de la Ciudad de Buenos Aires.