Jaime Dávalos, el poeta del folklore
Por Josefina del Solar
Jaime Dávalos fue un exquisito poeta, que nació en Salta el 29 de enero de 1921 en el seno de una tradicional familia de esa provincia. Hijo del también gran escritor Juan Carlos Dávalos, expresó a su tierra natal con sonoridad única y muy personal. Falleció en Buenos Aires en 1981.
Puede decirse que fue un renovador de la poesía popular. Y lo fue indudablemente. Pero creemos sobre todo que Dávalos llevó la gran poesía al género folklórico. Creó una forma de decir que entroncaba con la más pura poesía española, transitando lo clásico sin dejar de pintar su aldea. A los de una cierta generación nos deslumbraba con sus metáforas sonoras, y cantábamos sus canciones con emoción. En lo personal puedo decir que siendo una chica de colegio todavía, Jaime Dávalos me acercó con su obra al conocimiento de la copla anónima que es la esencia de nuestro folklore poético, al tiempo que me abría todo un mundo con sus propios versos.
Y ni qué decir que Dávalos está hoy vivo en cada una de sus canciones. Con Eduardo Falú principalmente y con Ernesto Cabeza, primera guitarra de Los Chalchaleros –también algo menos con otros músicos- compuso joyas de nuestro cancionero de proyección folklórica. Las más conocidas: Tonada del viejo amor, Zamba de la Candelaria, La Nochera. También otras con poesía y música propias, como Canción del jangadero, son solo ejemplos de esas maravillas surgidas de su expresividad y que se cantan en cualquier rincón de nuestra patria. Interpretadas por diferentes artistas, pero también por personas anónimas que las llevan en su memoria emotiva, como parte de su bagaje cultural.
Dávalos tuvo siete hijos. La mayor de ellos Julia Elena Dávalos, exquisita cantora ella misma y hoy notable pintora, ha vertido también con calidad incomparable el arte de su padre. Incluso ha grabado discos con él, y en su rico repertorio están sus temas.
Queríamos hoy simplemente recordar a Jaime Dávalos. Pero creemos que no hay mejor forma de recordarlo que gozando de su poesía. Por eso queremos compartir este soneto, que es casi una declaración de principios del poeta.
Idioma
Este idioma en que canto y me confieso
encumbrado en el genio de Cervantes
llegó a expresar con claridad radiante
la raza que se cimbra entre mis huesos.
Y se expresaron, como yo me expreso
-aunque decirlo así sea pedante-
Lope, Quevedo y Góngora ¡gigantes!
devoto de los cuales me confieso.
Me anuqué con Hernández y Lugones,
y el habla me entregó en los bodegones
los dichos de las coplas y cantares;
de boca de mi padre, sal y vino,
recibí el verbo como don divino
para nombrar silencios populares.
Jaime Dávalos