Interrogante sobre el destino de un inmueble
– Por Laura Brosio
En la apacible calle Sargento Cabral, de tan sólo una cuadra, que desemboca en la Plaza San Martín y que se peatonalizó el año pasado, entre distintos edificios irrumpe una imponente construcción que despierta la curiosidad de los peatones. Se trata del inmueble que era sede hasta hace poco de la Segunda Iglesia de Cristo Científico. De estilo neoclásico norteamericano, fue ideado por los arquitectos Calvo, Jacobs y Giménez e inaugurado en 1929. Sus veinte metros de frente tienen al ladrillo como material dominante, con algunos tintes de símil piedra. Las tres columnas contienen sendas puertas de acceso idénticas que constituyen verdaderas bellezas: están talladas y poseen remaches de bronce muy elaborados. Sobre cada puerta se observan semicírculos decorativos muy bonitos con motivos como un libro abierto, laureles y rayos solares. Sus estrechas ventanas son de guillotina. En la parte superior de la fachada está estampado su nombre en inglés.
Este culto se trata de un grupo cristiano basado en la Biblia que preconiza un sistema de curación espiritual centrado en la oración. Fue fundado por Mary Baker Eddy en Estados Unidos en 1875. En nuestro país se comenzó a conocer a fines del siglo XIX y alcanzó difusión en 1904 cuando viajeros que estaban de paso por nuestra ciudad y profesaban la Ciencia Cristiana organizaron oficios religiosos.
En cuanto al inmueble que nos ocupa situado en este barrio de Retiro, data como ya señalamos, de 1929. Después de estar más de tres años ofrecido en venta, la propiedad acaba de venderse. Vecinos de la calle Sargento Cabral y sus inmediaciones han manifestado su preocupación en más de una oportunidad por el destino del edificio, esperando que no sea demolido ni tampoco transformado en su estructura, en consideración a su valor arquitectónico y patrimonial. En este sentido podemos señalar que está catalogado con nivel de Protección Estructural, de acuerdo a la Ley 3103 sancionada por la Legislatura porteña el 2 de julio de 2009. Esto implica que no se lo puede demoler bajo ningún concepto, y que se fijan límites contundentes para realizarle cambios o ampliarlo.
El edificio contiene un gran ambiente que se utilizaba para reuniones y una biblioteca, es decir que su distribución dificulta darle usos diferentes a los que tenía hasta ahora sin que se le puedan hacer cambios estructurales.
Su venta reciente abre ahora una incógnita, ya que si bien se trata de un edificio protegido, a partir de la nueva situación no parece estar definido todavía qué destino tendrá esta majestuosa y peculiar propiedad que engalana la calle Sargento Cabral desde hace casi noventa años.