Hermenegildo Sábat: una cita con su arte
Una verdadera fiesta del arte. De ello se trata la muestra Hermenegildo Sábat. Maestro
del Retrato, que se desarrolla desde abril en el Museo Nacional de Arte Decorativo,
situado en Av. del Libertador 1902, con entrada libre y gratuita. Fue declarada Evento de
Interés Cultural por la Legislatura porteña. Efectivamente, posee un gran valor artístico,
histórico y social. La exposición, que está abierta de miércoles a domingo de 13 a 19,
culminará a fines de julio. Hay visitas guiadas y actividades especiales. Los curadores son
Hugo Pontoriero y Cristina Santa Cruz.
Se presentan más de doscientas obras originales del género retrato, incluyendo piezas
inéditas, realizadas en diversos materiales secos y húmedos sobre lienzo o papel. La
exhibición está dividida en diez núcleos temáticos, a través de los cuales el genial artista
uruguayo representa músicos, artistas, deportistas, escritores, pensadores y personajes
históricos, todos célebres y esenciales en su actividad.
Se destacan su gran destreza técnica y su capacidad para trabajar con los más variados y
hasta insólitos materiales: óleo, acrílico, tinta, carbonilla, pastel, gouache, acuarela, grafito,
lápiz color, marcador fosforescente, sanguina, corrector líquido, lavandina y restos de café,
utilizados en el retrato del escritor Charles Dickens. Sábat era muy audaz en la mezcla de
materiales y, a pesar de ello, nunca fallaba, siempre lograba que todo quedara bien. Gran
parte de la exposición está compuesta por dibujos pero también hay pinturas con pluma o
pincel, esgrafiado, repujado y collage.
“Sábat fue un precursor al contar la Historia en tiempo real –tan en línea con la
instantaneidad actual- y no como una estampa del pasado. Su sentido de la observación se
ve reflejado en sus ilustraciones periodísticas, aclamadas por su humor mordaz e inteligente
y su crítica social. Sábat supo expresar su visión del mundo a través de acertados tonos en
cada retratado”, señalan los curadores. Cada una de sus piezas constituye una clase
magistral que refleja el alma humana y, al mismo tiempo, construye una identidad en la
cultura nacional.
Apenas entramos a la exposición, vemos una gran foto de cuerpo entero -que ocupa toda la
pared y preside la sala-, de “Menchi”, como le decían. Sonriente, parece invitarnos a pasar
para compartirnos su arte; incluso algunas obras, creadas hace décadas, cobran una
inusitada actualidad. Era un eximio dibujante y acuarelista, y un auténtico maestro de la
caricatura. Ávido lector de biografías, ello le permitía conocer mucho a los personajes a ser
retratados, según contó la curadora que ofició de guía.
Fanático de la música, especialmente del jazz, el tango y la música clásica, Sábat siempre
trabajaba con alguna melodía de fondo. Además, consideraba importante ir a la redacción
para ver el humor social, un ingrediente que no podía faltar, sobre todo en sus dibujos
referidos a la actualidad. No dibujaba, pintaba directamente con el pincel.
El guion curatorial de la exposición rescata textos relativos a Sábat firmados por
personalidades cercanas al maestro: María Elena Walsh, Julio María Sanguinetti, Roberto
Fontanarrosa, Robert Cox y Horacio Spinetto. Para Walsh, “Sábat nos enseña a leer imágenes. La rutina no lo petrifica, la precariedad de la impresión lo estimula y entonces
cambia de estilo, despista a sus imitadores y se torna más inconfundible”. En tanto,
Sanguinetti opina que Sábat es un “periodista que con la imagen describe, exalta o condena,
historiador de lo instantáneo que para siempre congela un momento o un episodio”.
Se destacan algunos retratos emblemáticos como el de Marilyn Monroe. En pocos trazos se
muestra toda su sensualidad y su sufrimiento, Sábat le saca el alma al personaje. Cómo
olvidarse de la imagen de Carlos Menem aferrado a su silla presidencial y con un león en la
cabeza, un clásico de la obra de Sábat. El personaje que más representó fue Carlos Gardel,
ya que lo veía como un símbolo de nuestro país. Se puede apreciar al Zorzal con una
enorme sonrisa y una bandera argentina en movimiento. En otra pieza conmovedora, vemos
a Gardel –con el sombrero en alto- y Raúl Alfonsín, ambos muy sonrientes, dándole la
bienvenida a la democracia.
A aquellos personajes por los cuales sentía afecto o admiración los retrataba alados. Así
vemos a María Elena Walsh –se le cae una lágrima-, Tato Bores, Gabriel García Márquez,
Aníbal Troilo, Pablo Picasso, Héctor Oesterheld, Ernesto Sabato, Roberto Goyeneche,
Astor Piazzolla, a quien le dibuja un corazón arriba del bandoneón.
Contemplamos a un Jorge Luis Borges con un ojo cerrado y un gesto adusto, a Julio
Cortázar con expresión seria y mirando para arriba, a Jorge Bergoglio compungido cuando
es cardenal mientras que sonríe en su carácter de Papa, en una acuarela muy trabajada. A
Guillermo Vilas lo ilustra en movimiento al igual que a Lionel Messi, retrato en el cual
resalta la velocidad y no la cara. En el caso de Louis Armstrong, Sábat coloca en primer
plano su enorme dentadura, el aclamado trompetista sonríe a más no poder, con los ojos
cerrados.
Muy elocuente resulta el dibujo de René Favaloro, en cuyos ojos puede adivinarse el peso
de la corrupción que lo estaba atormentando. Algo similar sucede con Edgar Allan Poe, en
quien percibimos una mirada torturada. Vincent van Gogh aparece entre enojado y
desconcertado, representado con la técnica del puntillismo. A Roberto Arlt lo pinta de un
verde furioso, haciendo referencia a su novela El juguete rabioso. No falta un retrato de
The Beatles, efectuado en 2005 en carbón y lápiz, tampoco de Diego Maradona, dibujado
con una lágrima en el contexto de la situación dramática que estaba viviendo en los ’90.
Podemos observar dos autorretratos de Sábat, realizados en 1998 y 2008, en carbón y tinta
respectivamente. En ambos se muestra con una sonrisa franca y pícara. En uno de ellos se
dibuja con su infaltable lápiz negro.
Acerca del artista
Considerado uno de los mejores retratistas latinoamericanos del siglo XX, Hermenegildo
Sábat nació en el barrio de Pocitos de Montevideo en 1933 en el seno de una familia de
clase media culta. No estudió dibujo, Sábat decía que había aprendido a dibujar viendo los
dibujos e ilustraciones del español, radicado durante muchos años en nuestro país,
Alejandro Sirio. Su trayectoria se inició trabajando en dos diarios de Montevideo, Acción y
El País. En la década del 50 vivió algún tiempo en Estados Unidos, donde conoció a varias
figuras del jazz, luego retratadas en sus dibujos y pinturas. En 1966 se trasladó a Buenos
Aires y tras haber pasado por La Opinión, Primera Plana y Atlántida, ingresó al diario
Clarín en 1973, medio donde publicó sus dibujos durante 45 años hasta su fallecimiento en
2018, a los 85 años, víctima de un infarto.
Sábat no se limitó al arte del retrato sino que también incursionó con talento en la pintura,
la ilustración, el periodismo gráfico, la edición de libros, la fotografía, la música, la
escultura e incluso la poesía. Se estima en 3000 la totalidad de sus obras. Asimismo, se
desempeñó como docente. Publicó treinta libros acerca de sus pasiones: la pintura, la
música, la literatura y la actualidad argentina e internacional.
Realizó numerosas exposiciones de dibujo, pintura y fotografía en la Argentina y en el
exterior. La última exhibición de su obra en un museo nacional fue en el Museo Nacional
de Bellas Artes en 1997. Fue honrado con el título de Personalidad Emérita de la Cultura
Argentina en 1997. Obtuvo el María Moors Cabot Award (Periodismo, Columbia
University, New York, 1988). Sus trabajos fueron publicados en varios de los principales
medios periodísticos y gráficos del mundo: The New York Times, L'Express, American
Heritage, Punch, O Globo, etc. Durante seis años publicó y editó la revista de Artes
Visuales Sección Áurea. En 1997 fue nombrado Ciudadano Ilustre de Buenos Aires y
ocupó la presidencia de la Academia Nacional de Periodismo. En 2017 recibió el Konex de
Brillante de Comunicación-Periodismo.
Laura Brosio
FOTOS:
– Una gran foto de cuerpo entero de Sábat ocupa toda la pared y preside la sala de la
muestra.
– Marilyn Monroe retratada por Sábat.