Franz Schubert: de Viena a Puerto Madero por la Cantoría Lugano en el Día de la Música
Cuando la ciudad de Buenos Aires sumó un nuevo barrio a su organización catastral a partir del rellenado
de terrenos próximos al Río de la Plata, cambió definitivamente el paisaje del sudeste porteño.
Prontamente accedimos a la Reserva Ecológica a través de la ordenanza 41.247/88, la que a su vez puso
fin al Balneario Municipal en la Costanera Sur creado en 1918. Atrás quedaron aquellas noches calurosas
de verano en torno a la cervecería Munich donde hoy funciona la Sede de la Dirección General de
Museos.
Luego, hacia 1989, se creó la Corporación Antiguo Puerto Madero, se comercializaron unas 170 hectáreas
y se inició la urbanización. Así nació el barrio de Puerto Madero cuyas calles se identifican con nombres
de célebres mujeres argentinas las que, durante los fines de semana son recorridas por numerosos turistas
argentinos y extranjeros en busca de sol y naturaleza.
Entre esas mujeres argentinas que nos enorgullecen, podemos citar a Cecilia Grierson (1859-1934), la
primera argentina que obtuvo el título de doctora en medicina (ver
https://www.lagacetadelretiro.com.ar/cecilia-grierson-primera-medica-argentina-y-pionera-del-
feminismo), a Elvira Rawson de Dellepiane (1867-1954), activa luchadora fundadora de la Asociación Pro
Derechos de la Mujer Argentina; a las educadoras Juana Manso (1819-1875), Rosario Vera Peñaloza
(1873-1955), Olga Cossettini (1898-1987) y Martha Salotti (1899-1980) y a la cantante Aimé Painé
(1939-1987), llamada la “princesa mapuche”, que fue una luchadora por los derechos de su gente y de los
pueblos originarios que extendían sus territorios en las actuales Chubut, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz
y Tierra del Fuego.
Justamente en el número 1698 de Aimé Painé, se construyó la Parroquia “Nuestra Sra. de la Esperanza”
en terrenos otorgados al Arzobispado de Buenos Aires y bajo el cuidado de la Prefectura Naval
Argentina. Allí, viene desarrollándose desde hace varios años, un interesante Ciclo de Conciertos
organizados por el Padre Pedro Baya Casal, quien además realiza una meritoria labor pastoral en el
cercano Barrio Rodrigo Bueno ubicado en los antiguos terrenos que pertenecieron a la ex Ciudad
Deportiva de Boca Juniors.
Lo cierto es que el pasado 22 de Noviembre, Día de la Música y Día de Santa Cecilia, Patrona de la
Academia de la Música en Roma y Patrona de la Música en todo el mundo, la Cantoría Lugano fundada
en 1972 por su actual Director, el Mtro. Eduardo Raúl Vallejo, ofreció un maravilloso concierto
interpretando la Misa en Mib Mayor D.950 de Franz Schubert.
La Cantoría Lugano, con un destacado recorrido profesional en ámbitos nacionales e internacionales,
desarrolla una intensa actividad relacionada con la música coral. En su repertorio, aborda obras de música
de cámara, repertorio sinfónico – coral, autores románticos y contemporáneos, e incluye tanto música
académica como obras argentinas de raíz popular. En su vasta trayectoria, se presentó en varias
oportunidades en el Teatro Colón de Buenos Aires y en ciudades como New York (Carnegie Hall), Punta
del Este, Verona, Asís, Roma, Vaticano y otras. Participó en la Misa Solemne ofrecida en la Basílica de
San Pedro, y brindó conciertos en la Iglesia San Ignacio de Roma interpretando en estreno europeo la
Misa de Corpus Christi del compositor argentino Mtro. Antonio Russo, junto a la Orchestra Roma
Symphonia de Italia.
En octubre de 2013, la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires declaró de Interés Cultural
las actividades del coro Cantoría Lugano. En 2022 lo distinguió por sus primeros 50 años de trayectoria
ininterrumpida, oportunidad en la que también fue distinguido su Mtro. y Fundador el Prof. Eduardo
Vallejo; y en 2023, recibió un premio a la trayectoria otorgado por el Honorable Senado de la Nación.
El inicio del concierto estuvo galardonado por las palabras del ingeniero y músico Frank Marmorek,
conocido productor de Ópera, y a su vez Fundador y Presidente de la prestigiosa compañía Buenos Aires
Lírica. En su detallado discurso, introdujo a la audiencia en la vida y obra del compositor Franz Schubert,
para luego referirse exclusivamente y con relevantes detalles a la Misa en Mi bemol, D 950.
Cabe recordar que según el orden del musicólogo austríaco Otto Erich Deutsch, la Misa en Mi bemol, D
950 es la sexta Misa del compositor y que la letra D, responde justamente a su catalogación.
Dicha composición, fue compuesta por encargo de Michael Leitermayer, Director de Coro de la Iglesia de
la Santísima Trinidad de Viena y tuvo su estreno luego del fallecimiento de Franz Schubert. Con algunas
influencias beethovenianas, la obra posee también algunas referencias a Bach, Mozart y Haydn. El
desafío interpretativo, además de la sólida formación que requiere para todos sus intérpretes, es la
diversidad de matices que ofrece su partitura.
La obra fue compuesta para soprano, mezzosoprano, dos tenores, un bajo y coro con una instrumentación
que consta de dos oboes, dos clarinetes, dos fagotes, dos cornos, dos trompetas, tres trombones, timbales
y cuerdas. Un aspecto relevante de la obra, es cierta omisión de textos litúrgicos con el objetivo de
profundizar la expresión y realzar un aspecto particular del significado.
Las voces solistas estuvieron a cargo de Ayelén Isaías, soprano y Estefanía Cap, mezzosoprano, ambas
integrantes del Coro Estable del Teatro Argentino de La Plata; Ricardo González Dorrego, tenor,
integrante del Coro Polifónico Nacional; Carlos Ullán, tenor diplomado del Instituto Superior de Arte del
Teatro Colón, y Leonardo Fontana, bajo, integrante del Coro Estable del Teatro Colón.
Franz Schubert, quien en su niñez integró el Coro de la Capilla de la Corte de Viena, hoy “Niños Cantores
de Viena”; es célebre por la composición de más de 600 Lieder, que son canciones propias del
Romanticismo Alemán para voz y piano basadas en poemas líricos, siete sinfonías completas, óperas,
música incidental, obras para piano y música de cámara y el Quinteto “La trucha”.
Durante el desarrollo del concierto, el silencio fue absoluto y se apoderó del recinto como fieles
seguidores a una divinidad presente. A su vez se observó público compenetrado en la audición y la
escucha atenta. Terminada la obra, el aplauso fue cerrado y continuo, a la vez que obligó a un breve bis.
El Mtro. Eduardo Vallejo saludó en varias oportunidades a la audiencia. Invitó a hacer lo mismo a los
solistas, al coro Cantoría Lugano, a la Orquesta de la mano de su concertino, el Mtro. Sergio Polizzi y a
su Asistente de Dirección el Mtro. Hernán Fassa.
Los vítores y los aplausos se multiplicaron durante un tiempo significativo, dando cuenta de un concierto
de nivel superlativo en la más brillante exposición de lo que significa abordar un repertorio sinfónico –
coral.
La precisa dirección del Mtro. Eduardo Vallejo otorgó a la obra momentos de exaltación y esplendor
como así también de recogimiento y meditación. Cantoría Lugano por su parte, demostró con amplio
margen por qué es reconocido nacional e internacionalmente. Sin dudas, en la música, el trabajo
consensuado, disciplinado y comprometido tiene sus resultados en el tiempo.
Los que ocasionalmente participamos como músicos intérpretes en este concierto, además de disfrutar la
obra, recibimos la camaradería, la amabilidad y la cordialidad del coro Cantoría Lugano, que ha
demostrado ofrecer una propuesta artística de alta jerarquía y dar cuenta de un haber conformado un
grupo humano fortalecido y comprometido en todas y cada una de sus acciones.
El futuro siempre nos deparará sorpresas. Los excelentes conciertos en “La Esperanza” ya gozan de un
público habitual y de masiva concurrencia.
Hugo René Sanz