25 noviembre, 2024
Historia

Cómo se festejaban las Fiestas Mayas en Buenos Aires

Por Josefina del Solar

El 25 de Mayo se festejaba muy entusiastamente en la Ciudad de Buenos Aires durante el siglo XIX, con gran algarabía popular. Y como los festejos duraban varios días se los conocía como Fiestas Mayas. Estas celebraciones se extendieron durante varias décadas. Ya durante el siglo XX en su segunda mitad, muchos podemos recordar de nuestra infancia festejos más acotados –actos escolares, desfiles- pero que sin duda han dejado en cada uno la impronta de una emoción patriótica imborrable.

Charles H. Pellegrini: El Retiro (litografía). 1841.

En la actualidad se ha ido perdiendo ese fervor; y el presente que vivimos, signado por la pandemia, va a influir seguramente para que este año 2021 sea muy pobre en ese sentido. Por eso y quizá más que nunca resulta interesante saber cómo se festejaba en otros años esta fecha tan esencial en la historia argentina.

Reiteramos que la fecha patria ha dado lugar en otros tiempos a grandes celebraciones, adecuadas a las posibilidades y los recursos de que disponía Buenos Aires cuando todavía era  una gran aldea. Estas se daban en la Plaza de Mayo pero también en otras plazas y lugares abiertos como El Retiro -la actual Plaza San Martín- donde se realizaban entretenimientos que eran del gusto popular, aunque eran presenciados por un público amplio, incluyendo a las autoridades.  Esto puede verse en las ilustraciones de época sobre el particular, como las que se muestran en esta página. Pero también existen diversos testimonios en relatos de quienes han presenciado los festejos y cuentan detalles de cómo eran esas fiestas.

Entre los testimonios escritos podemos señalar el de un viajero que firmó su relato sobre los cinco años que pasó en Buenos Aires –entre 1820 y 1825- con el enigmático seudónimo de “Un inglés”.  Sobre el tema de los festejos de Mayo, señala el cronista:

El 25 de Mayo de 1810 marca el nacimiento de la independencia argentina. El suceso es recordado anualmente con un festival que dura tres días. Comienza la noche del 24, en que la Plaza es iluminada mediante un amplio círculo de madera que rodea la pirámide. La madrugada del 25  los muchachos cantan el Himno Nacional frente a la pirámide. Durante el día tienen lugar varios festejos: se plantan palos enjabonados que tienen en su extremo superior chales, relojes y bolsas con dinero. Quien logra trepar al palo obtiene cualquiera de esos premios (…). También hay un ingenioso aparato llamado ‘rompecabezas’, que consiste en una estaca colocada longitudinalmente sobre pivotes, a la que se sube por una soga. La dificultad consiste en pasar por esta estaca. Cientos de personas fracasan; el ganador se lleva como premio una moneda”.  El relato se extiende en la referencia a los festejos mencionando las bandas de música que tocaban en las galerías del Cabildo, la función nocturna de teatro,  la distribución de premios a los estudiantes destacados en la iglesia del Colegio, los bailes en un tablado de la Plaza, los desfiles de coches ornamentales con personas disfrazadas, la música que se tocaba en esos desfiles, y otros detalles más. También se refiere a la participación de las autoridades:

El 25 de Mayo el gobernador y otras personalidades políticas y eclesiásticas se dirigen a la Catedral, donde se oficia un servicio solemne”, dice, para concluir con la descripción de alguna celebración especial, como la realizada por el Gobernador Las Heras, que consistió en una gran comida en el Fuerte, a la que asistieron importantes invitados locales y extranjeros.

Otro testimonio interesante sobre este tema es el del escritor y médico argentino José A. Wilde, quien, al describir distintos aspectos de la vida en Buenos Aires entre 1810 y 1880, señala, refiriéndose a estos festejos:

Las fiestas mayas constituían una de las recreaciones anuales: fueron establecidas y declarado de fiesta cívica el 25 de Mayo de cada año, por la Asamblea de Buenos Aires, el 5 de mayo de 1813. Duraban desde el 23 hasta el 26, día en que, como hasta hoy, distribuía desde su instalación, la Sociedad de Beneficencia, los premios en las escuelas confiadas a su dirección. De notarse es, que en esos cuatro días de regocijo, y en que el pueblo se entregaba libremente a sus expansiones, ni un desorden ni un robo ocurría. Los niños, y especialmente los de las escuelas de la patria, como también hoy se acostumbra al pie de la pirámide, a saludar el sol glorioso del 25 de mayo entonando el Himno Nacional”.

La Plaza de Mayo iluminada para el Centenario, 1910. AGN.

Esto último podemos relacionarlo con el conocido gato que cantaba Carlos Gardel, llamado “El sol del 25”, que dice: “El sol del 25/ viene asomando/ y su luz en el Plata/ va reflejando/.(…) Al pueblo, al gauchaje/hace el entusiamo/ temblar de coraje/. Y hasta parece/que la estatua ‘e Belgrano/se estremeciese…”  No hay dudas de que esta letra hace referencia a ese “velar la Patria” que se hacía la víspera del 25 de Mayo, esperando al pie de la pirámide la salida del sol para entonar el Himno. Y la letra de la canción está situando la ceremonia indudablemente en la Plaza de Mayo, lo que confirma también las descripciones que consignamos aquí. “El sol del 25” fue compuesto en 1910, en ocasión del Centenario de Mayo, lo que indicaría que todavía estaban frescas esas ceremonias.

Continúa relatando Wilde: “Existía mucha semejanza en las fiestas de cada año, como sucede aun hoy mismo, que a la verdad poca variedad ofrecen”. Recordemos que Wilde escribió su texto en 1880, y lo que dice confirma también que para esta época los festejos continuaban siendo los mismos que varias décadas atrás.

Algunas precisiones más de este interesante testimonio: “En 1822, y creemos también en 23, había a más del palo enjabonado, rompecabezas, calesitas, etc. (…) Había entre otras diversiones, la de las danzas, niñas y niños elegantemente vestidos con los colores de la patria. Estas danzas bailaban en la plaza sobre un tablado construido con ese objeto. Elegían de entre las niñas una de las más airosas y bonitas: llevábanla por las calles en un carro triunfal fantásticamente adornado y tirado por cuatro hombres disfrazados de tigres, leones, etc. Las danzas iban siguiendo el carro en orden de formación”. Continúa con algunos detalles más sobre la realización del Tedeum, las formaciones militares en la Plaza, la música, y sobre el uso de cohetes, que –señala- causaron algunos accidentes muy graves, alguno de los cales menciona expresamente. Wilde coincide con el viajero inglés en que durante los días que duraban los festejos no había desórdenes ni robos.

El Centenario de Mayo, en 1910, fue importante en materia de celebraciones, claro que ya organizadas desde el gobierno de entonces, y se dio en un país que había experimentado muchos cambios. Merecería por supuesto una nota aparte, considerando además que significó mucho para Buenos Aires y en particular para el barrio de Retiro sobre el cual nos ocupamos especialmente, pero eso excedería este espacio. Publicamos entonces solo una ilustrativa foto que muestra la Plaza de Mayo iluminada para la ocasión.

Foto de arriba:

– Charles H. Pellegrini: Fiestas Mayas (litografía), 1841.