El Seminarista inauguró dos ciclos musicales
Por Josefina del Solar
Ramiro Campodónico y Adelaida Negri.
El Seminarista, ópera de cámara del compositor y pianista argentino Ramiro Campodónico, inauguró recientemente dos ciclos musicales que dirige la gran soprano Adelaida Negri: el de música clásica de la Basílica del Socorro, y los recitales líricos de la Casa de la Opera de Buenos Aires.
El argumento de esta ópera trata de una joven que está muy enferma y de su hermano, quien pide para ella la asistencia espiritual de un seminarista. Este dice no poder suministrarle el sacramento porque aún no es sacerdote, pero le ofrenda a la joven dormida un relato alegórico que despierta en ella las fuerzas de la vida y el amor, produciendo el milagro de su curación.
Antes de la realización de los conciertos entrevistamos al compositor y la cantante para conversar sobre esta ópera, su argumento, y la trayectoria que está teniendo desde su estreno.
Vamos a hablar de El Seminarista, pero antes contanos cómo fue tu formación como músico, y cuáles son tus intereses en ese sentido.
Ramiro Campodónico: Mi formación empezó desde muy chico con mi madre, gran pianista y docente. Luego estudié piano con Dora Castro, una de las grandes pianistas de nuestro país, y composición con los maestros Roberto García Morillo y Valdo Sciammarella. Tuve oportunidad de formarme en Alemania, y el vínculo con la música no tuvo que ver sólo con algo teórico sino con el contacto permanente con ese mundo: ver ópera, ir a conciertos. Con mi madre recorríamos salas de conciertos, íbamos al Colón. En esta ocasión me siento particularmente honrado de esta colaboración con Adelaida Negri, porque yo tuve oportunidad de conocerla en la primera Aída que vi en el Colón, una Aída inolvidable con puesta del maestro Roberto Oswald. Por eso para mí en este momento estar aquí sentados con ella, charlando juntos, es un regalo de Dios.
Claro, y a Adelaida le vamos a pedir enseguida que nos dé su opinión sobre la obra. Y ¿cómo surgió la idea, cuál fue tu inspiración?
R. C: Independientemente de El Seminarista, creo que la actitud de todo creador es una actitud eminentemente contemplativa. Casi como la de un monje. Hay una frase muy bella de Rilke, poeta al que admiro mucho, que dice que nosotros libamos la miel de lo visible para almacenarla en la gran colmena de oro de lo invisible. Creo que con el transcurso del tiempo uno va tomando contacto con ciertas realidades que lo habitan y lo trascienden; y muchas veces esas realidades que son intangibles, que no se ven, no se tocan, después se transforman en un hecho físico, un hecho sonoro, o visual en el caso del pintor. Y así creo que toda obra de arte es el fruto de una larga incubación interior que por alguna circunstancia ve la luz. En el caso de El Seminarista hubo un fundamento que fue mi amistad con el crítico musical Oscar Thompson. Con él tuve una gran amistad y un profundo vínculo de intereses artísticos. Compatibilizábamos muy bien musical, humana y estéticamente, incluso por fuera de la música, en el concepto del arte, de la vida. Oscar escribió un libro inédito, una serie de relatos sobre su vida, como persona que conoció todo el mundo. Creó un libro bellísimo, con historias cortas, que a él le ocurrieron en la realidad. En una oportunidad me propuso la posibilidad de crear una ópera, porque era una persona muy afín al mundo de la ópera, y sabía de mi devoción por el género. Conociendo el libro apareció la historia del seminarista, que a él le aconteció en la vida real. Son tres personajes, uno de ellos es el mismo Oscar. El me dio completa libertad para trabajar sobre esa historia, de la que tomé como punto de partida el ámbito realista en el cual surgió para llevarla al plano de ensueño, un plano simbolista, con aditamentos literarios, argumentales, estéticos incluso, que me venían habitando desde hace tiempo, y que encontré la oportunidad de plasmar tanto dramatúrgica, poética, como musicalmente en esta historia.
La obra tuvo una importante repercusión en los últimos tiempos. ¿Cómo lo sentís eso como compositor?
R. C: Como ópera de cámara, la obra está concebida de manera original con piano, no se trata de una transcripción sino que es una obra para tres voces solistas y piano; y los intérpretes para los cuales la obra fue creada son los que la vienen haciendo desde su estreno, grandes figuras de la lírica en nuestro país: Carlos Ullán, Graciela Oddone, Ernesto Bauer y el maestro Guillermo Salgado en piano. Y desde el estreno, aunque hemos hecho versiones de concierto, se han ofrecido también versiones escénicas de la mano de uno de los grandes directores del cine y el teatro argentinos como es Oscar Barney Finn, con lo cual creo que la suma de los elementos: la obra en sí misma y los intérpretes, tanto musicales como escénicos, han contribuido a que la obra siguiera este camino. Y también hay un hecho fundamental: que luego del estreno, la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina la reconoció como uno de los principales estrenos nacionales.
También hubo una carta del Papa…
R. C: Sí, es una historia maravillosa. A través de un sacerdote argentino muy amigo del Papa desde su juventud, con el cual compartían además intereses musicales, llegó a sus manos un documento fílmico de la obra junto con una carta que yo le escribí. El sacerdote le entregó todo después de una misa en Santa Marta, y yo supe eso pero no esperaba que llegara una respuesta del Papa un mes después. Fue en noviembre del 2013. La carta es bellísima, y ha sido un regalo de Dios.
¿Estás componiendo algo nuevo actualmente?
R. C: La principal editorial de música actualmente en la Argentina, como es la del Instituto Luchelli Bonadeo, que editó música de grandes compositores, editó hace poco tiempo Con ojos de niño, una obra mía que le dediqué a mi madre y que tuve oportunidad de presentar en la Biblioteca Nacional. Con una portada de mi padre además, que es un artista plástico muy conocido. Y ahora la editorial va a editar Reza por mí, una nueva obra para piano. Estoy trabajando en proyectos de composición, recitales como pianista, y también como docente.
Pronto hay dos presentaciones de El Seminarista, en la iglesia del Socorro y luego en la Casa de la Opera (*), en dos ciclos musicales dirigidos por Adelaida Negri, que como bien dijo Ramiro, tenemos la suerte de tenerla aquí junto a nosotros. Le preguntamos entonces a ella su parecer sobre esta obra.
-Adelaida Negri: En la Casa de la Opera han desfilado una cantidad de talentos musicales. En este caso estamos promoviendo un talento musical y literario, o sea una personalidad doblemente talentosa. Siguiendo con esa línea es que lo invité a Ramiro a presentar la obra allí. Y en cuanto a la de la Parroquia del Socorro, vino muy bien este Jubileo de la Misericordia para poder abrir la temporada justamente en Semana Santa. Y la obra nos ha dejado muy bien, nos ha impactado muy favorablemente, es una obra que eleva el espíritu. Así que por mi parte estoy muy contenta con que se presente en el inicio de los dos ciclos. Para la Casa de la Opera les he pedido que sea escenificada, eso ayuda para tener una mayor comunicación con el público.
Y desde el punto de vista del canto, ¿qué es lo que destacarías en El Seminarista?
-A.N: Todo se ambienta en esta ópera de un modo lírico. No veo que haya grandes dificultades vocales para los cantantes. Porque al decir ópera contemporánea se puede pensar que tiene dificultades técnicas mayores, en cambio no, hay una línea. Y como cada uno de los personajes tiene su larga aria, puede explayarse y transmitir mucho de esa espiritualidad que tiene la obra.
Transmite un mensaje ¿verdad?
-A.N: Sí, un mensaje de vida, de luz. Por eso es muy interesante, y eso creo yo que es el secreto de que se esté representando tanto y con tanto agrado. Porque hay obras que a lo mejor se representan una sola vez, y después sea porque el argumento es sórdido, o la música difícil, porque tiene demasiados personajes o porque requiere una orquesta muy numerosa, después dejan de hacerse.
Es difícil saber a priori el éxito que va a tener una obra musical en el público ¿no?
– A.N: Sí, por ejemplo el año pasado yo estrené la obra Michael, que trata en realidad sobre la lucha entre el bien y el mal…
Y el teatro estaba lleno completamente.
– A.N: Y eso podía presagiar que se hiciera muchas veces, sin embargo va a ser difícil volver a hacerla porque requiere una orquesta inmensa, además del coro. Y muchas veces hay dificultades también desde el punto de vista económico. Pero volviendo a El Seminarista, que es una ópera de cámara, creo que también uno de esos secretos es su movilidad. Me acuerdo que (Gian Carlo) Menotti hacía sus óperas con muy poco conjunto orquestal, justamente para poder ir a muchas ciudades de Estados Unidos. Así que eso creo que es un punto importante. Y no es necesario que sea solo piano, puede haber piano y un cuarteto por ejemplo…
– R.C: La ópera de cámara está abierta a distintas posibilidades de combinaciones instrumentales…
– A.N: (A Campodónico): ¿No habías pensado en hacer una instrumentación?
– R.C: Pensé en distintas posibilidades, pero finalmente creí que las tres voces arropadas por el sonido perlado del piano eran la ambientación instrumental ideal para lo que la obra necesitaba.
(A Adelaida Negri): ¿Qué más le preguntarías en este caso a Ramiro?
– A.N: Hemos tenido muchas conversaciones con Ramiro. Pero yo le sugeriría, si no quiere hacer una instrumentación en esta obra, podría ser una buena idea -ya que el libro de Oscar Thompson tiene varias historias- que tome otra de esas historias. Y siendo que le interesa mucho la literatura, podría hacer el libreto también. (A Ramiro): ¿Te gusta la idea?
– R.C: Sí, con Oscar (Thompson) habíamos hablado de eso, de la posibilidad de hacer una nueva obra en base a otro de los relatos. Pero él falleció el año pasado y eso quedó así. Pero sería una idea maravillosa para tener en cuenta a futuro.
(*) Las presentaciones mencionadas fueron: el 21 de marzo en la iglesia del Socorro y el 11 de abril en la Casa de la Opera de Buenos Aires. La entrevista fue anterior a ambas.