El General Belgrano, algo sobre su vida y la creación de la Bandera Nacional
Por Josefina del Solar
El 2020 ha sido declarado oficialmente Año del General Manuel Belgrano, ya que se cumplen 250 años de su nacimiento y el bicentenario de su muerte. Es una excelente oportunidad entonces para recordar algo de todo lo que Belgrano hizo por su patria naciente.
Fue abogado, periodista, economista, político, diplomático, militar. Creemos que difícilmente pueda hallarse otra figura que haya tenido una presencia y un papel tan relevante en todos los hechos que sentaron las bases de lo que iba a ser la Argentina, y con el nivel de entrega, de patriotismo y desinterés que lo caracterizó, al punto que podemos decir que dio su vida por la causa del país.
Recordemos en este caso algunos datos esenciales de la biografía de nuestro prócer, que en sucesivas notas iremos desarrollando más pormenorizadamente.
Belgrano, cuyo nombre completo era Manuel Joaquín del Corazón de Jesús, nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770, en la casa familiar ubicada en la calle Santo Domingo 430 (actualmente es la avenida Belgrano). Era hijo de Domingo Belgrano –un comerciante italiano radicado en esta ciudad, quien llegó a ser también funcionario de la administración local- y de la dama porteña María Josefa González Casero. Este matrimonio tuvo una amplia descendencia: dieciséis hijos, de los cuales Manuel fue el octavo.
El nivel económico de su familia le permitió tener una muy buena educación. Se formó inicialmente en Buenos Aires, donde fue alumno del Real Colegio de San Carlos (actual Nacional de Buenos Aires); pero al terminar los estudios allí va a España, ingresa en la Universidad de Salamanca y posteriormente en la de Valladolid, graduándose en leyes. Su estadía en Europa coincide con el estallido de la Revolución Francesa. En la oportunidad toma contacto con las ideas políticas y económicas en boga en aquel momento, además de acceder a la obra de autores relevantes, españoles y franceses particularmente. Cuando se establece en Buenos Aires el Consulado, a fines de 1793, todavía bajo el dominio español, Belgrano es nombrado secretario, debido a lo cual regresa a Buenos Aires entusiasmado por la tarea encomendada, a la que ya dedicaremos una futura nota.
Siguen después su participación en la lucha contra las invasiones inglesas, en la Revolución de Mayo y la posterior consolidación de ésta, su actuación como militar, también en la declaración de la independencia, y todo lo que hizo en esa década excepcional –entre 1810 y 1820, año de su muerte- de entrega y dedicación al nacimiento de esta patria, en lo que él tuvo tanto que ver.
Claro que dentro de su enorme papel en la historia argentina, a Manuel Belgrano se lo menciona principalmente por la creación de la bandera nacional. Y como en este mes de febrero se cumple un aniversario más de este hecho, recordaremos lo esencial de éste.
En primer lugar la circunstancia de que, luego de la Revolución de Mayo, este territorio debía defenderse de posibles intentos por parte de la Metrópoli de reponer sus autoridades y recuperarlo, porque si bien todavía no había declarado la independencia, ya se gobernaba por sí mismo. Por eso, para cuidar de posibles avances realistas, el gobierno de Buenos Aires envía a Belgrano al frente de un regimiento a las costas del Río Paraná. Como todavía las fuerzas militares locales tenían los colores españoles, Belgrano propone como distintivo propio el uso de una escarapela celeste y blanca, los colores que habían distinguido a los miembros de la Sociedad Patriótica. El Primer Triunvirato, que era el gobierno de entonces, acepta esto decretando su uso para las tropas locales. Ante la aceptación, Belgrano interpreta esto como un gesto de independencia, aunque todavía no se hubiera declarado formalmente. Inaugura entonces una batería llamada precisamente Independencia, que se suma a otra denominada Libertad; y al inaugurarla iza una bandera con los colores de la escarapela y la hace jurar pos sus soldados, diciéndoles: “Soldados de la patria: En este punto hemos tenido la gloria de vestir la escarapela nacional que ha designado nuestro Excmo. Gobierno, en aquel, la batería de la Independencia, nuestras armas aumentaran las suyas; juremos vencer a nuestros enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la Independencia y de la Libertad. En fe de que así lo juráis, decid conmigo ¡Viva la Patria!”.
El trascendente hecho tuvo lugar el 27 de febrero de 1812, a orillas del Río Paraná, en las cercanías de Rosario. La bandera enarbolada en esa fecha por Belgrano no fue aceptada oficialmente por el Triunvirato. Recién va a ser oficializada como bandera de las Provincias Unidas del Río de la Plata en el Congreso de 1816, el mismo que sancionó la independencia de este territorio que es hoy la República Argentina.
FOTO: La casa natal del general Manuel Belgrano en una antigua fotografía.