El Carnaval en Buenos Aires, su historia y vigencia
El Carnaval es una festividad de muy antiguo origen, tanto que es difícil
establecerlo con precisión.
Podemos decir que para el mundo occidental seguramente se originó a partir de las
festividades paganas que celebraban el fin del invierno, y de esa manera el
comienzo de la estación de la fertilidad. Y con el advenimiento del cristianismo, tal
como pasó con otras festividades paganas que no pudieron ser reemplazadas
totalmente, se lo incorporó adaptándolo. Así, el fin de Carnaval pasó a ser, con el
Miércoles de Ceniza, el comienzo de la Cuaresma, es decir del período de cuarenta
días de preparación para la Semana Santa.
La dimensión del Imperio Romano hizo que sus celebraciones llegaran a muchos
lugares del mundo, por supuesto a la Hispania que lo integró, de donde pasaría a
América, a nuestras costas.
En este territorio, y en este caso en Buenos Aires, han quedado diversas referencias
a las características de su celebración, desde el período colonial. Había en la Capital
del Río de la Plata bailes de máscaras que se hacían en determinados lugares, pero
básicamente era una celebración popular, que alcanzaba a veces características
violentas, no solo por los juegos callejeros con agua y otras sustancias, sino por sus
consecuencias, muchas veces indeseables. Hay que recordar que desde sus orígenes
el Carnaval fue un período en el que se dejaban de lado convenciones sociales y se
podían hacer cosas que normalmente estaban impedidas. Aquí se daba volcar baldes
de agua sobre las personas, por ejemplo, y hasta invadir domicilios para hacerlo,
entre otras cosas, lo que daba pie para incidentes diversos, y hasta llegaban a
producirse crímenes. Tanto, que el Virrey Vértiz dispuso que cesaran los festejos
que se hacían en la calle para esos días, limitándolos a espacios cerrados.
Es evidente que continuaron este tipo de celebraciones ya en la época
independiente. Y fue precisamente Juan Manuel de Rosas quien como gobernador,
va a prohibir los juegos de Carnaval. Había por entonces muchas quejas de vecinos
de la Ciudad, que decían que no podían salir a la calle; también de la Iglesia por
considerar que los juegos callejeros eran “inmorales y alteraban el orden público de
manera vergonzante”. Rosas se hace eco de esas quejas, y por un decreto establece
que “Queda abolido y prohibido para siempre el juego del Carnaval”, imponiendo
fuertes penas para quienes trasgredieran la norma, especialmente si eran personas
que trabajaban para el Estado.
Años después esto va a quedar sin efecto, seguramente por ser una medida de
Rosas. Así Sarmiento, siendo presidente, admirado por la elegancia y el brillo del
Carnaval en Venecia, establece la realización del primer corso en la Ciudad de
Buenos Aires, con desfiles de máscaras y comparsas.
Ya en el siglo XX, los festejos de Carnaval crecieron y se diversificaron, bajo la
influencia de las diversas corrientes inmigratorias. Nacieron las murgas, y también
los bailes en clubes, en los que participaron las más importantes orquestas típicas de
la época y otros artistas. Continuó la presencia de corsos, que se hacían
principalmente en la Avenida de Mayo, siempre con una gran participación popular
en todo esto. Los disfraces y las máscaras eran protagonistas centrales en estos
desfiles.
Debemos señalar aquí que el Carnaval tiene una gran presencia en otras regiones del
país. En el Noroeste, por ejemplo, es una celebración ancestral, reflejada
constantemente en el cancionero folklórico. Con otras características, es decir con
fuerte influencia del Brasil, se da el festejo con desfiles y carrozas en las provincias
de Corrientes y Entre Ríos, donde ha llegado a ser incluso un atractivo turístico.
El gobierno militar a fines de los años´70 suprimió el feriado de esos días. Pero con
los gobiernos posteriores se restableció el feriado para el lunes y martes de
Carnaval, como rige hasta la actualidad. Claro que los corsos porteños de hoy son
organizados por el Gobierno de la Ciudad, en varios de los barrios, según puede
consultarse en la página respectiva.
FOTOS:
– La Avenida de Mayo, especialmente iluminada para la realización de un corso
de Carnaval.
– Los disfraces y máscaras eran protagonistas. En la foto, un grupo de chicos
preparándose para el festejo.