Don Bosco realizó una obra inconmensurable en beneficio de los jóvenes
El 31 de enero se cumplen 137 años del fallecimiento de San Juan Bosco, más conocido
como Don Bosco, “el apóstol de los jóvenes”. Fue un sacerdote, educador y escritor italiano
del siglo XIX, fundador de la Congregación Salesiana, uno de los grupos católicos más
relevantes y numerosos del mundo, que se extiende por 132 países.
Su nombre completo era Juan Melchior Bosco –en italiano: Giovanni Melchiorre Bosco-.
El sacerdote nació de las segundas nupcias de Francisco Luis Bosco con Margarita
Occhiena, en I Becchi, un pueblo perteneciente al municipio piamontés de Castelnuovo
d'Asti, el 16 de agosto de 1815. Tenía dos hermanos mayores: Antonio –del primer
matrimonio de su padre- y José. Los Bosco constituían una familia pobre y trabajaban
como peones agrícolas. Era una época de gran escasez y hambruna en la campiña italiana.
Cuando Bosco tenía poco más de dos años, su padre murió de una pulmonía fulminante, lo
que dejó a su madre a cargo de los tres niños. Ella jugó un papel importante en la formación
y personalidad de Bosco, y fue una de las primeras en apoyar los ideales de su hijo.
Desde pequeño, Bosco sintió el llamado al sacerdocio. En 1825, cuando tenía nueve años,
el sacerdote tuvo el primero de una serie de sueños que desempeñarían un rol central en su
perspectiva y obra. En ese sueño, Bosco vio una multitud de niños muy pobres jugando y
blasfemando, y un hombre, que “apareció noblemente vestido, con un porte varonil e
imponente”, le dijo: “Tendrás que ganarte a estos amigos tuyos no con golpes, sino con
gentileza y amabilidad. Así que comienza ahora mismo a mostrarles que el pecado es feo y
la virtud, hermosa”;.
A partir de ese momento, comenzó a realizar espectáculos donde entretenía a niños y
jóvenes gracias a sus habilidades como malabarista, mago y acróbata, con oraciones antes y
después de la actuación. A los doce años dejó su pueblo natal y fue a trabajar como mozo
de cuadra y peón de ganado en la casa de la familia Moglia, en Moncucco. Posteriormente
conoció a un anciano sacerdote llamado Juan Melchor Calosso, quien quedó impresionado
por la capacidad del joven en memorizar y recitar el sermón del día. Calosso decidió velar
por los estudios de Bosco, le enseñó gramática italiana y latín, y lo alojó en su propia casa.
Su madre dividió la propiedad familiar y así posibilitó que Bosco pudiera asistir a la
escuela primaria en Castelnuovo. En 1831 el sacerdote comenzó sus estudios secundarios
en Chieri. Realizó diversos trabajos para pagarse sus estudios: aprendió pastelería,
carpintería, sastrería, ferretería y zapatería. Se convirtió además en maestro de teatro,
música, prestidigitación y fundó un movimiento juvenil al que llamó «La Sociedad de la
Alegría».
En 1835 Bosco ingresó al Seminario de Chieri, donde en 1841, a los 26 años, fue ordenado
sacerdote por el arzobispo Luis Franzoni, de Turín. Después de la ordenación, Bosco asistió
al Instituto San Francisco de Asís, ubicado en dicha ciudad, que estaba dirigido por un cura
amigo, José Cafasso y que proporcionaba educación superior a los sacerdotes diocesanos.
Cuando Bosco finalizó sus estudios, Cafasso consiguió para el sacerdote un nombramiento
como limosnero del Rifugio (Refugio), un internado para niñas, para que pudiera
permanecer en Turín.
En 1841 Bosco fundó el Oratorio en la Iglesia San Francisco de Asís que más tarde
establecería en Valdocco –barrio de Turín-, bautizándolo con el nombre de San Francisco
de Sales, obispo de Ginebra y doctor de la Iglesia, constituido en uno de los principales
modelos de vida de Bosco. En el Oratorio se vio rodeado por niños huérfanos, jóvenes
inmigrantes, abandonados. Iba al encuentro de muchachos prisioneros en las cárceles y
estaba “horrorizado al ver el gran número de muchachos entre los 12 y 18 años, sanos,
robustos, inteligentes, sin pan y sin una buena palabra que eran humillados hasta la pérdida
de la propia dignidad”.
Ante esta situación, Bosco se propuso salvar a esos niños y jóvenes, y lo hizo a través del
Oratorio, en el cual reinaban la oración, la confesión, la comunión pero también los juegos,
los paseos, las carreras, las loterías, la distribución de dulces, la propuesta de escuela
dominical o vespertina. Según sus palabras, el objetivo era hacer de esos muchachos
“honestos ciudadanos y buenos cristianos”.
El 18 de diciembre de 1859 Don Bosco creó la Congregación Salesiana, al servicio de los
jóvenes, en Turín, con 17 miembros además del fundador, bautizada con el nombre de Pía
Sociedad de San Francisco de Sales. A los miembros de esta orden religiosa se los conoce
como Salesianos de Don Bosco. Más tarde, en 1872, junto con Santa María Mazzarello,
fundó el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora para la educación de las jóvenes. En
1875 Bosco envió la primera expedición fuera de Europa a Argentina, más precisamente a
la Patagonia, con el objetivo de evangelizar esa región.
En agosto de 1877 se publicó el primer Boletín Salesiano, que fue ideado por Bosco. En la
actualidad es distribuido en 135 países y 26 idiomas. Don Bosco escribió, adaptó y publicó
muchas obras sobre religión, historia, catequesis e Iglesia Católica. También fue un hábil
biógrafo. Sus dos biografías más conocidas fueron la de su mentor, José Cafasso, y la de
uno de sus estudiantes, Domingo Savio.
A lo largo de todo su apostolado Bosco promovió un sistema pedagógico moderno
denominado preventivo, que consiste en educar al estudiante con dulzura y, por lo tanto,
ayudarlo suavemente a observar la ley; por ello, le administra los medios más idóneos y
eficaces para tal propósito.
Toda la acción de Don Bosco se apoyó en dos principios fundamentales:
-La importancia de la educación de la juventud para regenerar la sociedad y superar la
delincuencia, la pobreza, la incultura y la explotación.
-La necesidad de la fe y de la religión para la buena educación de la juventud, la promoción
del pueblo y la construcción de una sociedad justa y humana.
Don Bosco falleció el 31 de enero de 1888 en Turín, en su habitación del Oratorio de
Valdocco, a los 72 años. Su funeral congregó a unas 200.000 personas. Sus restos reposan
en la Basílica de María Auxiliadora de la ciudad piamontesa. El 2 de junio de 1929 Bosco
fue proclamado beato y el 1 de abril de 1934 fue canonizado por el Papa Pío XI. El 24 de
mayo de 1989 el Papa San Juan Pablo II lo declaró «Padre y Maestro de la Juventud».
En el caso de nuestro país, la magnífica obra del sacerdote es desarrollada por la
organización Don Bosco Argentina, cuya propuesta se centra en educar y evangelizar
buscando un desarrollo integral que haga de los chicos y chicas personas de fe,
comprometidas, solidarias y responsables en la Iglesia y en la sociedad. Los pilares
fundamentales de la obra salesiana son: la evangelización y la catequesis, la educación y la
formación para el trabajo, los grupos juveniles, la atención a los niños, adolescentes y
jóvenes en riesgo, y la misión entre los pueblos originarios.
La entidad ofrece distintas modalidades de educación inicial, primaria y secundaria; técnica
y agrotécnica; institutos terciarios y de formación docente; la Universidad Salesiana
Argentina; residencias universitarias y hogares; centros de capacitación laboral; apoyo
escolar y deporte y recreación.
En la actualidad, la Congregación Salesiana está presente en los 5 continentes, en 132
naciones y 1870 casas. Tiene un Consejo General presidido por el Rector Mayor de los
Salesianos, elegido cada seis o doce años. El padre Ángel Fernández Artime cumple ese
servicio desde 2014. Este gobierno general reside en Roma, Italia.
Los Salesianos de Don Bosco en Argentina se encuentran en 22 provincias, animando más
de cien obras que incluyen escuelas, parroquias, centros de formación profesional,
residencias, talleres y centros juveniles. Además, ofrecen a la comunidad otros servicios
como casas de retiro y hospedaje, productos de escuelas agrotécnicas, librerías, editoriales,
salas de teatro y campos de deportes.
Laura Brosio