El año que se fue se despidió con un preocupante aumento en casos de dengue: se registraron un total de 135.676 casos y 68 casos fatales. Y el Ministerio de Salud de la Nación alertó por el riesgo de propagación de esta enfermedad.
Aproximadamente 500 millones de personas en las Américas están hoy en riesgo de dengue. Así lo indica la Sociedad Argentina de Pediatría en su reciente informe sobre esta enfermedad. La incidencia del dengue ha aumentado en las últimas cuatro décadas de 1,5 millones de casos acumulados en la década de 1980 a 16,2 millones en la década 2010-2019. En el 2023, hay 5 países en las Américas que hasta la semana 41 presentaron dengue grave: Brasil 1396, Colombia 1262, Perú 999, Bolivia 627 y México 768 casos.
Definitivamente, el dengue es un problema creciente de Salud Pública no solo local, sino a escala mundial. Si bien el cambio climático, la inadecuada recolección de residuos, el aumento de viajes y migraciones y la gran cantidad de reservorios (posibilidad de almacenamiento de agua) que sirven como criaderos del vector son, entre otros, los principales factores para su desarrollo, también es posible plantearnos si existe a nivel de políticas públicas alguna responsabilidad de aquellos que toman las decisiones para el crecimiento de los casos.
Entre los años 1948 y 1972, veintiún países de las Américas lograron erradicar el AEDES AEGYPTI, mosquito vector del dengue y de la fiebre amarilla. Sin embargo, durante los años siguientes, la falta de sostenimiento y el abandono de los programas de control y erradicación trajeron como consecuencia la reinfestación de la mayoría de los países de América.
En el año 2009, Argentina generó el documento Plan Nacional para la Prevención y Control del Dengue y la Fiebre Amarilla, cuya finalidad fue lograr que nuestro país se encontrara en la situación más favorable posible para hacer frente al brote que se inició en la temporada primavera-verano de ese año, y se basó en la Estrategia de Gestión y Control Integrado del Dengue, formulada con la participación de la OPS/OMS. Contenía las acciones que Salud debía de encarar y las que debía demandar a otras reparticiones del Ejecutivo y a las fuerzas vivas de la sociedad para responder globalmente a la prevención y al tratamiento de esta enfermedad.
Si bien el Ministerio de Salud de la Nación tiene la obligación de asegurar la mejor respuesta posible en la atención a la población, las acciones que corresponden a la prevención están en gran medida fuera de su alcance. El objetivo general fue el de reducir la morbi-mortalidad por dengue, disminuir el riesgo de propagación de brotes y prevenir la endemicidad, y reducir el impacto socioeconómico del dengue. Si uno observa la evolución que tuvo la enfermedad en los últimos años con epidemias con número crecientes de casos puede deducirse que no se han cumplido ninguno de estos objetivos.
La vacuna, una alternativa
La Organización Panamericana de la Salud desarrolló la Estrategia de Gestión Integrada (EGI) para la Prevención y Control del Dengue que incluye vigilancia epidemiológica, control de vectores y medio ambiente, atención al paciente, laboratorio y vacunas. Hace tan solo unos meses, la ANMAT aprobó una nueva vacuna de ADN recombinante tetravalente contra el dengue (Qdenga) que contiene genes de las proteínas de superficie específicas de cada serotipo, insertados en el esqueleto del dengue tipo 2.
La vacuna está indicada para la prevención del dengue en personas a partir de los 4 años de edad en una dosis de 0,5 ml en un programa de dos dosis (0 y 3 meses), independientemente del estado serológico previo, mediante inyección subcutánea preferiblemente en la parte superior del brazo.
Por otro lado, está contraindicada en las siguientes situaciones: hipersensibilidad a los principios activos o a alguno de los excipientes o hipersensibilidad a una dosis previa de Qdenga; personas con inmunodeficiencias congénitas o adquiridas, incluidos los tratamientos inmunosupresores como la quimioterapia o altas dosis de corticoesteroides sistémicos en las 4 semanas previas a la vacunación, al igual que con otras vacunas atenuadas vivas; personas con infección sintomática por VIH o con infección asintomática por VIH cuando va acompañada de indicios de deterioro de la función inmunitaria, en mujeres embarazadas o en período de lactancia.
Esta vacuna nos brinda una herramienta más para combatir al dengue. En los estudios de investigación mostró una eficacia del 90,4% para prevenir la hospitalización por dengue y del 85,9% contra el dengue hemorrágico, aunque varió según los serotipos. Debe considerarse para su indicación a niños mayores de 4 años de edad y adultos que habiten en áreas con riesgo de transmisión, con o sin infección previa, y viajeros a áreas endémicas teniendo en cuenta el destino, serotipos circulantes, estación del año, tiempo de estadía y características del viajero (mayor riesgo en aquellos que visitan familiares y amigos). Recordar que para completar el esquema de 2 dosis a fin de lograr una adecuada inmunización previa al viaje debemos consultar preferentemente 3 meses antes.
La vacuna está disponible, por ahora, solo en vacunatorios privados.
Cuidados al alcance de nuestras manos
El dengue es un virus que puede afectar todas las edades de la vida. Los cuatro serotipos de dengue (DENV-1, DENV-2, DENV-3 y DEN-V 4) circulan a lo largo de las Américas, y en algunos casos circulan simultáneamente. La infección por un serotipo, seguida por otra infección con otro serotipo diferente aumenta el riesgo de una persona de padecer dengue grave o incluso morir.
Los síntomas más frecuentes entre los casos notificados fueron fiebre, cefalea, mialgias, artralgias y dolor retroocular, seguidos de náuseas, dolor abdominal, vómitos y diarrea.
Muchas personas infectadas suelen no tener síntomas o se les manifiesta en forma leve. Cuando se presenta alguno de ellos es necesario recurrir a la consulta médica y con una muestra de sangre se podrá confirmar el diagnóstico. Pero lo verdaderamente importante es que al momento de presentar síntomas evitemos que nos piquen mosquitos, a fin de cortar la cadena de transmisión.
Para protegernos de las picaduras se recomienda vestir ropa clara y de manga larga, y evitar la exposición en los horarios picos. Además, existen diferentes repelentes: El DEET (N N-diethyl-m.toluamida) es ampliamente utilizado y la protección depende de la concentración: el DEET al 10% protege durante 2/3 hs y al 25%, por 6 hs. En los niños se recomienda que no superen el 30% de DEET y no deben utilizarse en menores de 2 meses de edad. Los repelentes ambientales eléctricos deben estar a más de 1,5 metros de donde duerme el niño y se debe evitar aquellos que producen humo en lugares cerrados.
Hoy, nuestros hábitos pueden estar a favor de la solución o ser el problema. La medida urgente es controlar los criaderos de mosquitos. ¿Cómo?
- Vaciar piletas y recipientes con agua estancada, cacharros, macetas, marcos de ventana, canaletas, juguetes.
- Colocar boca abajo recipientes vacíos.
- Descacharrizar mediante la eliminación de latas, envases y objetos que no sean de utilidad y puedan almacenar agua.
- Tapar recipientes que no puedan ponerse boca abajo, como tanques de agua, piletas, etc.
- Mantener secas herramientas, posa macetas y marcos de ventana.
- Cambiar el agua de floreros y bebederos cada dos días.
- Limpiar y fregar bien fuerte los bordes de las piletas de lona.
(*) El autor es docente de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral y médico consultor del Servicio de Infectología Infantil del Hospital Universitario Austral. MN 55133 / MP 48596 |
FOTO: Como prevención es importante evitar que nos piquen mosquitos. |
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