8 septiembre, 2024
En Retiro

Del patrimonio edilicio del barrio. La Torre de los Ingleses

Por Josefina del Solar

Entre los edificios característicos de Retiro hay varias construcciones representativas y singulares. Por ejemplo frente a las estaciones del ferrocarril se yergue otra construcción muy identificada con la zona, como lo es la familiar Torre de los Ingleses.

Para comprender más ampliamente las razones que llevaron a su emplazamiento debemos recordar que la Argentina mantuvo con Gran Bretaña, particularmente durante la segunda mitad del siglo diecinueve y parte del veinte, una estrecha relación, derivada principalmente del intercambio comercial y de las importantes inversiones británicas en el medio local. Por ese motivo había también en la Argentina un número importante de residentes de aquella nacionalidad, quienes, ante la inminencia del Centenario de la Revolución de Mayo, decidieron hacer su aporte a los festejos donando una torre que recordara el hecho para la posteridad. Esta donación fue aceptada por una ley del Congreso de la Nación en septiembre de 1909.

La zona del Retiro estaba cambiando significativamente por esos años, adquiriendo su estilo señorial en la arquitectura y en otros aspectos urbanos, y la ocasión del Centenario aceleró esos cambios. En ese contexto se da el hecho de que la Compañía Primitiva de Gas, que había operado surtiendo de ese elemento a la Ciudad durante varias décadas, dejó de funcionar como tal, por lo que donó a la Municipalidad de Buenos Aires el terreno que había ocupado. Este predio, ubicado frente a la Estación Retiro, se va a convertir entonces en la Plaza Britania, lugar donde se decide ubicar la torre donada por los ingleses.

A través del respectivo llamado a concurso el diseño de la torre queda a cargo del arquitecto Ambrose Poynter, quien va a realizar en estilo renacentista, muy al gusto británico. De todos modos la obra sufrió algunas demoras, ya que no se pudo comenzar con el tiempo suficiente para que pudiera ser inaugurada en la fecha indicada, y además el luto por la muerte del rey de Inglaterra Eduardo VII, ocurrida pocos días antes de la celebración del Centenario, impidió la presencia de una delegación británica para los festejos, todo lo cual hizo que la piedra fundamental se colocara recién hacia fines de 1910. Se contó en la oportunidad con la presencia del almirante británico Arthur M. Farquhar, de visita en Buenos Aires, y de altas autoridades argentinas, entre las cuales el Ministro de Interior Indalecio Gómez fue el encargado de echar la primera palada de material, dando inicio oficial a la tarea de construcción de la Torre.

Meses después el representante inglés Sir Reginald Tower se va a ocupar de controlar los diferentes aspectos vinculados a la obra, ya que se decide, en razón de las particularidades de estilo de la proyectada torre, que los materiales fueran traídos prácticamente en su totalidad de Inglaterra. También los obreros y los técnicos tuvieron esa procedencia, hechos que sin duda contribuyeron a que la realización de los trabajos resultara mucho más lenta de lo previsto inicialmente. Debemos recordar al respecto que la construcción no comprendía solamente lo edilicio sino que había un aspecto esencial, que era la fabricación del reloj; que el costo total era muy significativo (se invirtió en ella la suma de 90.000 libras esterlinas), pero además que el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 implicó un gran inconveniente sobre todo en lo referido al transporte de los materiales, por lo que el asunto se fue extendiendo a lo largo de casi seis años. Finalmente la Torre va a ser inaugurada apenas unos meses después de que se abrieran las puertas del nuevo edificio de la Estación Retiro, el 24 de mayo de 1916, en un acto que contó también con la presencia del Presidente Victorino de la Plaza.

Desde entonces la Torre de los Ingleses pasó a formar parte del paisaje porteño como figura emblemática de la zona de Retiro, integrada totalmente al entorno. Sus 60 metros de altura la transformaron por entonces en el punto más alto de la ciudad, que podía ser contemplada en las cuatro direcciones desde el mirador que rodea la Torre al pie del reloj, por lo cual durante años fue centro de interés y lugar de visita para mucha gente que deseaba disfrutar de esta vista especial de Buenos Aires. Luego los cambios que sobrevinieron en la zona hicieron que la Torre se empequeñeciera en relación a los edificios que fueron surgiendo en sus cercanías. También fue clausurada para el público, quedando así expuesta a un lento deterioro. A esto deben sumarse los atentados que sufrió, particularmente a raíz de la guerra que la Argentina mantuvo con Inglaterra por las Islas Malvinas en 1982, los que afectaron su estructura e instalaciones, incluida la importante puerta de madera de su acceso principal, que resultó destruida por una explosión.

A fines de la década del ’90 comenzaron trabajos de restauración con el propósito de reabrir la Torre para el público, lo que se hizo finalmente. De todos modos el acceso es esporádico, aunque se realizan visitas guiadas y algunas exposiciones de fotografías u otros eventos culturales.

 

FOTO: La Torre de los Ingleses el día de su inauguración.