24 noviembre, 2024
Arte

Carlos Alonso en Carne Viva

  • Por Marcela Davidson –

Admirable soltura de línea, color, empaste, trazos expresivos que se diluyen a veces como la propia incertidumbre de vivir.

Hay distintas temáticas en su trayectoria artística. Carlos Alonso nos brinda la clave principal para interpretar su muestra “Pintura y Memoria”, que se está exponiendo en sus últimos días al momento de escribir esta nota.  La clave es ver, como escribió Albert Camus, sin conocimientos no hay clarividencia. Por lo tanto la clave es ver.

En el Museo Nacional de Bellas Artes, Alonso exhibe una serie de obras en las que predomina la denuncia sobre la violencia descarnada. La carne es el concepto representado desde su personal desgarro y dolor. Son imágenes expresando escenas simbólicas de extrema violencia. La ambición de poder tiene distintos uniformes y es el ser humano quien se enorgullece de portarlo en varios de estos cuadros realistas y devastadores para aquellas almas que ingresamos a la sala del Museo.

Las reses cuelgan cómo si de un frigorífico se tratara. Alonso posee la técnica y el arte para denotar la belleza artística aún en escenas truculentas. La analogía está compuesta por la propia voluntad de mostrar que a pesar de la belleza, en muchos casos puede el ser humano también ser horror putrefacto de jerarquía con megáfono de grandeza. Ellos son capaces de exhibirse con sus sombreros que les marca una “identidad respetable”. La ironía de la apariencia en escena de hombres poderosos negociando y decidiendo sobre el ganado fresco. Ganado que podría referirse al resto de la población.

La impotencia del espectador ante las obras de Alonso es similar a la de las víctimas de una hegemonía villana. La obra demuestra que los cuentos de hadas son inexistentes y esos villanos, perfectamente perversos, pueden dominar y triunfar.

Experimento tristeza al día siguiente de ver la exposición. Carlos Alonso ha trazado su dolor en los empastes matéricos, en la línea y el collage. Si Antonio Berni denunció un malestar en nuestro país, Alonso a diferencia de Berni lo desnuda hasta dejarlo en tripas. El malestar se transforma en un frigorífico a la venta que según la indumentaria en “Pintura y Memoria” (1972)  nos indica que la negociación puede datar de la década de los 50.

La clave es ver. Aún y a pesar de lo que se deja ver,  hay un instinto de conservación. A modo de mecanismo de defensa, el miedo encubre y sólo se puede interpretar parcialmente la cuestión del artista.

FOTO: Carlos Alonso. Sin pan y con trabajo, 1967.