Cambio climático: La urgencia por frenar sus consecuencias
En las últimas décadas ha habido un incremento de los fenómenos meteorológicos extremos como huracanes, tormentas eléctricas, sequías, incendios forestales, inundaciones, entre otros, que constituyen una seria amenaza para la vida del hombre en el planeta. Todo esto ha provocado un cambio climático de gran envergadura, que ha causado la desaparición de muchas especies, grandes ecosistemas marinos y terrestres, y la muerte de millones de seres humanos. Estamos más expuestos que nunca a desastres debido al crecimiento demográfico, la degradación del medio ambiente y la urbanización descontrolada de muchos lugares del mundo.
El adelgazamiento de la capa de ozono ha provocado un calentamiento de la tierra que podría representar un aumento de la temperatura hasta de 4.5°C hacia el año 2100, si no se adoptan medidas preventivas. Se teme que esto pueda generar el deshielo de glaciares y zonas polares haciendo que el nivel del mar se eleve hasta en 95 centímetros, lo cual amenazaría la propia existencia de algunos países insulares con zonas bajas y planicies costeras.
El cambio climático causado por el ser humano está acarreando una disrupción peligrosa y generalizada en la naturaleza y está dañando la vida de miles de millones de personas en todo el mundo, a pesar de los esfuerzos desplegados para reducir los riesgos. Las personas y los ecosistemas que tienen la menor capacidad de respuesta son los más afectados, afirmaron los científicos en el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado en febrero.
La salud, la vida y los medios de subsistencia de las personas, al igual que los bienes y las infraestructuras esenciales, incluidos los sistemas de energía y de transporte, se ven cada vez más perjudicados por los peligros derivados de las olas de calor, las tormentas, las sequías y las inundaciones, así como por los cambios de evolución lenta, por ejemplo, el aumento del nivel del mar.
Más de la mitad de la población mundial vive en las ciudades. La urbanización masiva y el cambio climático, en conjunto, crean riesgos complejos, especialmente en aquellas ciudades que ya tienen un crecimiento urbano mal planificado, altos niveles de pobreza y desempleo, y una falta de servicios básicos. No obstante, las ciudades también brindan oportunidades para la acción climática: los edificios verdes, el suministro fiable de agua limpia y energías renovables, y los sistemas de transporte sostenibles que conectan las zonas urbanas y rurales pueden contribuir a una sociedad más justa e inclusiva.
El clima es vital para la vida en la Tierra, pues influye profundamente en la inocuidad de los alimentos, la seguridad de la vida humana y los bienes, los recursos hídricos y el ocio. El cuidado del clima es un factor prioritario para la conservación de los ecosistemas y, en consecuencia, para el desarrollo sostenible. En este sentido, la meteorología juega un rol fundamental para predecir todos aquellos fenómenos que causan estragos en la humanidad.
El 23 de marzo se celebra el Día Meteorológico Mundial, que conmemora la puesta en vigor del Convenio para la creación de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en 1950, en Ginebra, Suiza. Es una entidad que pertenece a las Naciones Unidas, cuyo objetivo es trabajar mancomunadamente en el estudio y el cuidado del clima, los ciclos del agua y la concientización de la población mundial en la importancia y preservación del medio ambiente. La OMM está conformada por 192 países –Argentina la integra desde 1951- y realiza investigaciones sobre contaminación del aire, cambio climático, daños que se producen en la capa de ozono y la predicción de tormentas tropicales. Además, tiene la responsabilidad de distribuir toda la información analizada e investigada con rapidez y precisión al público en general y a los sistemas de navegación aérea y marítima.
El Día Meteorológico Mundial se celebra desde 1961 y el tema para 2022 es “Alerta temprana y acción temprana”, el cual destaca la importancia de la información meteorológica, hidrológica y climática para reducir el riesgo de desastres, proteger los medios de subsistencia de las comunidades y la vida de las personas. La mejora de los sistemas de alerta temprana de peligros múltiples ha permitido reducir considerablemente la mortalidad. Sin embargo, en promedio, una de cada tres personas en el mundo no está cubierta por dichos sistemas.
En cuanto a nuestro país, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) -organismo de carácter científico-técnico-, tuvo su origen en la Ley N° 559, sancionada por el Congreso de la Nación el 4 de octubre de 1872, por la cual a instancias y bajo la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, se creó la Oficina Meteorológica Argentina (OMA), con dependencia del Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública.
En tanto, por el Decreto N° 1689 del 22 de noviembre de 2006, a partir del 1° de enero de 2007, el SMN fue transferido al ámbito de la actual Secretaría de Ciencia, Tecnología y Producción del Ministerio de Defensa de la Nación.
Este año, el SMN cumple 150 años de encomiable labor. Para inaugurar las celebraciones, el 23 de marzo se realizó un acto oficial en el Observatorio Meteorológico de la Ciudad de Córdoba, que contó con la presencia de autoridades nacionales, provinciales y locales, el cuerpo directivo del Organismo e invitados especiales. Córdoba es una parte fundamental de la historia del SMN, ya que fue en esa ciudad donde el organismo se creó. La Oficina mudó sus dependencias a la Ciudad de Buenos Aires en 1904.
La misión del SMN es brindar información y pronósticos meteorológicos, prospectivas climáticas y alertas en su área de incumbencia, basados en el monitoreo continuo de la atmósfera y en el conocimiento científico, con el objeto de proteger a la población, contribuir a la defensa nacional, favorecer el desarrollo sustentable y dar cumplimiento a sus compromisos internacionales en la materia.
Volviendo a la situación climática actual a nivel mundial, el año 2021 se convirtió en uno de los siete años más cálidos de los que se tiene constancia, según un informe de la OMM. Todo apunta a que el calentamiento global, así como otras tendencias de cambio climático a largo plazo, se mantendrán a raíz de los niveles sin precedentes de gases de efecto invernadero que capturan el calor en la atmósfera. En 2021, la temperatura media mundial superó en aproximadamente 1,11°C los niveles preindustriales (1850-1900). Desde los años ochenta, cada nuevo decenio ha sido más cálido que el anterior y se prevé que esa tendencia continúe.
El aumento de olas de calor, sequías e inundaciones ya ha superado los umbrales de tolerancia de las plantas y los animales, y ha provocado la mortalidad en masa de diversas especies, como árboles y corales. Estos fenómenos meteorológicos extremos se producen de manera simultánea, lo cual genera impactos en cascada que resulta cada vez más difícil controlar. Debido a estos fenómenos, millones de personas han quedado expuestas a una situación de inseguridad alimentaria e hídrica aguda, especialmente en África, Asia, América Central y del Sur, así como en islas pequeñas y el Ártico.
A fin de evitar una mayor pérdida de vidas, biodiversidad e infraestructura, es preciso tomar urgentemente medidas ambiciosas de adaptación al cambio climático y, a la vez, lograr reducciones rápidas y pronunciadas de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Los científicos del IPCC señalan que el cambio climático interactúa con distintas tendencias mundiales, como el consumo no sostenible de los recursos naturales, la creciente urbanización, las desigualdades sociales, las pérdidas y daños causados por los fenómenos extremos y la pandemia, lo cual pone en peligro el desarrollo futuro. Su evaluación indica claramente que para dar respuesta a estos diferentes desafíos es necesario que todos -los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil- colaboren para priorizar la reducción de riesgos, así como la igualdad y la justicia en la adopción de las decisiones y las inversiones.
Es imperioso aplicar la acción climática: la financiación adecuada, la transferencia de tecnologías, el compromiso político y las asociaciones incrementan la eficacia de la adaptación al cambio climático y la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero. Si se sigue retrasando la puesta en marcha de una acción concertada a nivel mundial, se agotará el plazo breve del que disponemos para asegurar un futuro digno, asevera el IPPC.
Laura Brosio