Apuntes sobre la Revolución de Mayo. Nombres y lugares que la recuerdan en la Ciudad de Buenos Aires
Por Josefina del Solar
El mes de mayo en curso nos remite infaltablemente a la memoria de un hecho fundamental
de la historia de nuestro país, ya que fue el primer paso para la conformación posterior de la
República Argentina. El hecho a recordar es por supuesto la Revolución de Mayo de 1810,
que significó la constitución del primer gobierno elegido localmente para este territorio que
por entonces, como Virreinato del Río de la Plata, formaba parte del Imperio Español en
América.
De aquel acontecimiento fundacional han quedado algunos vestigios físicos en la Ciudad de
Buenos Aires, claro que con los cambios propios del paso del tiempo.
Lo primero a mencionar es la actual Plaza de Mayo. Esta fue el centro de la fundación de
Buenos Aires, pero lleva hoy ese nombre por haber un escenario esencial de los hechos de
Mayo de 1810. Al momento de la Revolución la Plaza estaba dividida en dos partes por la
Recova. El sector enfrentado a la actual Casa de Gobierno se llamaba Plaza del Fuerte, y el
que estaba frente al Cabildo se llamó Plaza Mayor hasta que después de las Invasiones
Inglesas pasó a ser Plaza de la Victoria. Con posterioridad a 1810, a la denominada del
Fuerte se le dio el nombre de 25 de Mayo. Recién con la demolición de la Recova en 1884
se unificó el predio y por decisión del intendente Torcuato de Alvear se la denominó Plaza
de Mayo en toda su extensión.
En la que mencionamos antes como Plaza de la Victoria, en marzo de 1811, próximo a
cumplirse el primer aniversario de la Revolución, la Junta de Gobierno decidió levantar un
monumento conmemorativo: la Pirámide de Mayo, que se comenzó a construir en abril de
ese año y se terminó al mes siguiente. La construcción era bastante modesta: en forma de
obelisco, era de adobe, de unos 13 metros de alto, estaba ubicada sobre un sencillo
basamento y coronada con un vaso decorativo. Pronto se la consideró insuficiente para
simbolizar un hecho tan importante y hubo proyectos para reemplazarla por otra
construcción. Por ejemplo en la época de Rivadavia se proyectó la realización de un
monumento a los hombres de Mayo. Finalmente esto no se realizó, y la Pirámide quedó con
su forma original, hasta que en 1856 se decidió su remodelación. Se mejoró entonces su
revestimiento y se le agregaron una estatua de la Libertad en su parte superior, y unas
figuras de mármol en los ángulos de su basamento. Estas últimas posteriormente se
sacaron. Hubo después otros proyectos para reemplazar a la Pirámide, con el argumento de
que ya no se trataba de la original. Pero ninguno llegó a concretarse. Con la unificación ya
mencionada de la Plaza, se desplazó la Pirámide varios metros hasta su ubicación actual. En
1942 fue declarada monumento Histórico Nacional.
Un centro fundamental de los hechos de Mayo fue el Cabildo, escenario de los debates y
las decisiones políticas que culminaron con la conformación de la Primera Junta de
Gobierno. El edificio que hoy vemos no es el original, ya que a lo largo del siglo
diecinueve esta construcción experimentó varias reformas que llegaron incluso a modificar
su fisonomía. La más definida en ese sentido fue la que se realizó en 1879, dirigida por el
ingeniero francés Pierre Benoit, en la que el Cabildo prácticamente perdió totalmente su
estilo propio del período colonial español y se italianizó: se le agregaron columnas corintias
y una torre muy alta para las dimensiones del edificio. Una década más tarde la apertura de
la Avenida de Mayo hizo necesario el recorte de tres de los arcos del sector norte,
oportunidad en la que también se demolió la desproporcionada torre de Benoit. En 1931 se
abrió la Diagonal Julio A. Roca, con lo cual se le quitaron al Cabildo tres arcos del otro
extremo. Entre los años 1938 y 1940 el arquitecto Mario Buschiazzo reconstruyó el edificio
buscando devolverle el estilo colonial que tenía originalmente. Le dio nuevamente una torre
y restauró el balcón, entre otros elementos. Con la fisonomía que presenta en la actualidad
se inauguró oficialmente en 1940. Había sido declarado Monumento Histórico Nacional en
1933.
Mencionaremos también las calles que recuerdan al histórico hecho. Nombramos ya a la
Avenida de Mayo, proyectada en tiempos de la intendencia de Torcuato de Alvear -ejerció
ese cargo entre 1883 y 1887- a quien se debió una gran modernización de la Ciudad de
Buenos Aires. No fue sencillo concretar el trazado de la Avenida, ya que fueron necesarias
una cantidad de expropiaciones que no siempre se pudieron hacer sin dificultades.
Finalmente se inauguró no en mayo sino el 9 de julio de 1894. La Avenida fue uno de los
centros de festejo del Centenario, en 1910.
La otra calle que recuerda la Revolución es por supuesto 25 de Mayo. Esta nace en
Rivadavia y termina en su intersección con Córdoba. Tuvo varios nombres: en la época
colonial se llamó del Santo Cristo, luego Calle del Fuerte, y después de las Invasiones
Inglesas se le dio el nombre de Arze, en memoria de un militar de ese apellido que murió
en combate. Con posterioridad a la Revolución se la denominó 25 de Mayo. En tiempos de
Rosas pasó a llamarse simplemente calle Mayo, hasta que más tarde recuperó la anterior
denominación, que conserva hasta la actualidad.
Y no olvidamos a la estación Primera Junta, del subte A. Esta línea fue inaugurada en
1913 con un recorrido más breve, pero al año siguiente llegó hasta Chacarita, oportunidad
en la que se abrió la estación con ese nombre, a la que en 1923 se la denominó Primera
Junta.
FOTOS:
– El Cabildo de Buenos Aires en 1852, daguerrotipo de Charles Fredrick. Se
considera la primera imagen fotográfica de un edificio público de esta ciudad.
– Avenida de Mayo en 1910, festejos del Centenario de la Revolución de Mayo.