16 septiembre, 2024
Cultura

Adelaida Negri, un modelo en vigencia para las nuevas generaciones.

El 17 de agosto se cumplen cinco años desde la partida de la gran soprano argentina Adelaida Negri.
Considerada por muchos como la voz lírica femenina más importante que ha dado el país, era además
alguien de una personalidad digna de destacar. Conoció los más importantes escenarios del mundo, y en
nuestro medio fue una difusora incansable del género. Creó la Casa de la Opera de Buenos Aires, y sin
descuidar su presencia apoyó a jóvenes cantantes, muchos de los cuales llegaron a ser reconocidos. Era
además vecina de nuestro barrio de Retiro. En la siguiente nota, el músico René Sanz traza una semblanza
de la cantante, recordándola en este aniversario.

Algunos artistas nunca saben exactamente adonde llegarán. Los músicos en particular, un día comienzan a
cantar, intentan sacar sonidos a los primeros instrumentos que le vienen a la mano, interactúan con sus
pares, hasta que un día se encuentran sobre un escenario bajo luces que los invitan a transitar un rumbo
incierto hacia un cenit de gloria impensado.
El de Adelaida no fue ese caso. Decidida de niña a ser la artista que fue, es probable que haya presentido
su talento y sus condiciones conociendo tempranamente la disciplina de un riguroso estudio. Su pasión por
la música, el canto, el teatro y la historia, la conducirían por el camino correcto. Para mediados del S. XX
las ciudades del sur de la Provincia de Buenos Aires, crecían al ritmo de la expansión del ferrocarril. No
fue excepción para Banfield, ciudad natal de Adelaida.
Hija del Ingeniero Negri, Adelaida debió respetar la tradición familiar. De tal manera estudió Derecho en la
Universidad de Buenos Aires egresando como abogada con solo veintidós años. Es muy probable que
haber cumplido con el legado le haya permitido sentirse libre para encarar seriamente el estudio por
aquello que fue su verdadera pasión.
Ingresó así al Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, en tiempos en los que la difusión de la lírica a
diferencia de nuestros días, poseía cierto grado de exclusividad para reducidos grupos con residencia en la
Ciudad de Buenos Aires.
Pensemos que en aquellos años ´60, acceder a la difusión de la música académica solo podía ser posible a
través de alguna emisora radial o bien de la compra de discos, o en su defecto asistiendo al Teatro Colón.
Lo cierto es que hoy, a través de diversas plataformas, se puede acceder a múltiples versiones de una
misma obra y elegir, incluso hasta el intérprete preferido para su audición.
Adelaida egresó del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y sus calificaciones le otorgaron una
Medalla de Oro. Luego, continuó su perfeccionamiento con el Maestro Bernardo Toscano. La conjunción
del amor, la admiración mutua y el reconocimiento de rasgos profundos tornó en matrimonio a Bernardo y
Adelaida.
Hacia 1974, el British Council le abrió sus puertas tras una beca que le permitió perfeccionarse en el
London Opera Center. En su ascenso artístico abordó los roles más significativos de su cuerda. Así,
Adelaida le dio vida y actuación a Violetta y su amiga Flora en “La Traviata” de Verdi, a Hanna Glawari en
“La viuda alegre” de Franz Lehar, fue V Doncella en “Elektra” de Richard Strauss, y puso luz e
interpretación a los más celebres títulos de la lírica mundial. Para aquellos que deseen saber sobre el
recorrido detallado de sus presentaciones, recomiendo recurrir al trabajo realizado por su excelente
biógrafo, el Prof. Christian Lauría, en el libro “Adelaida Negri. Vida Arte y Talento”.
Generalmente, y luego de muchos años, algunos artistas retornan a su tierra natal. Quizá, buscando
armonizar sus hechos y sus alcances en unidad con el ámbito de nacimiento y con una seria tendencia hacia
la homogenización de la experiencia humana.
Tal fue el caso de Adelaida, que además de retornar con una carrera formidable y luego de haber brillado
en los escenarios mundiales, retornó a estas tierras con una idea que aún hoy sigue siendo un modelo.

En 1997 fundó la Casa de la Ópera de Buenos Aires. Allí en el barrio de Barracas, abrió sus puertas al
desarrollo de ideas y sobre todo a muchos de los talentosos artistas que hoy brillan en la lírica local e
internacional.
En la búsqueda de nuevas propuestas hacia un público ávido por volver a escuchar su voz, decidió abordar
títulos de óperas poco usuales, como la Trilogía Túdor de Gaetano Donizzetti, Armida de Rossini, La
Samaritana de Licinio Refice y otros.
La creación de este espacio para la ópera la tuvo a Adelaida como directora, poniendo al servicio de todos
un conocimiento superior adquirido en tantos años de vivencias y estadía en Europa. El desconocimiento
del idioma dejó de ser una barrera para el espectador. Desde sus inicios, las producciones de la Casa de la
Ópera adquirieron la modalidad de traducción por sobre la escena, atrayendo a una importante población
melómana. Podemos decir entonces, que el abordaje de las nuevas tendencias tecnológicas hacia el fin del
S.XX fue otro desafío que la Mtra. Adelaida Negri incorporó en sus producciones. Adoptó el Teatro
Avenida, recientemente puesto en valor en 1994, como el sitio por excelencia para presentar sus
producciones.
Realizó una notoria inversión en vestuarios y decorados y contrató diseñadores, modistas, Mtros.
Acompañantes, Concertadores y Directores y fundó la Orquesta de la Casa de la Ópera de Buenos Aires
dando espacio para que muchos músicos ya formados pudiéramos desarrollar el aprendizaje interpretativo
del género operístico.
Además, dio la posibilidad para que jóvenes intérpretes vocales la secundaran en roles principales y
secundarios, transmitiéndoles su experiencia, su dedicación, su compromiso y su amor por la lírica
nacional e internacional.
Sus puestas en escena abordaron conceptos renovados de pre – producción y post producción. Desarrolló
un marketing publicitario inusual para su época y registró todas sus óperas en formatos digitales a los que
la posteridad puede acceder.
Adelaida Negri desplegó un bagaje de experiencias asombrosas, autoproduciendo su propia visión sobre la
escena, la interpretación de los argumentos y realizando una gestión cultural sin precedentes en estas
tierras y más aún para una mujer en aquellos días.
Rápidamente, un registro de seguidores apoyó su inventiva desde todos los puntos de su gestión. Tuvo a su
lado a una gran compañera y asistente que no debe olvidarse. Ella fue la Prof. Leticia Jalil quien, además
de amar la lírica, secundó a Adelaida en todos los términos organizativos que una producción de Ópera
demanda. Por supuesto, allí estuvo también el Mtro. Bernardo Toscano, porque cuando se trata de amor, las
emociones son sostenidas, dando permanentes señales de conjunción y admiración mutua.
En ocasiones, los rumbos económicos de nuestro país hacen dificultosa la continuidad de algunos
proyectos de enorme envergadura. Las producciones de la Casa de la Ópera fueron reduciéndose a tertulias
inolvidables en el barrio de Barracas con la acotada asistencia de público. También Adelaida comenzó a
presentarse en ambientes eclesiásticos acompañada por ENSAMBLE XXXII y seguida por sus
admiradores que siempre le brindaron su afecto. En silencio, afrontó sus dificultades de salud. El 30 de
Junio de 2019 tuvo que suspender una función de cámara en el majestuoso Museo Histórico Nacional. Ya
no regresó al escenario. El 17 de agosto se fue la persona sonriente, optimista y amada por todos los que
tuvimos la dicha de aprender de ella. No solo nos dejó la belleza de su voz, sino también dejó un modelo
de amor y compromiso con la música, con el arte y con la vida.

Hugo René Sanz
Lic. En Artes / Músico – Intérprete

 

 

 

 

 

 

 

 

 

FOTOS:
– Adelaida en la Casa de la Opera de Buenos Aires (foto La Gaceta del Retiro).

– Adelaida Negri con Luciano Pavarotti, con quien compartió escenario en el MET de N. York.