Carlos Guastavino: El compositor que unía lo culto y lo popular
El 5 de abril se cumplen 111 años del natalicio del pianista y compositor argentino Carlos Guastavino. Nacido en Santa Fe en 1912, el músico constituyó el emblema del denominado “nacionalismo romántico argentino”. Especialista en tender puentes entre el modernismo y la tradición o entre lo culto y lo popular, Guastavino fue uno de los creadores argentinos cuya obra trascendió las fronteras de nuestro país. En sus composiciones empleó poemas de Rafael Alberti, Atahualpa Yupanqui, Pablo Neruda, Gabriela Mistral y Jorge Luis Borges, entre otros, así como textos propios y otros anónimos.
Su niñez transcurrió en el seno de una familia que, como muchas de principios del siglo XX, era aficionada a la música. Sus padres, Amadeo y Josefina, ejecutaban la guitarra y la mandolina respectivamente. Su tío Pedro improvisaba en el clarinete y su hermano mayor, José Amadeo, en el piano. Espontaneidad e intuición musical fueron las primeras experiencias lúdicas de Carlos, el tercero de aquellos seis hermanos, que apenas con cuatro años de edad, siendo discípulo de la pianista Esperanza Lothringer, debutó en el Teatro Municipal con la interpretación de una pequeña composición para dúo de violín y piano escrita por ella. En Santa Fe también estudió con Dominga Iaffei.
Aprehendió la música popular rural con mucha facilidad, sintiéndose impactado especialmente por el cielito y el triste. Atraído por las Ciencias Exactas desde la adolescencia, tras finalizar el bachillerato cursó la carrera de Ingeniería Química en la Universidad Nacional del Litoral hasta cuarto año, sin abandonar el piano. En 1937, tomó contacto con el pianista Héctor Ruiz Díaz, siendo clave la experiencia de trabajar a dos pianos con él para su decisión de dedicarse exclusivamente a la música. Con una beca
prosiguió estudios de perfeccionamiento en la capital argentina.
Ya establecido en Buenos Aires, tras un paso fugaz de unos pocos meses por el Conservatorio Nacional de Música, continuó estudios con el compositor y pedagogo Athos Palma. Con él sistematizó, en un lapso intensamente breve, su bagaje de conocimientos empíricos previos, en especial en las disciplinas de armonía, morfología y contrapunto.
En los años ‘40 se trasladó al Reino Unido tras aceptar una beca del British Council, que le permitió tocar en el Wigmore Hall casi al mismo tiempo que la Orquesta de la BBC estrenaba sus Tres romances argentinos y él mismo grababa para la BBC varias obras. En tanto, en la década siguiente viajó por la Unión Soviética, Checoslovaquia y China, entre otros países. En 1954 estrenó su obra para piano El romance de Santa Fe durante un concierto gratuito llevado a cabo en el Teatro Colón. Los ‘60 estarían marcados por la difusión de su producción en el terreno de la canción de raíz folclórica y la música coral.
Tras un período de 12 años alejado de la vida pública y sin realizar nuevas obras, Guastavino volvió a producir, motivado por una nueva relación personal con el músico Carlos Vilo, a quien dedicó especialmente 16 composiciones.
La posibilidad desde sus comienzos de acceder a la publicación de sus composiciones en la Editorial Ricordi le abrió una vía de circulación en el ámbito internacional que permitió una vasta divulgación de su música. Su producción es amplia en el campo del repertorio de cámara y solístico: incluye piezas vocales con piano, obras corales a cappella, para grupos instrumentales, piano y guitarra. Se estima que su obra está conformada por 350 composiciones. Son más de 200 canciones para canto, acompañado por piano, las que conforman la parte sustancial de su labor creativa. Muchas de ellas en base a textos de poetas como el español Rafael Alberti -Se equivocó la paloma, canción popularizada por Joan Manuel Serrat-, el bonaerense Hamlet Lima Quintana (la milonga Hermano) y el mercedino León Benarós, con quien compartió la autoría de las series Flores argentinas, Pájaros y Canciones escolares.
Guastavino fue responsable de parte del repertorio que sonó en las escuelas argentinas durante varias décadas, partiendo de la Canción del estudiante, que compuso en 1939 en colaboración con Ernesto Galeano para un concurso del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, pasando por Yo maestra, Está lloviendo en mi escuela y Sarmiento fundaba escuelas, entre otras.
Reconocidos intérpretes clásicos y populares como Concepción Badía, Victoria de los Ángeles, Martha Argerich, Joan Manuel Serrat, Alfredo Krauss, José Carreras, Kiri Te Kanawa, Teresa Berganza, John Williams, Miguel Ángel Girollet, Mercedes Sosa, José Cura, Rudolf Firkušný, Víctor Villadangos, Marcos Fink, Eduardo Falú, Gerard Souzay, Cecilia Pillado, entre muchos otros, han abordado su música en conciertos y grabaciones a lo largo del siglo XX. Algunas canciones han sido traducidas a otros idiomas y se escuchan en Indonesia, Japón, Australia, aparte de Europa y Estados Unidos.
Guastavino impuso la austeridad y la ausencia de estridencia como su estilo de vida personal y lo trasladó a su obra. Era un personaje extremadamente solitario y reservado, alejado de los homenajes y celebraciones y como encapsulado en un tiempo propio y sin inconvenientes en admitir su más completa falta de interés por la música de sus contemporáneos. Las propias palabras del pianista confirman aquello: “Siempre me han dicho que escribo en un estilo del pasado, romántico o tonal. Yo escribí y escribo la música que me gusta a mí y creo que el tiempo y la difusión que ha tenido dieron la razón a lo que estaba haciendo”.
Gran parte de su obra es para ser cantada. Guastavino amaba la voz y amaba cantar. Es por ello que incluso cuando escribió para piano lo hizo de un modo “coral”, polifónicamente. Su estilo musical, firmemente arraigado en el romanticismo del siglo XIX, ha permanecido completamente apartado del entorno musical moderno de Argentina. Su aislamiento estilístico resulta evidente comparando los trabajos de Guastavino con aquellos de Alberto Ginastera (1916-1983), casi su contemporáneo exacto. De hecho, esta característica lo transformó en un modelo para la generación de autores de música popular argentina del ‘60, que a menudo aplicaron las innovaciones de Guastavino a su propia música. Su estilo muestra una clara afinidad con las ideas de los compositores nacionalistas del siglo XIX como Alberto Williams, Francisco Hargreaves, Eduardo García Mansilla y Julián Aguirre.
“Sólo hice la música que brota en mi cabeza. Cuando leo una poesía que me llega, me conmociono mucho. (…) Entonces tomo un papel pentagramado y escribo las notas. Todo es muy rápido, no puedo parar, es como si estuviera poseído. Cuando me doy cuenta de que encontré lo que quería, me pongo de pie, hago gestos, camino, doy vueltas, río o lloro y doy gracias a Dios”, declaró en una entrevista que le realizaron en 1996.
Composiciones suyas como Se equivocó la paloma, Pueblito, mi pueblo, La rosa y el sauce, la zamba La tempranera, Milonga de dos hermanos, Tierra linda, Jeromita Linares, Hermano, Canción del estudiante, El forastero –con letra de Yupanqui- no pasaron de moda, siguen vigentes como páginas brillantes de la música argentina.
Pueblito, mi pueblo es una de sus obras más significativas. Su letra, un poema de Francisco Silva, era sencilla pero de alguna manera anticipaba el sentir nostálgico de aquellos migrantes internos que empezaban a poblar la Buenos Aires industrial de entonces, como fue el caso del mismo Guastavino. Dice: “Pueblito, mi pueblo / Extraño tus tardes / Querido pueblito / No puedo olvidarte / Cuanta nostalgia ceñida / Tengo en el alma esta tarde / Ay… si pudiera otra vez / Bajo tus sauces soñar”.
A lo largo de su carrera el talentoso pianista se hizo acreedor de numerosos premios. En 1987 la Organización de los Estados Americanos (OEA) y el Consejo Interamericano de Música (CIDEM) lo homenajearon con la máxima distinción de ese organismo. Recibió además el Premio Consagración Nacional de la Secretaría de Cultura de la Nación (1992), una distinción de la Asociación de Críticos Musicales de Argentina (1993), el reconocimiento de la localidad bonaerense de San Pedro como Ciudadano Ilustre (1993) por la canción El Sanpedrino (en colaboración con León Benarós) y la declaración como Personalidad Emérita de la Cultura Argentina por parte de la Presidencia de la Nación (1999). En 2009 se le otorgó el Premio Konex de Honor como personalidad musical relevante fallecida en la década anterior.
Guastavino murió en la ciudad de Santa Fe el 29 de octubre de 2000, a los 88 años. Fue inhumado en el pequeño cementerio de San José del Rincón, localidad a la que le había dedicado su composición Pueblito, mi pueblo.
Laura Brosio
FOTO: Carlos Guastavino.