5 noviembre, 2024
En Retiro

Martín Jacovella y su investigación sobre el Pasaje Seaver

 Entrevista por Josefina del Solar

Multifacético e inquieto, Martín Jacovella se enfoca en la actualidad en una investigación exhaustiva sobre el Pasaje Seaver, esa calle de apenas una cuadra de extensión que dividía en dos la manzana comprendida entre Cerrito, Posadas, Carlos Pellegrini y la Avenida del Libertador, y que desapareció con la llegada de la 9 de Julio hacia el bajo. El Pasaje es hoy casi un mito que Martín busca relevar y descubrir, y sobre esta tarea conversamos con él en una cálida tarde de este verano 2023.

 

Antes que nada, contanos cuál es tu actividad habitual.

Martín Jacovella

 

 

– Mi actividad habitual, si bien siempre está relacionada con mis áreas de trabajo, principalmente publicidad, documentales, eventos y festivales, aunque también tengo proyectos de cine y tv (que por ahora son más proyectos que otra cosa), y algunos emprendimientos, lo cierto es que no tengo una rutina que se mantenga todo el año. De pronto hago una campaña publicitaria y estoy dos o tres meses con eso. También produzco un festival de cine, y hago la parte comercial al igual que en los Barsandarts (que son eventos de arte y coctelería o ciclos de jazz que volví a producir este año), o de pronto estoy haciendo un documental, o como en este caso con el Pasaje Seaver, proyecto que también incluye la realización de un libro. De profesión soy director de cine -aunque produje más de lo que hice como realizador- y también publicista.

Tu gusto por la investigación te ha llevado a este tema del Pasaje Seaver, muy interesante espacio de nuestro barrio, que ya no está. ¿Cómo llegaste a interesarte por eso?

– Es una larga historia. Nunca logré contarlo en pocas palabras. En síntesis, además del hecho de que la historia del Seaver se cruza en muchos aspectos con mi propia historia, lo cierto es que yo en 2002 hice en la Recova de Posadas la tercera edición de “Las Puertas del Paraíso”, una exhibición temática colectiva con 43 artistas con puertas pintadas o intervenidas (siempre me gustaron las puertas), para el primer Gallery Night, y luego de eso quise hacer más cosas ahí, y buscando información sobre lo que había en ese lugar antes de la demolición de la 9 de julio y la autopista, descubrí la historia del Pasaje Seaver. Y ahí primero nació la idea de hacer un evento, un homenaje, un happening… La idea de las puertas había surgido un año antes en La Cumbre, Córdoba, donde hice la primera muestra en La Fonda de Cruz Chica (donde yo viví un tiempo), y en el Paraíso de Mujica Láinez, sin saber que ambas casas eran obras del arquitecto León Dourge, cosa que descubrí luego cuando investigaba sobre uno de los personajes más emblemáticos del Seaver, Quique Dourge. La cuestión es que en su momento la idea del evento no prosperó, por suerte, ya que no disponía de mucho material. Pero en mí las ideas nunca mueren… Y la investigación creo que es uno de los trabajos que más me gustan, porque requieren concentrarse mucho, abrir puertas, tener paciencia, tener la capacidad de atar cabos, de cotejar datos, y es muy emocionante cuando aparece una foto inédita o descubro quién es tal o cual de esa imagen o cuando puedo terminar de armar cada rompecabezas. Porque cada personaje o familia tiene varias piezas y no siempre se pueden conseguir todas. Luego ya empiezo a volar y hasta me gustaría ficcionar todo. Pero por ahora seguimos con el documental.

¿Cuál es tu proyecto en relación al Seaver?

– En 2018 retomo el proyecto y se volvió a frenar por la pandemia, así que recién el año pasado, y luego de 20 años de la idea original, finalmente me di el gusto de hacer el evento homenaje el 3 de noviembre, y sirvió de incentivo para apurar la investigación ya que tuve que preparar distintas infografías y armar una primera edición del material audiovisual como para poder contar parte de la historia en el evento. Pero el objetivo final es poder terminar mi investigación para mitad de año y poder editar un libro y un documental, para los cuales ya vengo trabajando hace bastante, aunque el año pasado fue el de mayor intensidad en cuanto a investigación y hallazgo de nuevos datos y material.

¿Cómo lo estás trabajando el tema?

– La verdad es que ya tengo bastante información, carpetas de fotos en alta, fotos en baja, cuadros, mapas, testimonios, clips de algunos films que se filmaron ahí… Voy armando una suerte de biografía general del Pasaje en un documento maestro y en paralelo contando todo el backstage de la investigación y las mágicas coincidencias con mi destino, y por ahora vine haciendo bastante foco en los personajes que lo hicieron memorable. Creo que por ahí está lo más interesante. Tengo un listado con todos los que vivieron y otro de los habitués, en ambos casos muchos aún viven y todavía sigo descubriendo historias. También voy reconstruyendo distintos aspectos, buscando información sobre los arquitectos que hicieron los principales edificios y casas, revisando planos y fechas de cada etapa, de las quintas que había antes cuando todas esas tierras daban al río, de cuándo se hizo la escalinata… y voy entrevistando a quienes vivieron ahí o vecinos que aún guardan nítidos recuerdos y en base a eso también voy completando esa biografía. También tengo del grupo de amigos del Seaver en Facebook todas las conversaciones entre los vecinos que van recordando pequeñas anécdotas. En definitiva, tengo varias ideas de cómo encarar tanto el libro y el documental, pero prefiero terminar de armar esa biografía maestra y luego sí ver qué resulta más interesante, cómo separar todo en distintos capítulos y también enfocarme en el diseño. En cuanto al documental, estamos incorporando una reconstrucción animada del pasaje, lo que me va a permitir entrar en las distintas casas y usar la voz en off y también reconstruir algunas escenas.

Y ¿en qué punto está ahora este trabajo?

– Con todo lo que tengo podría dar por terminada la investigación ahora, pero la realidad es que todavía me faltan algunos testimonios, sigo recolectando algunas fotos y cuadros, y algunos datos, y recién ahí me pondré a editar todo. Pienso armar un sistema de crowdfunding para poder encarar la etapa de diseño y edición. En cuanto al documental, como te decía todavía no tengo claro el enfoque ya que no pensaba incluir muchos testimonios sino contarlo con imágenes y renders animados, pero el guión también se va desprendiendo de la investigación; es decir, cuando termine de editar toda la información y en todo caso separar temas o elegir aspectos, como lo social, lo cultural, ahí terminaré de darle una estructura. Creo que lo cultural es lo más fuerte, ya que los personajes que lo hicieron famoso fueron más que nada artistas que vivieron o frecuentaron el Seaver: pintores, fotógrafos, actores, directores de cine publicitario, escritores, bailarinas… estaba la fundación Ars Musicalis del padre Segade, en fin, el Cabaret Amok primero y luego Can Can. Para el documental también necesitaré fondos, hasta ahora he producido todo de manera independiente, y en el caso del evento, sí contamos con apoyo de Diego Servente y la Recova de Posadas.

De todo lo que hallaste, que no es fácil por supuesto ¿qué es lo que más te interesó? Y ¿cuáles fueron las mayores dificultades para encarar esto?

– Antes que nada, al margen del placer y a veces el sufrimiento o frustración que implica la investigación, ya que a veces hay un dato o una imagen que no se consigue, lo que más rescato son las personas y personajes que conocí a partir del Seaver. Siento que es un privilegio poder conversar con gente como Sebreli, Pedro Roth, Georgina Ginastera, Carlos Ulanovsky, Luis Grossman (recientemente fallecido), Hilda Wagner (hermana de Lía, la dueña de Can Can), Marco Moreno (hijo de Manolo Moreno dueño de Kumazawa, que estuvo ahí en la misma esquina del Seaver y Posadas donde antes estaba el seminario de danzas de la famosa bailarina rusa Ekatherina de Galantha), María Luro (mano derecha del Padre Segade), Paul Dourge, el hijo de Quique y nieto del gran León Dourge, que a su vez era amigo de Mujica Láinez, y a su vez Manucho (a quien conocí de niño y donde hice la primera muestra de las puertas) era amigo de la pintora Bibí Zogbé y la visitaba en el Seaver, y amigo de Ginastera, vecino del Seaver, quien compuso su obra Bomarzo; Arturo Emilio Sala, la familia Cordero, los hijos de Enrique Grinberg (el dueño del estudio de fotografía y cine publicitario), Mateo Gutiérrez Ruiz hijo de Tabo quien vivió allí también, Néstor Paternostro que filmó escenas memorables de “Mosaico” allí en el Seaver, Daniel Sabsay (hijo de Sofía, enorme pintora que tuvo su taller allí por unos 14 años e incluso pintó como nadie la demolición). También tengo que juntarme con Alicia Sanguinetti, la hija de Anne Marie Heinrich, autora de una foto memorable del Seaver. También hay otros fotógrafos que lo retrataron y que generosamente me van prestando las imágenes como Aldo Sessa, Claudia Pugliese, Jorge Monetta, y toda la gente linda y culta y apasionada que también me ayuda con la investigación como la gente de Patrimonio Cultural de la Ciudad, o los coleccionistas como Marcelo Caradonna, y aún me quedan varios por conocer y entrevistar. Lo que más me interesó entonces es esta posibilidad de reconstruir una historia, la historia de una calle que como decía Masciángioli, “cabía en una sola mirada”. Además entre el libro y el documental voy recorriendo distintas etapas y áreas de mi trabajo como redacción, fotografía, filmación, edición, diseño… entonces disfruto mucho ese viaje. Me interesó mucho la búsqueda de información y material de todos los films que se hicieron ahí, la historia de toda esa gente que nunca perdió la esperanza de que la demolición finalmente no llegara hasta el bajo… hubo gente viviendo ahí hasta el final, como la familia Cordero, o Sala. Me interesó -y acá de nuevo esto se cruza con mi propia historia- por el Seaver y el estudio de Grinberg pasaron los mejores fotógrafos y directores de cine y cine publicitario de la época, y era una de las calles que más hacían recordar a París. Era la bohemia, eran los happening, era una época muy jugosa en la historia cultural de la ciudad y del país. Grandes arquitectos hicieron algunos de esos edificios como Bustillo, Jorge Beltrán Hardoy, Eduardo Sauze, Villalonga y Milberg. Entre las dificultades te diría que a simple vista no hay mucho material, y a veces hay datos erróneos que se repiten en distintas crónicas o notas periodísticas. La dificultad de hacer esto de manera independiente, o luchar con alguna burocracia para conseguir tal o cual material, o directamente no encontrar algo, o que resulte tan complejo el tema de los derechos de las imágenes de los films, cosa que antes no pasaba para un documental. Pero el resto es todo bastante goce, ese trabajo de detective si fuera pago te diría que me quedo con eso.

Es que investigar es apasionante. Contanos ahora alguna anécdota que te parezca muy significativa sobre este tema.

– Está la anécdota de cómo a partir de las puertas que mi madre -que fue una importante marchand- estaba cambiando de su casa de La Cumbre, y de cómo yo de pronto terminé viviendo en La Fonda de Cruz Chica y armando esa primera muestra de puertas, y eso me acercaba sin saberlo a León Dourge y a Manucho, y fueron esas puertas “del paraíso” que me llevaron a descubrir la historia del Seaver… Luego está la que me comentó Pater de la broma que le hicieron a Grinberg de que ya venían a demoler todo, le pusieron cintas de corte de calle, armaron toda la situación; o de los shows de Federico Peralta Ramos en el Can Can. Creo que lo más divertido fue Quique Dourge armando un propotipo de auto en el primer piso de su estudio, que quedaba en la parte de delante de la Fundación del Padre Segade, el mismo lugar donde su hijo Paul daría sus primeros pasos en la música junto a Andrés Calamaro. Los famosos almuerzos y trucos en lo de Grinberg, donde iban otros personajes ilustres como Josefina Robirosa, Jorge Michel (eran amigos de mis padres y de hecho Jorge me regalaba cajas de Rasti cuando íbamos a su taller y ahora me vine a enterar de que se los daba Grinberg ya que ahí se hacían todas las producciones de Rasti). También hace poco descubrí que la mismísima Evita había vivido ahí con tan solo 20 años. Hay muchas cosas, no quiero spoilear todo.

Ya hiciste un anticipo en un homenaje a fines del año pasado. ¿Qué fue exactamente?

– El homenaje fue una fiesta principalmente para compartir con los viejos habitantes, habitués o los hijos de ellos, y dar por iniciada formalmente esta travesía de homenajes al Seaver. Hicimos un cocktail muy lindo con el apoyo de La Recova en Il Giardino, con música en vivo, proyecciones, fotos, cuadros hechos por los artistas del Paseo de las Artes, fue realmente emocionante; vino mucha gente, y logré que se declarara sitio histórico y pudimos colocar una placa homenaje conjuntamente con la Legislatura a través de Carolina Estebarena y tuvimos el apoyo y la presencia de las autoridades de Cultura como Emiliano Cruz Michelena y el ministro Enrique Avogadro.

Te pido una opinión o una perspectiva personal sobre este barrio de Retiro que nos ocupa. Y donde estaba el Seaver, claro.

– Retiro y Recoleta fueron barrios que conocí mucho, mi madre vivía en la subida de Juncal. Podrías sumar el Bárbaro y la galería del Este… yo curtí mucho ese ambiente de artistas de chico, mi madre había comenzado con un puesto de antigüedades en la Plaza Dorrego. Mis padres tenían muchos amigos artistas. Y la Recova… mi tía también había comenzado con el café concert allí. Grandes edificios, hoteles, la calle Arroyo, siempre tuvo ese áura europeo. Luego vino el Kavannagh, grandes palacios. Es un barrio que encierra mil historias, incluyendo la historia del Seaver.

 

Foto de Arriba: “Pasaje Seaver”