24 noviembre, 2024
Cultura

Girondo y Lange: Una pareja literaria luminosa y vanguardista

El poeta Oliverio Girondo y la poetisa y novelista Norah Lange constituyeron una de las parejas de intelectuales más célebres de nuestro país. Vinculados a las emergentes corrientes vanguardistas de los años veinte y treinta, ambos fueron figuras centrales de la renovación literaria local. En agosto se cumplen un nuevo aniversario del nacimiento de Girondo y cincuenta años del fallecimiento de su mujer.

Oliverio Girondo nació el 17 de agosto de 1891 en Buenos Aires, en la casa de la calle Lavalle 1035, hoy desaparecida. El buen pasar de su familia le permitió tomar contacto prontamente con Europa, donde vivió unos años con sus padres, estudiando en el Epson College de Inglaterra y en el Colegio Albert Le Grand de Francia. De regreso a la capital argentina, concluyó sus estudios secundarios en el Instituto Libre de Segunda Enseñanza.

Posteriormente comenzó a estudiar Derecho y volvía a Europa en sus vacaciones. Así logró entablar relaciones literarias y amistosas con poetas y artistas del Antiguo Continente, que lo introdujeron en los diversos círculos de las nuevas corrientes estéticas, como el surrealismo, el cubismo, el futurismo. Postulaba la necesidad de romper con la tradición –encarnada en la obra de Leopoldo Lugones-, lo cual lo llevó a distanciarse nítidamente de las convenciones impuestas por el uso y aceptadas por el público.

En 1916 se recibió de abogado, si bien nunca ejerció. La experiencia recogida en todos sus viajes se plasmó finalmente en su primer poemario, Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, editado en 1922, con ilustraciones del mismo Girondo.

La aparición de este libro, un año antes de Fervor de Buenos Aires, de Jorge Luis Borges, los señaló como representantes de la vanguardia porteña de la época, que se nuclearía en torno a las revistas Proa (1922) y Martín Fierro (1924-1927). El grupo incluía -además de a Girondo y Borges- a Evar Méndez, Samuel Glusberg, Jacobo Fijman, Xul Solar, Leopoldo Marechal, Raúl González Tuñón y Macedonio Fernández, del Grupo de Florida, caracterizado por su estética elitista, que se reunía en la Confitería Richmond. Este grupo confrontaba con el llamado Grupo Boedo, de raigambre popular, que priorizaba la temática social y se reunía en el Café El Japonés.

En 1925 Girondo publicó su segundo poemario, Calcomanías, inspirado en sus andanzas españolas. Al año siguiente conoció a Norah Lange en un almuerzo realizado en la Sociedad Rural en homenaje a Ricardo Güiraldes. La escritora llegó al lugar acompañada por un primo lejano que era nada menos que Borges. Sin embargo, se retiró con Girondo, con quien iniciaría una relación sólo interrumpida por la muerte del poeta.

En 1932 Girondo publicó Espantapájaros, libro heterogéneo que contiene un caligrama, prosas poéticas y poemas. Para promocionarlo, en una curiosa operación de marketing, realizó una escultura de papel maché del “espantapájaros académico” que aparece en la portada de la primera edición, la colocó en una carroza tirada por seis caballos y la hizo desfilar por la calle, a la vez que alquiló un local sobre la calle Florida donde se vendía el libro, atendido por atractivas muchachas. La campaña resultó un éxito.

En 1933 el poeta se trasladó con Norah a su nuevo y definitivo domicilio de la calle Suipacha 1444, en el barrio de Retiro. En la actualidad dicha casa pertenece al Museo Fernández Blanco, allí se encuentra la biblioteca del museo. A partir de 1936 la pareja comenzó a pasar los veranos en una casa en el Delta bautizada La Recalada. Tras varios años de convivencia –todo un escándalo para la época-, finalmente se casaron en 1946.

En 1937 el escritor publicó su única ficción en prosa, Interlunio, con aguafuertes de Lino Enea Spilimbergo. Tres años después apareció Nuestra actitud ante el desastre, breve ensayo político sobre la Segunda Guerra Mundial. En tanto, en 1942 se editó el poemario Persuasión de los días, mientras que en 1946 salió Campo nuestro, extenso poema telúrico dedicado a la pampa. Su último poemario llegó en 1953: fue En la masmédula, su trabajo más audaz, su obra cumbre, en la cual lleva al límite su experimentación con el lenguaje.

Girondo demostró su maestría en el manejo de la metáfora y la ironía. Reafirmó su actitud de irreverencia moral y estética, su sentido del humor y su óptica contraria al lugar común. Su obra pasó del deslumbrado optimismo de los comienzos a la introspectiva desazón presente en el final.

En 1961 sufrió un accidente automovilístico que lo dejó imposibilitado físicamente. Realizó un último viaje a Europa con Norah en 1965. El renombrado poeta falleció en Buenos Aires el 24 de enero de 1967, a los 75 años.

Como Girondo, su compañera Norah Lange es dueña de una producción literaria trascendente. Lange fue una escritora de vanguardia y formó parte de las míticas revistas Proa y Martín Fierro. Se ganó un lugar relevante en el mundo de las letras de su época.

Nació el 23 de octubre de 1905 en Buenos Aires, en una casa de la calle Tronador. Exótica, llamativa, con sus grandes ojos claros y su melena pelirroja, Lange era hija del ingeniero noruego Gunnar Lange y de la argentina noruego-irlandesa Berta Erfjord. De la mano de Borges, a inicios de la década del veinte conoció el ultraísmo y se empezó a interesar por la poesía vanguardista.

Comenzó a escribir desde muy joven. Su primer libro, el poemario La calle de la tarde (1925), -con prólogo de Borges- lo publicó a los 20 años. Le siguieron Los días y las noches (1926), El rumbo de la rosa (1930) y Versos a una plaza. Durante mucho tiempo circularon rumores respecto a un amorío de Lange con el autor de El Aleph y, más tarde, con Leopoldo Marechal, quien se inspiró en ella para crear a Solveig Amundsen, uno de los personajes de su novela Adán Buenosayres. Sin embargo, hace unos años, la sobrina de la escritora, Susana Lange, desmintió la relación sentimental de su tía con Borges.

Entre sus obras, además de la poética, están las novelas Voz de vida (1927), 45 días y 30 marineros (1933), Personas en la sala (1950) y Los dos retratos (1956). También escribió dos libros de memorias: Cuadernos de Infancia (1937), por el que obtuvo el Primer Premio Municipal y Segundo Premio Nacional de Literatura, y su continuación, Antes que muera (1944). En 1958 fue reconocida con el Gran Premio de Honor y Medalla de Oro, otorgado por la Sociedad Argentina de Escritores (SADE).

Lange supo construir su identidad como escritora con una mirada femenina que iba más allá de lo que se consideraban géneros o temas típicamente “apropiados” para las mujeres de la época. Así, en la trama de 45 días y 30 marineros coqueteó con la inmoralidad y elaboró un relato repleto de tensiones sexuales en el que una mujer viaja sola en un barco carguero con una tripulación completamente masculina. Para presentar este libro, la pareja organizó una fiesta en su casa en la cual Norah se vistió de sirena y los invitados -entre los que estaban Pablo Neruda y Federico García Lorca-, de marineros.

Sus escritos más rupturistas aparecieron recién a partir de la década del cuarenta, cuando se metió más de lleno en la experimentación narrativa y en el empleo de elementos del género fantástico. En 1968 publicó Estimados congéneres, que reúne los discursos escritos para los homenajes que realizaba a sus amigos y conocidos, ya recopilados en parte en Discursos (1942). En tanto, en 2006 se editó su novela póstuma El cuarto de vidrio.

Lange falleció el 4 de agosto de 1972, a los 66 años, cinco años después que su marido. Ambos están sepultados en el Cementerio de la Recoleta.

Compartimos sendos poemas de ambos autores:

Aparición urbana. (Oliverio Girondo)

¿Surgió de bajo tierra?/ ¿Se desprendió del cielo?/ Estaba entre los ruidos,/ herido,/ malherido,/ inmóvil,/ en silencio,/ hincado ante la tarde,/ ante lo inevitable,/ las venas adheridas/ al espanto,/ al asfalto,/ con sus crenchas caídas,/ con sus ojos de santo,/ todo, todo desnudo,/ casi azul, de tan blanco./ Hablaban de un caballo./ Yo creo que era un ángel.

El sol se había caído. (Norah Lange)

El sol se había caído/ con las alas rotas/ sobre un Poniente./ Tus ojos se llenaron de crepúsculos pálidos./ Vino el vacío eterno de tu presencia/ y todas mis horas se llenaron/ de distancias./ Tus lágrimas se deslizan/ por la pendiente de un recuerdo./ El rosario de tus besos/ de tus huellas/ aguarda tus pasos./ Vuelve./ Acaso en tu ventana/ un verso mío se desangra.

Laura Brosio

FOTO: Oliverio Girondo y Norah Lange.