José María Contursi: La expresión romántica y sublime del tango
El 11 de mayo se cumplieron cincuenta años del fallecimiento del mayor poeta sentimental del tango, José María Contursi, apodado Katunga en la noche porteña. Perteneció a la Generación Romántica del Tango de los años ‘40 junto a Enrique Santos Discépolo, Homero Expósito y Cátulo Castillo, entre otros. Nacido el 31 de octubre de 1911 en Lanús, sus padres eran Hilda Briano y Pascual Contursi, creador del tango-canción con Mi noche triste (1916) y de otros renombrados temas como Ivette, Ventanita de arrabal, La mina del Ford y Bandoneón arrabalero.
Según el escritor Ernesto Goldar, el letrista no sostenía un buen vínculo con su padre: “Los dos Contursi siempre se eludieron. La infancia de José María era huérfana de afectos, sin el menor contacto cariñoso con Pascual”. Sus padres se habían separado cuando el poeta tenía apenas dos años.
No obstante, en su adolescencia José María se crió junto con el círculo de amigos de su padre en el cual abundaban las referencias al tango y a la vida bohemia de principios de siglo. Se identificaba con el turf, el alcohol, la noche, los romances y en el fútbol se fanatizaba con San Lorenzo de Almagro. El letrista cursó el secundario en el tradicional Colegio San José, situado en el barrio de Balvanera, donde se graduó de bachiller en 1928. Pascual Contursi falleció en 1932 luego de una enfermedad mental que lo mantuvo incapacitado en sus últimos años.
Contursi estuvo casado con Alina Zárate, fruto de cuya unión nacieron cuatro hijos. El único varón, Lucio, falleció muy joven, víctima de cáncer. Sus hijas fueron Ethel, Amalia y Alicia Hebe.
Mientras cursaba el colegio secundario, comenzó a manifestarse su vocación por la escritura. En dicho establecimiento, existía una Academia Literaria en la que el poeta canalizaba prácticas de lectura, producción de textos y representaciones teatrales. Los docentes valoraban mucho su actividad literaria. Allí sintió el llamado de la pluma: tuvo su primera experiencia con la palabra escrita con pretensión estética y frecuentaba de manera sistemática a autores del canon de la literatura.
Su primera obra conocida fue el vals Tu nombre (1933), con música de Raúl Portolés Peralta, que estrenara el cantor Andrés Falgás por Radio Stentor. Posteriormente, gestó un gran número de éxitos y piezas célebres junto a varios de los mejores compositores, que veían en él a un letrista de oficio.
Prolífico, sensible, siempre romántico, a veces melancólico y oscuro, otras, arrebatado, el tópico central de sus tangos gira en torno a los amores frustrados o malogrados sobre los que el corazón vuelve una y otra vez. A fines de la década del ’30 el tango había dejado la crónica social y las historias prostibularias –muy populares en los años ‘20- y había virado hacia los asuntos sentimentales.
Es indudable que José María Contursi heredó el don del verso de su padre, lo cual puede comprobarse en sus letras, que destilan belleza, brillantez, profundidad. Sin embargo el letrista rechazaba los temas y el lenguaje de su progenitor. Componía las letras que le sugerían la época y el gusto personal. Su poesía es más clásica, refinada, delicada. Según el periodista Julio Nudler, contribuyó como pocos con su lenguaje culto a elevar la calidad media del tango-canción. No recurría al lunfardo y generalmente no le dedicaba ningún verso a la descripción del barrio, en sus tangos no hay mucho arrabal. Como expresó José Gobello, a diferencia de su padre, José María escribió para una ciudad más culta y lo hizo en el lenguaje de cierta clase media lectora de los poetas románticos y posrománticos.
Entre sus letras sobresalientes deben mencionarse: Claveles blancos, Lluvia sobre el mar y Tabaco, con música de Armando Pontier; Gricel, En esta tarde gris, Cristal y Tu piel de jazmín con Mariano Mores; Por calles muertas con Sebastián Lombardo; Despojos con Federico Scorticati; Mi tango triste, Garras y Evocándote con Aníbal Troilo; Sombras nada más con Francisco Lomuto; Un alma buena con Aquiles Aguilar; Milonga de mis amores y Como dos extraños con Pedro Laurenz; Tú con José Dames, y el vals Bajo un cielo de estrellas con Héctor Stamponi y Enrique Francini.
La nómina de los músicos con los que compartió la creación incluye también figuras del relieve de Joaquín Mora, Charlo, Carlos Di Sarli, Osvaldo Fresedo, Antonio Rodio, Osmar Maderna, José Pascual, Juan José Paz, José Tinelli, Jorge Argentino Fernández y Juan Carlos Howard, entre otros. Asimismo, vocalistas como Alberto Marino, Juan Carlos Casas, Raúl Iriarte, Francisco Fiorentino, Edmundo Rivero, Argentino Ledesma, Roberto Goyeneche, Libertad Lamarque y Julio Sosa se apoyaron en letras de Contursi para alcanzar éxitos históricos.
Su vida amorosa y sus desengaños fueron descriptos en sus letras, siendo Gricel (1942) el tango más representativo en este sentido y el más divulgado de su obra al punto de convertirse en un clásico del género; apenas fue presentado conmovió y cautivó a toda la audiencia argentina. Comienza así: “No debí pensar jamás/ en lograr tu corazón/ y sin embargo te busqué/ hasta que un día te encontré/ y con mis besos te aturdí/ sin importarme que eras buena… / Tu ilusión fue de cristal,/ se rompió cuando partí/ pues nunca, nunca más volví…/ ¡Qué amarga fue tu pena!”.
Gricel narra la historia de amor que inspiró las letras más bellas del tango. En 1935 Contursi tenía 24 años, estaba casado y era locutor de Radio Stentor en Buenos Aires cuando conoció a Susana Gricel Viganó, una jovencita de 15 años que, de visita en la ciudad, -vivía en Capilla del Monte, Córdoba- había acudido a los estudios de la emisora para presenciar la realización del programa. Allí nació el amor que la convertiría en la gran musa del tango. Volvieron a encontrarse en la citada ciudad mediterránea en 1938, donde mantuvieron un corto romance. Sin embargo, Contursi regresó muy pronto a Buenos Aires y Gricel vio que su sueño de estar juntos se desvanecía.
A propósito de esta separación es en este período en el cual Contursi comenzó a escribir letras desgarradoras, plenas de angustia y desesperación como Quiero verte una vez más (1939) (“Tanto en mi amargura te busqué/ sin encontrarte…/ ¿Cuándo, cuándo, vida, moriré/ para olvidarte?”). De 1941 son En esta tarde gris (“¡Qué ganas de llorar en esta tarde gris!/ En su repiquetear la lluvia habla de ti…/ Remordimiento de saber/ que por mi culpa, nunca,/ vida, nunca te veré.”), Sin lágrimas (“Ya ves, mis ojos no han llorado,/ para qué llorar lo que he perdido;/ pero en mi pecho desgarrado…/ sin latidos, destrozado,/ va muriendo el corazón”) y Toda mi vida (“No sé por qué te perdí,/ tampoco sé cuándo fue,/ pero a tu lado dejé/ toda mi vida,/ y hoy que estás lejos de mí/ y has conseguido olvidar,/ soy un pasaje de tu vida, nada más”). En 1943 aparecían Sombras nada más y Cada vez que me recuerdes. Y en 1945 La noche que te fuiste y Garras. Gricel seguía presente pero lejos.
En 1940 Contursi y Gricel dejaron de verse. Durante un tiempo se escribieron cartas pero a partir de 1942 ambos perdieron todo contacto por iniciativa de Contursi: al poeta lo acechaba el remordimiento. En tanto, Gricel también formó su familia: en 1949 se casó con Jorge Camba, tuvieron a su única hija, Susana. Tiempo después, él las abandonó a las dos.
En 1955 el letrista enviudó y entró en una profunda depresión que lo llevó a refugiarse en el alcohol. Años después, en 1962, al enterarse de esta situación a través del bandoneonista Ciriaco Ortiz, Gricel viajó a Buenos Aires a encontrarse con Contursi. A partir de ese momento retomaron la relación –con la aprobación de las hijas del poeta ante la recuperación anímica del mismo- y decidieron radicarse en Capilla del Monte, donde se casaron por iglesia en 1967. En 1962 Contursi escribió Otra vez Gricel -con música de Joaquín Mauricio Mora- en el cual le canta a su amor y al reencuentro: “Tengo el celeste de tus ojos y tu piel/ Y son mis penas que te piden que te quedes,/ Que te quedes para siempre…/ ¡Gricel… Gricel…!”
Como dijimos, Contursi fue locutor en Radio Stentor desde 1933 hasta 1938 y crítico cinematográfico en varios diarios. En esos años comenzó a trabajar en el Departamento de Meteorología del Ministerio de Agricultura, cargo en el cual permaneció por mucho tiempo. Fue coguionista de Mi noche triste, película rodada en 1952 para evocar a su padre. Asimismo, siempre estuvo abocado a la defensa del derecho autoral, siendo en dos oportunidades Secretario General de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música (SADAIC).
Contursi murió el 11 de mayo de 1972 en Capilla del Monte, a los 60 años, junto a Gricel, quien lo cuidó hasta el final. Dejó una obra excelsa e irrepetible, vigente hasta nuestros días.
Laura Brosio