18 octubre, 2024
En Retiro

Dos presentaciones del Stabat Mater

En nuestra anterior edición, anticipamos que el pasado 2 de abril ENSAMBLE XXXII interpretaría la obra sacra llamada Stabat Mater compuesta por Giovanni Battista Pergolesi (1710-1736), en la Parroquia Madre Admirable de nuestro barrio.

Así fue que los intérpretes ofrecieron el evento, y muchos fueron los vecinos que se acercaron y disfrutaron del brillante concierto. 

Sobre el final del mes de abril, el martes 26, se anunció como versión de cámara una nueva edición de Stabat Mater ahora en un ámbito no eclesiástico. El lugar fue el palacio del Centro Naval, de Florida y Córdoba.

El majestuoso edificio, obra de los arquitectos Gastón Mallet y Jacques Dunant, fue construido especialmente para ser utilizado como sede social de la institución y ya ha superado el siglo desde su inauguración. Es un típico exponente de la arquitectura francesa de la belle époque en Buenos Aires. Su enorme portón de bronce y su fachada decorada con motivos marítimos y reminiscencias de Versalles, tienen un valor patrimonial único, además de un buen estado de conservación. A su ingreso, una escalera imperial inspirada en la Ópera de París y antiguos ascensores circulares de hierro, sirven de acceso a cada uno de los siete pisos donde se encuentran piezas artísticas de relevancia en medio de recintos decorados con pinturas al fresco y dorados a la hoja.

En el segundo piso se encuentra el salón donde se desarrolló el concierto a cargo de ENSAMBLE XXXII, un recinto inspirado en una de las salas del Museo del Louvre, y que tiene usos múltiples. Allí, todos los martes, bajo la coordinación de Analía Traversa, se ofrecen conciertos públicos con entrada gratuita para socios y no socios. Además, el Centro Naval ofrece entre sus múltiples actividades sociales, espacios para reuniones, restaurant, ciclos de conferencias y visitas guiadas al edificio entre otras.

En el caso del concierto que nos ocupa, previo al inicio el Vicepresidente 2º, Contraalmirante (R) D. Andrés Roque Di Vincenzo dio la bienvenida al público presente e invitó luego al Lic. Hugo René Sanz, fundador del grupo musical y Gestor Cultural, a referirse a las particularidades de la obra a interpretarse. Luego de agradecer a las autoridades del centro por la convocatoria recibida, Sanz explicó a los asistentes el concepto que distingue a la Música de Cámara de otros géneros. Explicó didácticamente que la misma es compuesta para ser interpretada por un reducido grupo de instrumentos, en contraposición a la música de orquesta. Su nombre está relacionado con los pequeños lugares en los que ensayaba un breve número de músicos durante la Edad Media y el Renacimiento. A esas habitaciones, no muy grandes, se las llamaba cámaras. En las cortes, los reyes poseían su cámara. Era aquel recinto en que se congregaba la realeza para escuchar las obras de los compositores de la corte.

Tal fue el caso de Jean-Baptiste Lully (1632 – 1687), compositor e instrumentista y Jean-Philippe Rameau (1683 – 1764), gran operista y precursor del estilo clásico en tiempos del reinado de Luis XV en Francia. En su tiempo también fueron notables Antonio Salieri (1750 – 1825) en la Corte de Viena y el mismísimo Wolfgang Amadeus Mozart (1756 – 1791) en la corte de Salzburgo – Austria.

Agregó, y en relación al contenido del texto de la obra, que a pesar que la música sacra fue concebida para ser interpretada en espacios religiosos y en tiempos ordenados por las sagradas escrituras, a partir del siglo XX  este repertorio comenzó a ocupar los espacios de conciertos no eclesiásticos.

De tal manera, las grandes obras como “Stabat Mater” de Pergolesi, “El Mesías” de Haëndel, “La Pasión según San Mateo” de Johann Sebastian Bach y el célebre “Réquiem” de W.A. Mozart entre otras, fueron ganando nuevos espacios para que nuevas audiencias pudiesen disfrutar de asistir a estas grandes obras, consideradas patrimonio de la humanidad. Los que estuvimos allí, dimos cuenta una vez más de que la oportunidad de asistencia a un concierto puede transformarse en una nueva experiencia de aprendizaje que nos deja, no solo un conocimiento agregado sino que además nos estimula para lo que se va a escuchar. Tal fue el caso de aquella noche que, a pesar de anunciar la llegada de una  tormenta, no inhibió a los asistentes que se hicieron presentes para escuchar el concierto.

En ambas ocasiones, tanto en Madre Admirable como en el Centro Naval, las intérpretes vocales fueron Roxana Horton, soprano, y Trinidad Goyeneche, mezzosoprano, ambas integrantes del Coro Estable del Teatro Colón.

Roxana Horton goza de una sensibilidad que conmueve. En sus intervenciones, y en relación al texto, produjo un ambiente acongojante como así también de reflexión y espiritualidad en la interpretación de su registro. Su canto dio cuenta del abordaje puro y religioso que el género y la composición requieren. Es una neta soprano lírica con un timbre resonante y amplio registro. Posee un notable cuerpo en su tesitura media lo que le permite abordar pasajes de dramatismo con naturalidad.

Trinidad Goyeneche es un lujo sin discusión. Su instrumento vocal goza de relevantes proporciones y cualidades. Tiene una voz luminosa, enorme en volumen, con musicalidad y profundidad infalibles. A su vez, su timbre cálido y con terciopelo es esmaltado y profundo, con soberbia proyección gracias a su colocación.

Ambas intérpretes gozan de una empatía natural que logra que sus voces empasten notablemente y tiñan de color una obra que, por su texto, transmite un natural dolor de madre.

ENSAMBLE XXXII  ha crecido apreciablemente como agrupación de música de cámara, no solo porque sus guías de atril llevan años tocando juntos, sino también porque su nutrida agenda de conciertos ha contribuido incluso a incrementar exitosamente el número de instrumentistas.

Se observa en todos  una formación sólida y una madurez interpretativa que ya era visible cuando tuvieron la responsable misión de acompañar, durante algunos años  a la célebre soprano Adelaida Negri, incluso; en aquel memorable concierto en el mismo espacio del Centro Naval en Septiembre de 2018.

Es imprescindible y a la vez meritorio, referirnos al Mtro. Juan Casasbellas como director Invitado para la ocasión. Su formación académica en Buenos Aires y posteriormente en París, con estudios complementarios en música Medieval y Renacentista dan cuenta de un conocimiento acabado sobre su capacidad para abordar ésta y otras composiciones. En su desarrollo, demostró ser un conocedor de la obra, dando a cada uno de los doce números que componen Stabat Mater, un tiempo exacto que permitió articular y frasear con precisión no solo a ENSAMBLE XXXII en la presentación de los temas, sino en cada una de las interpretaciones de las solistas.

Ya sea con el uso de su batuta o bien con la expresividad de sus manos, otorgó seguridad a los intérpretes y concedió a la obra los matices necesarios para unificar la interpretación adecuada y balanceada que la misma merece. Midió con precisión certera el volumen adecuado para el entorno acústico del bello recinto del Centro Naval, teniendo en cuenta que allí conviven materiales duros y blandos tales como, ornamentaciones en paredes y techos, cortinados y vidrios en puertas acceso a balcones que dan sobre la Av. Córdoba, y todo bajo un piso de parquet, cuya amable madera satisface la proyección del sonido y se mantiene intacta no solo por la calidad de su materia, sino también por el tratamiento y encerado del que goza permanentemente.

Así fue entonces entre ambas versiones, Gastón Orlando y Claudia Daich como concertinos, Daniela Aravena Dibernardo y Exequiel Bonifacino en violines primeros, Daniel Sánchez, Fernando Muñoz y Angelina Olivera en violines segundos, Alan Gabriel González y Mariano Gimbutas en Violas, Pablo D´Elía y Paola Corti en Violoncello, Hugo René Sanz en Contrabajo y Daniel Izzi en Continuo, ofrecieron junto a las solistas y al Mtro. ya enunciados su décima edición de Stabat Mater. Un cerrado y extensivo aplauso del auditorio que obligó a los intérpretes a repetir el número 11 de la obra. El hermoso dúo “Inflammatus et accensus” – (Para que no me queme en las llamas) dejó a la concurrencia satisfecha una vez más, pudiendo disfrutar nuevamente de la amalgama de las voces solistas.

La intensa actividad de ENSAMBLE XXXII es sin duda promisoria y en miras al abordaje de nuevos repertorios. Por lo visto y descripto, podemos anticipar que pronto habrá un nuevo repertorio que será presentado en espacios de conciertos ya visitados, sumados a otros nuevos que seguramente se irán agregando.

FOTO: El conjunto musical en su presentación reciente en el Centro Naval.