A 108 años del primer subte porteño
El 1 de diciembre se cumplieron 108 años de la inauguración del primer subterráneo de la Ciudad de Buenos Aires, la Línea A. Fue la primera línea de América Latina, de los países de habla hispana y del hemisferio sur. El hecho aconteció en 1913 en un acto que encabezaron el vicepresidente Victorino de la Plaza y el intendente porteño Joaquín de Anchorena. La línea A fue construida por la Compañía de Tranvías Anglo Argentina (CTAA), que había recibido la concesión en 1909. Unía las estaciones de Plaza de Mayo y Plaza 11 de Septiembre (actual Plaza Miserere). El 1 de abril de 1914 se extendió hasta Av. Rivadavia y Av. La Plata -estación Río de Janeiro- y el 1 de julio se amplió hasta la estación Caballito, hoy Plaza Primera Junta, llegando a tener así una longitud de 7 km y 14 estaciones.
La red se expandió con rapidez durante las primeras décadas del siglo XX, pero el ritmo de ampliación disminuyó fuertemente tras los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Hacia fines de la década de 1990 comenzó un nuevo proceso de crecimiento del servicio con el planeamiento de cuatro nuevas líneas. En la actualidad la red de subterráneos de la Ciudad de Buenos Aires está compuesta por seis líneas –A, B, C, D, E y H-, tiene una extensión de 64 km y 108 estaciones en operación. También forma parte del sistema un tranvía con dos ramales, el Premetro. El subte traslada diariamente a más de un millón de pasajeros.
El primer transporte terrestre mecánico que funcionó en Argentina fue el ferrocarril, inaugurado en agosto de 1857. En 1863 surgió el tranvía de tracción a sangre y en 1870 comenzaron a operar las dos primeras líneas de tranvías urbanos. En pocos años, las líneas ferroviarias y tranviarias formaron una densa red que congestionaba las estrechas calles de la Ciudad de Buenos Aires. En la primera década del siglo XX el tráfico vial en la ciudad se incrementó en forma importante debido al aumento de la población. En consecuencia, resultaba imperioso crear nuevas formas de transporte masivo. Así, se presentaron proyectos de líneas elevadas o subterráneas con sistemas de tracción como la funicular y la incipiente tracción eléctrica.
Los debates sobre la necesidad de construir un sistema de transportes subterráneo en Buenos Aires comenzaron a fines del siglo XIX, en directa relación con el sistema de tranvías. Hacia el 1900 estos se hallaban en una crisis agravada por la monopolización de las empresas, proceso iniciado frente a la electrificación del sistema. En ese contexto surgieron propuestas y pedidos de concesión para la instalación de subterráneos: el primero, en 1886, cuando una casa comercial solicitó al Congreso de la Nación construir un «tranvía subterráneo» entre la Estación Central del Ferrocarril ―que se encontraba junto al ala norte de la Casa Rosada― y la Plaza Once. Esta iniciativa y otras posteriores no llegaron a concretarse.
Cuando en 1894 se decidió emplazar el edificio del Congreso en su lugar actual, la idea del subterráneo renació, pues se buscó acortar el tiempo de viaje entre la Casa Rosada y el Congreso ―con el mismo fin también se había pensado construir un tramway aéreo eléctrico que fuera por la Avenida de Mayo―. Miguel Cané, quien fue intendente de Buenos Aires entre 1892 y 1893, también expresó en 1896 la necesidad de construir un subterráneo similar al de Londres. Los distintos proyectos fueron caducando al no lograrse obtener los capitales necesarios.
Finalmente, en 1909, el Concejo Deliberante de Buenos Aires aprobó el contrato entre el intendente Manuel Güiraldes y la CTAA para que esta construyera y explotara por ochenta años tres líneas de subterráneos: de Plaza de Mayo a Primera Junta (parte de la actual Línea A), de Constitución a Retiro (actual Línea C) y de Plaza de Mayo a Palermo (parte de la actual Línea D). La CTAA solamente concretó la primera. Es importante destacar que en ese momento dicha empresa concentraba la explotación del 80% del sistema tranviario.
El 15 de septiembre de 1911 comenzó la construcción de la Línea Anglo Argentina, a cargo de la contratista Philipp Holzmann & Cía. La obra requirió la contratación de 1.500 obreros y duró 26 meses. La línea obtendría su actual denominación, Línea A, recién el 17 de febrero de 1939.
El día posterior a su inauguración, el subterráneo fue habilitado al público. En esa primera jornada transportó 170.000 pasajeros. Buenos Aires se convertía así en la decimosegunda ciudad en contar con este servicio detrás de Londres, Nueva York, Chicago, Budapest, Glasgow, Boston, París, Berlín, Atenas, Filadelfia y Hamburgo. Cada estación tenía una longitud de 100 m y poseía frisos de un color determinado para facilitar su identificación por parte de quienes no supieran leer. Además, el metro contaba con distinguidos detalles como un inteligente sistema de ventilación natural y escaleras compuestas por escalones de un solo bloque granítico.
En 1963 se creó una entidad pública, Subterráneos de Buenos Aires (SBA) para operar la red del metro en la órbita de la Secretaría de Transporte de la Nación. En 1977 el gobierno asignó a SBA el carácter de una empresa con amplia autonomía, Subterráneos de Buenos Aires Sociedad del Estado (SBASE), cuyo paquete accionario fue transferido en 1979 a la Municipalidad de Buenos Aires. En 1990 el gobierno nacional resolvió efectuar la concesión de la explotación de los servicios prestados por SBASE. El consorcio ganador estaba integrado por Benito Roggio e hijos S.A., Cometrans S.A., Burlington Northern RR. Co., Morrison Knudsen Corporation Inc. y S.K.F. SACCIFA, que formarían la empresa Metrovías. Esta compañía se hizo cargo de la red en calidad de concesionaria desde el 1 de enero de 1994 hasta el 31 de diciembre de 2017.
En tanto, en 2012 el gobierno nacional traspasó el control de la concesión al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Desde ese momento el área de acción de SBASE comprende el desarrollo y la administración del sistema de infraestructura del subte, su mantenimiento y la gestión de los sistemas de control de la operación del servicio.
Después de un largo proceso licitatorio que se inició en 2018, en diciembre de 2020 la concesión del subte fue adjudicada al consorcio integrado por Benito Roggio Transporte y Metrovías por un plazo de doce años, con opción de prórroga por otros tres, en lugar de veinte como era hasta ahora. La flamante operadora, que tomó posesión de la red el pasado 1 de diciembre, cambió su nombre de Metrovías por el de Emova.
El nuevo contrato de concesión, firmado en septiembre de 2021, prevé la realización de obras de infraestructura y la incorporación de nuevas tecnologías para mejorar la experiencia de viaje de los usuarios a partir de un plan de inversiones progresivo. Se aumentará la disponibilidad de trenes y se optimizará el funcionamiento de las instalaciones existentes.
Un dato de color: La red de Subterráneos de Buenos Aires poseía los coches más antiguos del mundo en servicio regular en la Línea A, coches de carrocerías belgas La Brugeoise construidos en 1912 y puestos en marcha entre 1913 y 1914, fueron reformados en 1926 y preservados hasta enero de 2013, unos meses antes de cumplir cien años en uso, para ser reemplazados por los nuevos trenes chinos CNR-Citic Serie 200. Estos coches formaron parte de la identidad cultural actual y eran un atractivo turístico similar a los tranvías de San Francisco, Nueva Orleans y Milán.
Este medio de transporte no estuvo exento de algunos incidentes graves: En abril de 1953 se produjo un atentado en las inmediaciones de la Línea A, varios vagones quedaron destrozados. El luctuoso hecho causó 6 muertos y más de 90 heridos.
Laura Brosio
FOTO: El presidente Victorino de la Plaza encabezando el acto de inauguración del primer subterráneo en Buenos Aires.