La UBA, dos siglos de excelencia académica
La Universidad de Buenos Aires cumplió 200 años. Para todos aquellos que pasamos por sus claustros este aniversario nos despierta una gran emoción y nos remite a los años en los que tuvimos el privilegio de incorporar, con esfuerzo y dedicación, todos los saberes que generosamente la Universidad nos proporcionó.
Su historia se empezó a escribir el 9 de agosto de 1821. Ese día, a través de un decreto del gobierno de la provincia de Buenos Aires se renovó el sistema de enseñanza pública y se creó la UBA, que quedó formalmente inaugurada el 12 de agosto en un acto realizado en la Iglesia de San Ignacio. Los principales impulsores de este proyecto fueron el gobernador Martín Rodríguez y su ministro de Gobierno, Bernardino Rivadavia. Con el sacerdote Antonio Sáenz como primer rector, la UBA se organizó en departamentos: Primeras Letras, Estudios Preparatorios, Ciencias Exactas, Medicina, Jurisprudencia y Ciencias Sagradas.
Este año 2021 la UBA fue consagrada por séptimo año consecutivo como la mejor universidad de Iberoamérica en el Ranking Mundial QS, en base a su calidad de enseñanza, su nivel de investigación y su internacionalización. En tanto, ocupó el puesto 69 entre las 1700 universidades evaluadas a nivel global. La casa de alto estudios constituye un modelo único en el mundo que combina el hecho de ser pública, masiva, con un ingreso irrestricto y una educación de excelencia. Un emblema del saber, baluarte de la ciencia y la investigación.
La UBA está compuesta por trece facultades con más de 100 carreras de grado y casi 500 de posgrado, seis colegios de enseñanza media, seis hospitales públicos, cultura, deportes y una red de museos. Cuenta con más de 300 mil estudiantes, entre ellos 28 mil extranjeros, instruidos gracias a la incesante labor de 24 mil docentes y 13 mil trabajadores no docentes.
En la UBA se formaron 16 presidentes argentinos. Asimismo, en la lista de graduados y/o profesores de la Universidad aparecen personajes excepcionales de la vida pública nacional como Juan Bautista Alberdi, Cecilia Grierson, Ricardo Rojas, Alicia Moreau de Justo, Arturo Jauretche, Gino Germani, Jorge Luis Borges y Macedonio Fernández, entre otros.
De sus aulas egresaron los cinco Premios Nobel que tiene nuestro país: Carlos Saavedra Lamas (Premio Nobel de la Paz, 1936), Bernardo Houssay (Premio Nobel de Medicina, 1947), Luis Federico Leloir (Premio Nobel de Química, 1970), Adolfo Pérez Esquivel (Premio Nobel de la Paz, 1980) y César Milstein (Premio Nobel de Medicina, 1984). La Universidad fue escenario de sucesos únicos: la primera transfusión de sangre del mundo, a cargo del doctor Luis Agote, y la creación de Clementina, la primera computadora del país, en una iniciativa liderada por Manuel Sadosky.
Élida Passo fue la primera mujer graduada en la UBA, en 1885 en la carrera de Farmacia. En tanto, Cecilia Grierson se convirtió en la primera médica del país en 1889. Quizás uno de los pocos aspectos objetables de la institución sea su deuda en lo que se refiere a igualdad de género. En 200 años de historia la UBA no tuvo ni una sola rectora mujer. Hasta el momento hubo nueve decanas mientras que en la actualidad de las trece facultades sólo tres están dirigidas por mujeres: la ingeniera agrónoma Marcela Edith Gally, en Agronomía; la profesora Cristina Arranz, en la Facultad de Farmacia y Bioquímica, y la doctora Carolina Mera, en Ciencias Sociales. Esto sucede a pesar de que las mujeres representan el 60% de los estudiantes, el 64% de los egresados y el 52% de los docentes. Sin embargo, constituyen sólo el 34% de las autoridades.
Como señala el investigador Juan José Mendoza, “la historia de la Universidad puede pensarse como un extraño caso de oscilación entre avances y retrocesos, añorada modernidad y trágicos oscurantismos. La modernidad de los primeros centros de estudiantes del 1900 contrasta con las intervenciones de los golpes del uriburismo en el ’30; de La Libertadora en el ’55; de Onganía en el ’66; de la Junta Militar en el ’76. Contrasta con las intervenciones de algunos gobiernos constitucionales incluso, como las del ’46, el ’52 y el ’73. La historia de la UBA está profundamente marcada por la historia del país”. Un concepto similar manifiesta el rector de la UBA, Alberto Barbieri: “La historia de Argentina y la de nuestra Universidad están entrelazadas. La UBA se benefició de los tiempos de prosperidad nacional y sufrió las etapas de violencia, autoritarismo y persecución. Hoy sabemos bien que no hay Universidad ni proyecto de país posible sin democracia, libertad y respeto irrestricto por los derechos humanos”.
La UBA se fundó con el objetivo de modernizar la enseñanza superior y amoldarla a los saberes prácticos que la provincia-puerto de Buenos Aires requería. En 1881 la Universidad se transformó en nacional. Al principio, su perfil era profesionalista y utilitarista. La enseñanza estaba destinada a formar casi exclusivamente a médicos, abogados e ingenieros. En este sentido, la creación de la Facultad de Filosofía y Letras en 1896 le añadió una faceta ligada a las humanidades. En 1900 surgió el movimiento estudiantil y nacieron los primeros centros de estudiantes. La Reforma Universitaria de 1918 instaló una vida política y electoral mucho más democrática y participativa de lo que era anteriormente.
A mediados de la década del 40, con la llegada del peronismo al poder, se inició una cultura universitaria de masas en nuestro país. La Universidad, que hasta ese momento estaba reservada a una élite de varones acomodados, empezó a ser accesible para amplias capas de la población, teniendo en cuenta, además, que se instituyó la gratuidad. Otro hecho a destacar es el comienzo del proceso de feminización de la matrícula: se fueron incorporando cada vez más mujeres.
A partir de 1957 se vivió una etapa de renovación en la cual se puso el desarrollo de la ciencia como actividad prioritaria para la Universidad. Ese ciclo de oro se rompió con el golpe de Estado de 1966: el gobierno de Juan Carlos Onganía dispuso la intervención de las universidades. Tuvo lugar “La noche de los bastones largos”, que desencadenó el éxodo masivo de docentes de la Universidad, muchos de los cuales marcharon al exilio.
Desde 1976 se comenzó a aplicar una serie de políticas restrictivas como la de cupos de ingreso y la de aranceles. A partir de 1983, con el retorno de la democracia, el objetivo fue recobrar el funcionamiento institucional a través de la recuperación de la autonomía universitaria y del cogobierno de estudiantes, graduados y docentes. Volvieron a funcionar los centros de estudiantes y la actividad gremial que habían estado prohibidos. En esta etapa, se produjo un crecimiento exponencial de la matrícula al establecerse el ingreso irrestricto.
La UBA celebró sus 200 años con un acto en el Aula Magna de la Facultad de Derecho, en el cual reafirmó su carácter gratuito, plural y de motor de la movilidad social. El presidente Alberto Fernández cerró el evento en el cual también pronunció un discurso el rector Alberto Barbieri.
Se reconoció la trayectoria de 200 personalidades que pasaron por sus claustros, a quienes se les entregó una moneda y una estampilla conmemorativas del bicentenario realizadas por la Casa de la Moneda y el Correo Argentino respectivamente. Durante el acto se proyectaron mappings en las fachadas de las distintas facultades, videos celebratorios y se realizaron shows artísticos. Elena Roger cantó el Himno Nacional.
En su discurso, el rector Barbieri llamó a “construir una sociedad más justa e inclusiva” basada en la universidad como “elemento central de desarrollo de un país” y reafirmó “a la educación como un derecho humano, un bien público, social e indelegable del Estado”.
Laura Brosio
FOTO de arriba:
- La UBA en la Manzana de las Luces en 1910.