Del Retiro de ayer: las primeras cervecerías
Por Josefina del Solar
En esta sección del periódico en la que rescatamos y comentamos antiguas fotos del barrio de Retiro, hemos tratado distintos aspectos en los cuales este barrio ha sido pionero en materia de cambios en la Ciudad de Buenos Aires. Así los transportes, la arquitectura, los servicios públicos, han sido algunos de los temas en los que el fuerte proceso de urbanización que experimentó esta Ciudad en la segunda mitad del siglo diecinueve tuvo en esta zona sus primeras o más importantes manifestaciones de transformación. Y fue en aquella época precisamente en la que la fuerte afluencia de extranjeros marcó pautas que incidieron de diversas maneras en la vida porteña, pero muy marcadamente en el plano de los usos y costumbres cotidianos.
Entre las diversas comunidades extranjeras que aquí llegaron, los alemanes no lo hicieron masivamente, pero sí puede afirmarse que hicieron sustanciales aportes al campo de la industria y de otras actividades de importancia económica y también cultural. Sin duda que, aunque pocos, desde la primera época de la conquista hubo alemanes en lo que es el actual territorio argentino. Los primeros ejemplos a mencionar son el de Hans Varga que llegó con la expedición de Hernando de Magallanes en 1520, y el de Hans Brunberger, algunos años después, integrando la expedición de Sebastián Gaboto. Después de ellos muchos otros se fueron afincando en esta ciudad. Y ya en el período independiente, hacia 1826, existió un primer contingente de casi doscientas personas de nacionalidad alemana que se radicaron en Buenos Aires, más precisamente en la zona de Chacarita.
En el período que señalamos más arriba, es decir en la segunda mitad del siglo diecinueve, época en la cual esta ciudad experimentó un fuerte impulso modernizador, pudo notarse una presencia mayor de alemanes, en su mayoría en su calidad de representantes de casas comerciales, a tal punto que el censo realizado en 1869 indicó que había en nuestra ciudad por entonces alrededor de dos mil cien personas de esa nacionalidad. Y como pasó con otras colectividades extranjeras, a fin de extrañar menos la patria lejana muchos de ellos trataron de reproducir aquí algunos usos y costumbres propios, para lo cual nada mejor que los platos o bebidas típicas de sus respectivos países. Y ese es el caso por supuesto de la cerveza, que como sabemos es la bebida preferida por los alemanes. Por ello no es de extrañar que en la ciudad que ya se estaba haciendo cosmopolita, aparecieran lugares donde se expedía algún brebaje espumoso que buscaba semejar la popular bebida, la que no llegó sin embargo a prender demasiado en el gusto local por aquellos años.
Según parece ya se había dado algún intento de fabricación de cerveza en Buenos Aires en los primeros años de vida independiente aunque sin demasiado éxito, en parte porque no condecía con las costumbres heredadas de la cultura española, o quizás simplemente porque la materia prima utilizada no era la más adecuada de acuerdo a la elaboración tradicional. En este sentido puede decirse que recién a fines de la década del ’50 del siglo diecinueve tuvo lugar el primer intento de elaboración de cerveza con un criterio ya no tan doméstico sino más profesional, lo que corrió por cuenta de Emilio Bieckert, un alsaciano que llegó al país por esos años. Hacia 1860 Bieckert abrió lo que fue al principio un pequeño local, y lo hizo precisamente en Retiro, donde empezó a fabricar la cerveza que él mismo servía a los parroquianos que comenzaron a frecuentarlo, la mayoría de origen alemán. Según los datos que disponemos, la cervecería de Bieckert –la primera, como dijimos, que se instaló en Buenos Aires con esta finalidad- estaba ubicada en Esmeralda y Juncal, y funcionó allí hasta 1895. Por entonces Bieckert vendió su fábrica de cerveza a una compañía inglesa en una suma bastante importante para la época, retirándose luego a vivir a Francia. Allí falleció años después dejando una gran fortuna, que había comenzado a construir sin duda en su cervecería del Retiro.
Pero con esto no concluye la relación de la efervescente bebida con nuestro barrio. También hacia fines del siglo antepasado se abrió otro local de expendio de esta bebida, el cual era a la vez restaurant, especializado en comida alemana, por lo cual se transformó en un lugar muy frecuentado por personas de esa nacionalidad. Su fundador fue Franz Adam, de origen austríaco, y la cervecería estaba ubicada en la esquina de Maipú con el Paseo de Julio, prácticamente al pie de la barranca de la Plaza San Martín, sector que estaba por entonces completamente edificado. Como recordarán los lectores que siguen frecuentemente esta sección de historia del Retiro, la edificación mencionada fue demolida en 1934 para dar lugar a las tareas de remodelación y ampliación de la Plaza con la reconstrucción de su barranca, motivo por el cual la cervecería Adam se trasladó a la vereda opuesta, donde paso a funcionar en Maipú 1274, adyacente a la casa conde había vivido su propietario, quien falleció en 1913, según datos que nos proporcionó uno de sus descendientes. El local sin embargo siguió funcionando y con el tiempo amplió sus actividades como hotel, y amplió también su clientela, abriéndose allí a todo el público que quisiera degustar una cerveza o algún plato de la cocina alemana. A partir de testimonios que hemos recabado de personas que la conocieron y frecuentaron, podemos afirmar que la cervecería Adam se encontraba todavía en funcionamiento durante la primera mitad de los años ‘50, habiendo desaparecido luego como tantas otras cosas que se han llevado los cambios ocurridos en la Ciudad y en particular en nuestra zona.
FOTO de arriba:
- Antiguo grabado que muestra la cervecería Bieckert en Esmeralda y Juncal.