Cuando Buenos Aires conoció el folklore
El 16 de marzo se cumplieron 100 años del primer espectáculo de música y danzas tradicionales argentinas que presentó en la Ciudad de Buenos Aires la Compañía de arte nativo de Andrés Chazarreta.
De acuerdo a la realidad actual puede parecer extraño y sorprendente que la Ciudad de Buenos Aires ignorara la existencia y características de la música y las danzas del interior del país, particularmente del Noroeste argentino. Pero eso ocurría a comienzos del siglo XX. En el país que había recibido y recibía todavía a millones de extranjeros que trajeron su lengua y sus costumbres, la cultura propia era por entonces algo desconocido y hasta exótico.
Le iba a corresponder a don Andrés Chazarreta poner sobre un escenario porteño, por primera vez, un espectáculo con música y danzas nativas argentinas. Chazarreta había nacido en la ciudad de Santiago del Estero, el 29 de mayo de 1879. Su madre murió cuando él tenía solo 4 años. Estudió en colegios provinciales y obtuvo su título de maestro normal. Esta profesión que ejerció durante bastantes años le permitió a su vez desarrollar la actividad por la cual se haría más conocido. Es que Chazarreta desde chico se había orientado hacia la música y tocaba varios instrumentos. Por su tarea docente fue nombrado inspector, lo que le permitió recorrer el interior de su provincia y así tomar contacto más estrecho con las músicas populares que habían estado en sus gustos iniciales también, aunque el estudio teórico de la música le acercó otros elementos. Y lo que parece haber sido definitorio en su vocación por la música nativa, según lo apunta el musicólogo Carlos Vega, que estudió a Chazarreta, fue la lectura del Martín Fierro, que lo introdujo en una corriente cultural tradicionalista entonces en auge, y lo condujo de vuelta a lo que habían sido sus músicas desde chico. Dice al respecto Vega: “El retorno de Chazarreta a las voces de la tradición es aislado síntoma del nuevo estudio de pensamiento que se va extendiendo con el movimiento tradicionalista”. Chazarreta es así un tradicionalista no totalmente consciente de lo que esto implicaba como movimiento intelectual. Un artículo sobre la batalle del Pozo de Vargas lo inspira para realizar un arreglo de la Zamba de Vargas que el músico ya conocía por tradición familiar. Este será el comienzo de lo que va a ser su trayectoria de allí en más: recopilar antiguas músicas tradicionales, interpretarlas, hacerlas conocer, más allá de realizar también sus propias composiciones. Forma asimismo un grupo, su propia compañía, el Conjunto de Arte Nativo compuesto por unas 30 personas entre músicos y bailarines, con el que va a presentar espectáculos inicialmente en Santiago del Estero. Aunque la idea, el sueño, era traer el arte folklórico a Buenos Aires. No va a ser fácil, pasan varios años antes de que eso ocurra, y Chazarreta debe seguir adelante en este empeño más allá de que muchos le digan que no era una buena idea, que esas danzas eran cosa perimida, que no iba a ser aceptado por el público porteño. Mientras, el que hoy en día es llamado Patriarca del Folklore comienza a editar sus músicas. Primero fue la Zamba de Vargas, luego aparecen las partituras de chacareras, gatos, escondidos y otras danzas en lo que fue su Primer álbum musical santiagueño de piezas criollas para piano, en 1916, que continuará con otras ediciones.
Pero el deseo de presentar esas joyas de la música tradicional en Buenos Aires estaba siempre presente, aunque. Chazarreta no conseguía una sala para eso. Pero su contacto con Ricardo Rojas le abre las puertas. Gracias a su gestión el empresario del Teatro Politeama de la calle Corrientes le cede por fin la sala para la presentación de la compañía. Así, el 16 de marzo de 1921, el público porteño recibe con cierta extrañeza al principio pero luego con entusiasmo, el espectáculo que incluía danzas como el Palito, o el malambo que despertó la emoción del público; y que mostró también al propio Chazarreta con su guitarra.
Estaban pensadas unas pocas funciones para este espectáculo, finalmente y debido al éxito obtenido actuaron durante cuarenta días. Y hubo también una interesante repercusión en la prensa. De todos los artículos aparecidos resalta el artículo de Ricardo Rojas “El coro de las selvas y las montañas”, aparecido en el diario La Nación, que señalaba: “La sala se sintió sobrecogida. La primera sorpresa tornóse franca emoción. Las almas se estremecieron; irguiéndose las cabezas, abrillantáronse los ojos; los aplausos resonaron frenéticos sin que cesaran ya de repetirse en otros números del singular espectáculo, sobre todo cuando se representaron los bailes regionales, de tanta variedad e intención”.
El 16 de marzo de 1921, hace ya un siglo, fue entonces una fecha muy importante para la cultura de nuestro país, a la que la labor invalorable de Andrés Chazarreta, cuyos alcances continúan hasta nuestros días, contribuyó esencialmente.
FOTO de arriba:
- Andrés Chazarreta