El aumento de la temperatura y la salud de la población
Por Cristina Gozzi
El calentamiento global está comprobado y ya estamos sufriendo las consecuencias de las lluvias torrenciales, las inundaciones, el aumento del nivel del mar, las sequías y las enfermedades transmitidas por las aguas contaminadas, las que auguran un retroceso en la calidad de vida en las próximas décadas.
En el marco del Quinto Encuentro Inter-académico realizado en la Academia Nacional de Medicina, el doctor y académico Olindo Martino, inició su disertación sobre los efectos del cambio climático en la salud, recordando que en el año 2007 el 4º Informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático aseguraba que “el calentamiento climático es inequívoco y con un 90% de certeza, se debe a la acción humana. Un año después, los 143 países reunidos en la sexagésima primera reunión de la Organización Mundial de la Salud (OMS), estimaron que el progresivo y extensivo cambio climático era responsable de importantes modificaciones en el medio ambiente, con serias consecuencias socioeconómicas y sobre la salud humana y animal”. “Así, con los extremos térmicos, se vincularon los aumentos de las tasas de morbi-mortalidad, la contaminación atmosférica, las enfermedades transmitidas por el agua, alimentos y vectores biológicos; la incidencia de infecciones de la piel, aparato respiratorio y gastrointestinal. Finalmente, la desnutrición proteíno-calórica y los desórdenes mentales, fueron el colofón de una sociedad constantemente vulnerada”, acotó Martino.
También evocó la afirmación del holandés Paul J. Crutzen, Premio Nobel de Química, al manifestar que la humanidad había inaugurado “una nueva era geológica: elantropoceno, la edad de los grandes daños perpetrados por la irracionalidad del ser humano”. No faltó la opinión del prestigioso filósofo y teólogo brasileño Leonardo Boff, quien sostiene que “en los últimos trescientos años, el Homo sapiens/demens (hombre sabio y demente) ha embestido en forma irracional el ecosistema planetario, canalizando gran parte del producto bruto terrestre hacia los sistemas de consumo”. Y en un dramático anuncio, Richard Alley, presidente del Comité sobre Cambio Climático Abrupto, dependiente de la Academia Nacional de Ciencias Norteamericana, señaló que luego de la última glaciación ocurrida hace once mil años, “el clima de la Tierra subió 9 grados en apenas diez años”, agregó Martino. Frente al panorama actual, expresó: “Nos encontramos, así, frente a una realidad dramática e insoslayable. Una tragedia que pone al planeta Tierra frente a dos eras de nuestra historia: la era tecnozoica y la ecozoica. La primera, haciendo uso del poderoso instrumento de la tecnociencia y explotando vorazmente todos los recursos, pero en beneficio de las minorías mundiales; y por su parte, la ecozoica, sufriendo el aplastante atropello sobre la vida de los seres multicelulares, devastando la proliferación de la fauna y la flora; y minando nuestra credibilidad humana, es decir, esa necesidad de sentirnos que somos parte del todo y responsables del planeta.
Martino es consciente de que con sus intempestivos avatares, el cambio climático ocasiona grandes debilidades ecológicas, mostrando el lado desgarrador del progreso tecnológico y, cada vez más, la engrillada globalización. “La masa humana que involucra el uso y consumo de todos los recursos naturales e industrializados, desordena, ensucia y contamina el bello portal de la naturaleza. Sin embargo, desaprensivamente, seguimos regodeándonos con la definición de salud como un ¨completo estado de bienestar físico, psíquico y espiritual y no solamente ausencia de enfermedad e invalidez. De una vez por todas ¿no sería más honorable aceptar su opuesto diciendo, apenas, que el Homo habilis (hombre hábil) va rumbo hacia un completo estado de malestar físico, psíquico y espiritual, con riesgo creciente de enfermedad e invalidez?”, se cuestiona el disertante.
Según su visión, el hombre está inmerso en una constelación de factores ambientales físicos, químicos, biológicos y psico-socio-culturales que vulneran peligrosamente su calidad de vida. “Nuestro destino dependerá, entonces, del compromiso mancomunado que asuman estas dos realidades espacio-temporales, asegurando los derechos inalienables de los pueblos hacia una calidad de vida digna”, sostiene. Y recuerda que con absoluto consenso, los miembros del panel sobre cambio climático acordaron la urgente necesidad de desarrollar proyectos coincidentes que permitieran mitigar los agravios del clima global en los diferentes ecosistemas del planeta. Un punto de partida sería reconocer el impacto que tienen las temperaturas extremas en la salud. Al respecto, Martino expresa: “Si bien el intenso frío o calor alteran el confort y ciertos factores de la homeostasis orgánica; en el caso específico del frío, el impacto en salud no está determinado en forma específica, por una situación extrema. Más bien se halla vinculado con la calidad demográfica de aquellas poblaciones más vulnerables y expuestas al riesgo: niños, ancianos, personas enfermas, y pobreza estructural. En cambio, en el caso del extremo calor -denominado por la escuela americana heat-stroke (golpe de calor)- el estrés térmico suele afectar específicamente al sistema nervioso central y su gravedad depende de la intensidad y duración del impacto calórico.
Un segundo punto a considerar es el impacto en salud por efecto del cambio climático en el agua. “En sus dos magnas expresiones ecológicas: las inundaciones, con sus graves efectos inmediatos tales como el aislamiento, la contaminación masiva de las napas con materia orgánica y la presencia de brotes agudos de epidemias de diarreas infecciosas y las siempre imprevistas mordeduras de serpientes peligrosas; y por otro lado, la emergencia de las infecciones respiratorias agudas (IRA) debidas a la maceración y el enfriamiento corporal”, agrega. En el escenario contrario, también las sequías sostenidas causan perjuicios. “Ocasionan caída de la producción agrícola, de la oferta de alimento y aumento de la malnutrición y la morbi- mortalidad infantil. Además de una disminución del poder adquisitivo, provocan el agravamiento de las necesidades básicas insatisfechas (NBI) y la profundización de la pobreza estructural”, detalla.
Martino destaca que el aumento de la temperatura, la humedad y las precipitaciones aceleran los ciclos biológicos de artrópodos vectores de enfermedades. “La presión sobre diferentes ecosistemas trae como consecuencia la emergencia de patologías virales, bacterianas, rickettsiales y parasitarias, tales como dengue, chikungunya, zika, Mayara y Usutu, fiebre amarilla, encefalitis del oeste, hantavirus, fiebres hemorrágicas, malaria, tifus exantemático, leishmaniasis tegumentaria y visceral. Y concluye con la inquietante predicción de la OMS: “Entre los años 2030 y 2050, el cambio climático ocasionará 250.000 defunciones adicionales cada año debido a la mala nutrición, el paludismo, la diarrea y el estrés calórico”.